“¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?”
Arranco con esta frase del Quijote, porque hasta donde se, es el único libro que tiene ahora mismo el Chapo en su celda para contrarrestar su presunta depresión-post-recaptura. Esta semana el querido Carlos Loret, colega de este diario, periodista y amigo de muchos años, difundió en su cuenta de Twitter esta joya documental que él mismo tituló: “La imagen del Chapo tras las rejas”
Ahí está Joaquín Guzmán Loera, sólo, de espaldas, otra vez en el Altiplano, de hecho la tercera vez desde 1993. Con todo y los títulos de multimillonario y jefe de jefes, hoy está preso de nuevo. “Donde una puerta se cierra, otra se abre.” Salió por un túnel en julio de 2015 y regresó por la puerta grande en enero de este año, después de haber sido detenido en Los Mochis hace 15 días apenas.
Es decir, regresó a la cárcel en menos de 6 meses después de gozar una libertad efímera, a salto de mata; lo que sea que le haya costado aquel túnel, las motos que compró en Elektra, las dos avionetas y sus enormes pantallas planas en cada cabaña que ocupó más su docena de camisas Barabás, le salieron demasiado caras para volver hoy a prisión.
Veo esta imagen y me pregunto, ¿En qué estará pensando el Chapo cada día dentro de esas paredes? ¿En sus negocios?¿En su madre?¿En su esposa? ¿Hijas, hijos? ¿En Kate?¿En qué?¿En quién?
“Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.”
El Chapo claramente ya no necesitaba dinero, ni un peso pues; lo que ahora necesitaba era consolidar su nombre, su fama, su legado; por eso se descuidó con Kate, por eso le mandó comprar su celular rosita, por eso se grabó con ese celular, por eso, porque la riqueza y el dinero no llenan el espíritu. El Chapo es clara muestra de eso. Los videos pirata que tenía en su última guarida, el tinte para canas y otras vitaminas dan cuenta de eso. De sus vacíos, de su soledad y de su debacle.
“Mientras se gana algo no se pierde nada.”
El Chapo va a cumplir 60 y sigue siendo nota mundial, a estas horas estará custodiado por dos guardias, con perros entrenados en el pasillo, vigilado 24 horas, con cambios de celda intermitentes y permanentes. Joaquín casi lo pierde todo, todo, menos la atención pública. Sigo viendo esta imagen y creo que casi será la última que veremos, es la despedida, el adiós, incluso la veo como la prueba de su derrota. El final de finales pues. Es un documento visual casi poético, de espaldas, en silencio y solo.
“Cada uno es artífice de su propia ventura.”
Coincido con Juan Villoro, quien hace días escribía sobre esa cabaña del Chapo en el triángulo Dorado, en serio, ¿tanta lana y tanto estrés, para vivir así? ¿En el monte, con solo unas chanclas y una pantalla de 30 pulgadas? ¿Neta? ¿Para eso tanta sangre? ¿Tanto dolor? En fin, esta es una gran foto, es una imagen que estremece, y como dijera Voltaire “Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme”. Hasta la próxima.