Cristopher Rogel Blanquet, fotoperiodista de esta casa editorial, se fue esta semana con destino a territorio sirio. Cristopher nació en Ciudad de México, y ya tiene 33 años. Justo la edad para convertirse en mito.
Planeó su viaje durante meses, se decidió, se informó y ahorró. En las últimas semanas nos reunimos en varias ocasiones para platicar sobre su viaje, riesgos, objetivos y motivaciones. Pasamos del Salón Corona, al Bar La Ópera, y el fin de semana pasado, nos vimos en el Hijo del Cuervo a unas horas de su vuelo. Hablamos mucho.
Dicen que viajar tiene riesgos fatales: rompe prejuicios, abre la mente y nos rompe por dentro para hacernos crecer en horas, lo que a la rutina le lleva años. Cristopher Rogel, empezó como reportero en Milenio Televisión; pero como siempre quiso ser fotógrafo, se incorporó a El Universal, para finalmente ingresar al departamento de fotografía hace poco más de dos años. No hay tierras extrañas, nosotros somos siempre el único extraño. Viajar es vital.
Hoy este fotoperiodista estará frente su primer frontera de fuego. Nada se parece a la guerra, nada se compara con un pueblo dividido por el fanatismo y la muerte. Hoy, en una época en la que nadie paga por ir a la guerra, su decisión es valiente y arriesgada. Afortunadamente, además de su entusiasmo, contó con el generoso apoyo de la dirección del diario para acompañarlo en su sueño, y esperarlo a su regreso. Canon también puso de su parte y le prestó equipo.
Henry Miller decía : “Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. Y tenía toda la razón.
Es probable que Cristopher pronto empiece a publicar en estas páginas algo de lo que por allá se encuentre; ya lleva algunos encargos y sólo debe superar el miedo, evitar que nuestro instinto de conservación, lo paralice. Rogel tiene experiencia, ha cubierto a las autodefensas en Michoacán, y documentado muy de cerca el tema de Ayotzinapa, pero nada se le acerca a lo que allá verá. Hoy mismo, mientras escribo, el ya toma un café negro en el aeropuerto de Estambúl, su última escala.
Ahora conocerá otras tierras, paisajes nuevos, sonidos extraños, otros héroes y otras miradas. Su viaje apenas comienza. Enfrentará el reto de trabajar sólo, sin agenda, sin amigos, sin la seguridad de un regreso seguro a casa. Nada forja mejor el carácter profesional para los que hacemos esto, que vivir y sobrevivir a una guerra en Medio Oriente. Cristopher me confesó después de varios tequilas, que le temía a dos cosas, a la muerte y al fracaso. Le dije que enfrentar la muerte era inevitable, y que aquí o allá daba igual. Pero, para enfrentar el fracaso, el miedo estorba; y que la sola decisión de viajar a esa zona, ya era un éxito para él; por ello desde ahora, este viaje lo separa ya de toda su generación.
Cristopher no regresará igual, su mirada nunca volverá a ser la misma; y esto es independientemente de lo que haga o publique derivado de su experiencia en Siria. Viajar y resolver la vida fuera de avenida Reforma, lo cambiará para siempre.
El decidió ponerle una pausa a su desarrollo en México a cambio de crecer profesionalmente. Cumple un sueño. Es una apuesta arriesgada, pero ya ganó. Vaya pues, desde aquí un abrazo fuerte a Cristopher, cargado con mis mejores deseos, con la esperanza de que haga un buen trabajo, pero sobre todo, que aprenda y regrese renovado. El chiste es que vuelva vivo, aunque no regrese igual, y que al menos, se traiga entre sus cosas, una gran, gran foto; una como esas, que nos marcan para siempre y que no se olvidan nunca. Toda la suerte.