Radicales islamistas asesinaron al menos a 13 personas y dejaron muy mal heridas a más de 100 después de conducir sin piedad, una camioneta a lo largo de 500 metros del kilómetro y medio que comprende el paseo sobre Las Ramblas, en Barcelona. Es el atentado más grave en España desde el 11-M.
En cosa de segundos, las imágenes de la tragedia le dieron la vuelta al mundo. Vaya época de terror que nos toca vivir, ahora los lugares más emblemáticos de Europa son los más peligrosos del mundo, y quién promueve este irracional odio sobre occidente, no gasta un euro en su implementación. Sembrar odio es gratis, efectivo y duradero. Adicionalmente, no solo se consigue un efecto devastador en el sitio del ataque, si no que su repercusión, mensaje y efecto es ilimitada.
Todos los diarios y noticieros del mundo hablamos y publicamos imágenes al respecto; tan sólo nuestra imagen principal de portada que aquí puede ver y que fue distribuida por la agencia EFE, fue replicada en 5 diarios nacionales en México, y en más de 300 rotativos en todo el planeta.
Sumado miles de portales en la web, están los millones de Twits que se generaron con este ataque y las miles y miles de horas que ocuparon todas las televisoras para hablar sobre el tema.
¿Cuánto costaría un mensaje así a nivel mundial si se lo encargaran a una agencia de marketing? Literalmente resultaría en un presupuesto inalcanzable para cualquier empresa de nivel global. ¿Cuánto paga ISIS?, nada, cero, su odio se transmite gratis.
Quizá derivado de eso, son los llamados de las autoridades catalanas para evitar su difusión, por ello, corren de la escena a los improvisados documentalistas con celular en mano, y en redes insisten en no viralizar esas fotos o videos, y quizá tengan razón desde el punto de vista ético o estratégico, pero es claro que ese llamado está condenado al fracaso.
Es imposible evitarlo. Siempre han existido testigos del drama, pero hoy todos lo documentan, lo graban y lo difunden; es un gesto cultural contemporáneo; el llamado a no hacerlo es razonable, pero, dicho mensaje tendrá el mismo destino que el agua cuando se tira en arena. Se diluye.
¿Pero, qué podemos hacer en Occidente para protegernos de este tipo de ataques con nuestros propios autos? Quizá nada en lo inmediato, pero es un hecho, que desde ahora, toda plaza importante del mundo, incluido el zócalo capitalino, deberá contar con esos pequeños duendes en forma de tubo que hoy bordean nuestras banquetas.
Después de los ataques de 2001 a las Torres Gemelas, cambió para siempre la seguridad aeronáutica; este nuevo atentado en Barcelona que se suma al de Niza, Londres, Berlin, Nueva York y otros similares, obliga a todo alcalde previsor a colocar barreras infranqueables a estos cobardes asesinos al volante.
Eso sí, nada impedirá, la evolución del terrorismo internacional con nuevas escenas de horror en cualquier rincón del mundo. Bienvenidos a la nueva guerra mundial sin fronteras y sin ejércitos convencionales. Es el terror globalizado. Son los “soldados” de ISIS.