Pocas revistas en el mundo se dan el lujo hoy de contratar a James Nachtwey y enviarlo a una zona devastada. En este caso, la revista TIME lo hace a unos días del terremoto en Nepal de 7,8 grados que devastó a aquel país de Asia central.
Así se trabaja en el primer mundo. Apenas la semana pasada les platiqué en este mismo espacio sobre la imagen que saltó de Instagram a la portada de Time.
Hoy les cuento que la misma revista que aprovecha el boom en redes sociales del “periodismo ciudadano”, decide enviar al mejor fotógrafo de guerra del mundo a echar un ojo a Katmandú.
De esta manera los editores de Time nos dicen claramente que están dispuestos a todo para mantenerse en la cima de las publicaciones de su tipo. Por un lado acuden a un gran ojo para ver cómo quedó Nepal y su gente, aunque la noticia ya no sea noticia, para apostarle al punto de vista de un profesional en donde además incluyen sus reflexiones escritas en una par de entregas que culminan con la portada de esta semana.
Un trabajo de lujo pues.
Así es como la redacción neoyorquina enfrenta la competencia en contenidos, una semana rescatan una imagen viral en redes y a la siguiente mandan Nachtwey a Nepal, como en los viejos tiempos. La foto que ven en esta columna refleja el dolor humano por la pérdida de vidas en Nepal y la desaparición de barrios enteros.
El resto de las imágenes refieren el dolor, la destrucción de templos, la solidaridad y la destrucción de un pueblo. Con el número de muertos en aumento y cifras que se actualizaban día por día, James Nachtwey (fundador de la agencia Seven) volaba hacia Katmandú mientras se consumían los restos de los muertos en una procesión interminable de despedida colectiva. Imagino a Nachtwey caminando entre las cenizas de un pueblo arrasado para registrarlo todo.
Observador y disciplinado como siempre ha sido él, Nachtwey trabajó con su cámara 20 horas al día durante al menos una semana por allá. En Bhaktapur, mientras los equipos de rescate continúan la búsqueda de los desaparecidos, este fotógrafo de excepción camina sobre los escombros buscando esa imagen que se convertirá en el recuerdo de una tragedia.
Nachtwey es al fotoperiodismo lo que Messi al soccer, son personajes de excepción, hacen parecer cualquier Gol como cosa fácil, como de rutina pero nadie los iguala. Son únicos.
El hecho de que Time se decida a mandarlo me llena de esperanza con respecto al cambio de paradigmas en el fotoperiodismo global, resulta que como en la teoría del péndulo, todo vuelve y ahora a la vieja usanza, esta y otras publicaciones empiezan a equilibrar sus contenidos con las ventajas y desventajas que todo decisión conlleva.
Me emociona ver a Nachtwey en acción y a una redacción legendaria recuperando la energía perdida con el schock de internet y las redes sociales.
Ya volveremos a ocuparnos de lo que pasa por acá, pero por lo pronto, mucho que aprenderles a los colegas del norte.