¿Quién diablos es James Nachtwey? ¿Por qué un fotógrafo decide ir a todas las guerras posibles y asistir a la representación más cercana del infierno en la tierra? ¿Por gusto? ¿Por vocación? ¿Por qué o para qué?
Hasta hoy, ninguna guerra ha cambiado su rumbo por la denuncia periodística, así venga de una foto o crónica en el frente de batalla. Nunca.
Ya hace más de 60 años, el gran fotógrafo de Magnum, Robert Capa, nos demostró su valentía, talento y entrega, con las imágenes que registró arriesgando la vida, cuando el famoso desembarco en Normandía, durante la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, ¿qué motiva a ciertos fotógrafos para moverse al corazón de un conflicto? Justo mientras usted se asoma a esta columna, estaremos en Pasadena, California con todo el staff de la agencia Seven y ahí, entre otros temas, platicaremos al respecto, con el propio James Nachtwey y Ron Haviv.
Hace seis años, cuando andaba en el festival de fotoperiodismo de Perpignan, tuve la oportunidad de ver por primera vez a Nachtwey, apenas unos días antes de los ataques a Nueva York. Él y otros seis fotógrafos presentaban en el salón de Congresos su proyecto de agencia. Recuerdo que en el marco de dicho evento, la nota era que Nachtwey había dejado Magnum para fundar Seven.
La curiosidad y especulaciones no podían faltar. En los cafés y pasillos del encuentro las preguntas eran: ¿Le irá bien, tendrán futuro para competir con las grandes agencias? ¿Por qué lo hizo, si ya estaba en Magnum? Recuerdo claramente cómo en el piso destinado a los stands de agencias y revistas, mientras los espacios de Corbis, Magnum, VU, AFP, AP o Reuters, ocupaban metros y metros cuadrados con libros, pantallas de plasma y personal dedicado solo a la atención de profesionales; por ahí en uno de los pasillos, muy discreto en un espacio de dos por dos, estaba un hombre canoso, sereno y atento a unas imágenes, bajo el letrero improvisado de SEVEN.
Era Nachtwey en su primer día como fundador y miembro de dicha agencia. Recién por la mañana habían dado una conferencia y hacían público su nuevo proyecto.
Cinco días después, mientras algunos nos reponíamos de la fiesta de clausura y regersabamos a París para ver a los amigos y visitar las nuevas expos de Otoño, Nachtwey regresaba a Nueva York para dormir en su departamento de Brooklin la noche del lunes 10 de septiembre. Ocho horas más tarde, el mundo cambiaría para siempre con el atentado a las Torres Gemelas.
Y ahí ya estaba él. Cuando por primera vez, el frente de guerra no era Medio Oriente ni Bosnia. Cuando la guerra llegó a Manhattan y él salió como siempre a documentar el Infierno.
Un dato más, en 2003, trabajando para Time en Bagdad, fue herido por una granada. Ese es Nachtwey.