Nelson Mandela, ha muerto.
Pocos hombres de su talla, de su altura, con su carácter y su historia. Fue el primer Presidente negro Sudafricano, ganó el Premio Nobel de la Paz y estuvo preso 27 años en una celda de 2 x 2.
A partir de hoy se escribirán miles, millones de palabras en su nombre para honrarlo y llorarlo en todos los idiomas. Pero ya nadie podrá fotografiarlo.
Lo conocí y fotografié hace 23 años, primero en México en 1991 y luego en el invierno de 1993 cuando recibió el Nobel en Oslo, estábamos a menos de 14 grados centígrados, nevaba, lo salude, me temblaban las manos e intercambiamos un par de impresiones sobre el terrible clima Noruego en el lobby de su hotel. Eso fue todo. Nada más y nada menos.
Yo era un novato y tenía 25 años de edad, tenía unos meses trabajando como fotógrafo (recuerdo que entonces sacaba cuentas y decía: él estuvo más tiempo en la cárcel de lo que yo tengo de vida) y mis fotos no eran ninguna maravilla.
Lo retraté con una vieja cámara Canon AE-1 y seguramente en TRI-X. Como buen novato, esos negativos los perdí en alguna mudanza. No importó, daba igual, no eran buenas, pero el momento fue imborrable.
Desde entonces enloquecí con su increíble historia, aún recuerdo su peculiar acento inglés y la profundidad de su mirada. Sin embargo desde entonces conocí una foto que en verdad me hubiera gustado hacer y es la del fotógrafo comunista nacido en 1908 allá en Letonia, el sindicalista Eli Weinberg quien le hizo este peculiar retrato en 1961.
Y ahí vemos el verdadero rostro de Madiba como lo conocían en su tierra. Es prácticamente un negro tribal, de ahí su carácter, su necedad e insólita resistencia. El fue siempre un activista de “verdad”. Vamos, Mandela le da sentido a la palabra “activismo social” no como los charlatanes de hoy que tuitean indignados sobre las desgracias del mundo, conectados en un Starbucks con su Caramel Machiatto descafeinado a lado, buscando 3 followers más y usando el hashtag de moda. No. Mandela era un hombre sin miedo en sus entrañas.
Cuando le tocó hablar en su propia defensa en 1964 , dijo: “He luchado contra la dominación blanca , y he peleado contra la dominación negra . He buscado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir.
Pero si es necesario, es un ideal por el cual también estoy preparado para morir” Vean este retrato de Mandela en blanco y negro y no olviden que éste hombre le puso fin al apartheid en su país. Y que él se convirtió en el primer Presidente Negro de Sudáfrica. Un ejemplo para el mundo.
No perdamos de vista que ahora Mandela se convierte en inmortal frente a su propia muerte. Y nada lo ratifica mejor que la poder inmortal que sólo la fotografía tiene.
No olvidemos que fue Eli Weinberg quien lo fotografió casi sin saber quien era o en qué se convertiría. Ayer Mandela murió a los 95 años, pero en esta foto ya tiene 43 es casi a la mitad de su vida y sin embargo parece tener una mirada “nueva” de un hombre de 30, imaginen la fortaleza de su espíritu.
En paz descanse.