La era digital nos ha regalado enormes adelantos y un sin fin de nuevos hábitos; pero este fenómeno también nos ha traído una pesadilla: la verdad bajo asedio, la plaga de noticias falsas eufemísticamente llamada la posverdad. ¿Cómo distinguir, notas, imágenes o videos falsos de los que no lo son?
Esta semana el diario británico The Guardian alertó sobre un nuevo programa que permite manipular imagen y audio sobre videos reales a entera voluntad del criminal que lo tenga en sus manos. No hay manera de distinguir la mentira. Y para colmo, ahora los políticos se defienden de todo, argumentando que cualquier cosa que los dañe es “fake news”.
Se cuentan por miles, los casos de mentiras que circulan en la red, y por si fuera poco, conocemos varios casos que han llegado a publicarse en distintos medios de los llamados “serios” en todo el mundo. También -hay que decirlo- existen “colegas” que le mienten a sus redacciones con entrevistas o crónicas inexistentes; ganan premios y luego los pierden. Por eso es tan grave este fenómeno.
¿En qué momento la sociedad se engañó a si misma?
Hace décadas en México, la gente decía que la mayoría de los medios mentían o manipulaban, era un lugar común que en las marchas se gritara una consigna: “prensa vendida, cuéntanos bien” y los noticieros de televisión se llevaban la peor parte.
Hoy, con la proliferación de dispositivos móviles, conexión a Internet y un buen programa de edición, la gente se ha dedicado a mentir. Hay colectivos de personas que administran hasta 12 sitios en internet para propagar mentiras en todos los formatos, con “notas” de niñas que sangran por los ojos, hasta cosas serias que pueden derivar en pánico o linchamientos.
La gente dejó de ver las noticias en el Canal de las Estrellas para irse a Facebook, Twitter y YouTube, y al final cayó en algo mucho peor, ahí la gente es víctima permanente de noticias falsas empacadas con un presunto aire de “independencia” que resulta patético.
Hoy la mentira vive en las redes. Y quienes las fabrican van más allá, estos personajes sin ética profesional, literalmente clonan los sitios con credibilidad para insertar ahí sus mentiras. Es una especia de corrupción informativa.
Esos sitios falsos, generan mucho dinero y en otros casos un “alguien” lo paga para influir en la opinión pública y posicionar sus intereses con la complicidad de un público amplio que consume todo lo que le acomoda a sus prejuicios. De ahí su éxito. Esas mentiras solo exacerban pasiones absurdas y alimentan la ignorancia colectiva.
Es paradójico que en una era hipercomunicada la mentira sea la moneda corriente. Alguna vez, alguien me dijo que la mentira siempre se adhiere a mentes débiles y tenía razón.
Hoy los medios de comunicación y los que en ellos trabajamos, debemos tener una doble responsabilidad, no sólo reportear o investigar con sumo cuidado, sino verificarlo todo, dos o tres veces si es necesario, debemos ser un filtro profesional y escrupuloso de todo lo que vemos y documentamos.
Hoy el medio que quiera sobrevivir, debe reforzar sus procesos internos y volverse más estricto en todo.
Así debemos asumirlo; quién no lo haga, no solo hará el ridículo, su carrera quedará descarrilada para siempre como ya lo hemos visto en Estados Unidos o en nuestro propio país. Basta. Digamos NO a las noticias falsas y denunciemos a quien las factura, comparte y fomente. Es la única manera de cerrarle el paso a esta barbaridad.
Ahí viene el 2018 y prepárense para el repertorio de estupideces que tendremos que soportar en la famosa era de la posverdad. En Europa ya es un tema de seguridad nacional, y existe un grupo de expertos dedicados a combatir las noticias falsas. En el futuro eso debería ser un delito.
Refrendemos pues el compromiso con la honestidad, con la idea del bien común; recordemos por qué o para qué nos convertimos en periodistas y enfrentemos esta misión contra la mentira de manera integral y sin tregua.