A media semana acompañé a los amigos de la embajada Británica en México en la inauguración de la expo de Michael Copper, un fotógrafo íntimo de los Rolling Stones de la década de los sesenta y quien terminó suicidándose en 1973 a los 32 años de edad.
Cooper logró hacer más de 70 mil imágenes de los Rolling, tanto en conciertos, como en ensayos, backstage o giras, demostrando una enorme cercanía con ellos, en particular con el guitarrista Keith Richards. Cooper fue el fotógrafo que hizo las emblemáticas portadas de los álbumes Their Satanic Majesties Request de los Rolling y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, para los Beatles.
El propio John Lennon, describe así el trabajo de este inquieto personaje: “De todos los fotógrafos que existen, Michael ha sido por lejos el que mejor documentó esa magnífica década” La colección de imágenes que presentó esta semana la embajada se da en el contexto de la visita de esta legendaria banda a nuestro país.
Ver estas imágenes en gran formato fue una delicia; incluso Adam, su hijo, mandó un mensaje videograbado para los asistentes de aquella velada. Cuando Cooper cayó en depresión por la muerte de su pareja, esto presuntamente provocó que se quitara la vida, con una sobredosis de heroína.
Fue entonces cuando este fotógrafo le dejó una breve carta a su pequeño hijo, en donde le pedía “comprensión” y agregaba: “vengo de un mundo perturbado, y, como dice un viejo poema, escucho el sonido de un tambor diferente”.
Sin duda, en aquellos años se vivía a otra velocidad, Michael Cooper era un chico inquieto que fue contemporáneo de las bandas rockeras más importantes de su época, su relación con los músicos iba más allá de lo convencional, eran amigos y confidentes; bebía, fumaba y se drogaba con ellos; el propio Michael fue uno de los arrestados en casa de Keith Richards, cuando el lugar fue allanado por la policía en febrero de 1967, y todos fueron acusados con cargos por drogas, incluidos Mick Jagger y Robert Fraser.
Después de ver las fotos de Cooper, su cercanía solo se explica gracias al testimonio de Keith Richards, quien describe así su estilo de trabajo: “Sabía cuándo mantenerse apartado, (…) Jamás te fastidiaba poniéndote una cámara en tu cara ni haciéndote consciente de ella. Michael sólo sacaba fotos. Hacía eso. Estar cerca de nosotros (…) nunca eras consciente de que las estaba haciendo. Lo hacía tan bien y tan sigilosamente que la mayor parte de las veces nadie notaba que nos estaba fotografiando”. Y sí, sus fotografías lo confirman todo.