El próximo martes 8 de abril inauguro mi nueva exposición en París, en la Galeria Renoir, muy cerca del Hotel de Ville, en el corazón cultural de la Ciudad Luz.
Este es quizá el trabajo más personal, más intimo, que presento en años. Varios motivos la generan. Las mujeres han marcado mi existencia en los últimos 25 años. Hoy cumplo 40. Imposible no amarlas. Inútil olvidarlas. Me rindo.
Abierto al aprendizaje permanente y a la sorpresa cotidiana, he decidido darle sentido profesional a la intensidad de este último año, una salida creativa. Ayer adelantamos una selección de la expo, en nuestro suplemento de foto. Lo reitero. Si fuera poeta o pintor, les haría poemas o lienzos. Pero soy fotógrafo y les hice un retrato. Cada una de las 25 mujeres que están en la expo de París, fueron claves por diversas razones, durante 2007. Gracias a todas.
Alguien me dijo por ahí que agradecería este tiempo de incertidumbre. No le creí. Pero tenía razón. En el último año me han acompañado mujeres increíbles, solidarias, inteligentes y apasionadas. Todas desde distintas trincheras: amigas, amantes y novias fugaces, aquí retratadas. Dos entornos son claves: París y la Ciudad de México.
En 25 años, desde que toqué el cielo con la primera novia, he vivido una carrera de relevos sin pausa. Hoy me detengo a reflexionar. Cumplo 40 de existencia y 25 en mi relación con ellas, por eso retrato sólo a 25 de las mujeres más significativas del año pasado. Todas ellas fotografiadas en el 2007. Mi año de la transición.
Cuando cumplí 30, hice un corte y presenté una exposición en Coyoacán con sólo 30 imágenes e invité a 30 amigos. Estaba enamorado de una sola mujer y con ella me casé en 1999. Aprendí mucho y lo mejor de aquella relación se refleja hoy en un chamaco hermoso de cinco años, que hoy me acompaña en París. En enero de 2007, decidí fotografiar a las mujeres que recién había conocido en este frenesí de soltería recargada. Y las fotografié por su inteligencia, compañía, sonrisas, consejos, alegría y entrega.
Fue una decisión arriesgada, nada fácil en ciertos casos, pero llena de aprendizaje y sin daños colaterales. Mis conclusiones de un año turbulento: menos egoísmo y más comprensión. El aprendizaje no está en la cantidad, sino en la calidad. El número no hace diferencia. Al final todo se repite.
El verdadero tema está en el territorio de confianza, compromiso e intimidad. Sin esto, no hay nada. Mil gracias a Ana Clavel, pareja del entrañable fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar, quien es quizá la más crítica de mis arrebatos. Y a Fabrizio Mejía Madrid, amigo desde la adolescencia, quien siempre ha sido un cómplice muy divertido.
Obvio, no hay garantías de que lo que uno inicie, sea para siempre. Pero en el arranque se pueden sentar las bases de una relación duradera. Cualquier compromiso de pareja debe ser renovado y alimentado todos los días, basándose en la honestidad, cariño, confianza y admiración por el otro. Todo sobre la mesa -y también sobre la cama-, hasta que la muerte, la estupidez o el aburrimiento la separe.
Lo único inaceptable es la traición. Esa mancha para siempre. No hay de otra.