Estamos en Guerra. Hoy se suma otro escenario bélico al mapa de nuestro planeta. La nueva guerra en Medio Oriente, entre Israel y Hezbolá. Desde hace días, decenas de fotógrafos de todo el mundo viajan a la zona de conflicto. Y ya este fin de semana cayó muerta la primera fotoperiodista.
Su nombre, Naylal Nayib, de 23 años, fotógrafa del semanario libanés Al Yarass. Esta joven fotógrafa falleció en medio de los bombardeos al sur del Líbano, que desde el 12 de julio tiene a esta zona bajo la sombra de la muerte. La pérdida de vidas civiles e inocentes son inaceptables para la humanidad.
Esta guerra apenas comienza y llevará meses pararla, mientras tanto, los muertos en ambos bandos se sumarán día con día. ¿Qué motiva a los fotógrafos de guerra a moverse a la zona de combate? En términos periodísticos, no hay duda, la nota internacional más relevante de hoy se genera en el Líbano. Pero aun así, ¿por qué arriesgar la vida por una imagen?
Se sabe entre los colegas que una vez que estás en tu primera guerra se genera tal adrenalina que ya nada te parece igual. Todo lo demás aburre. Este tipo de reflexiones profesionales y existenciales las hemos considerado todos los que en alguna oportunidad fuimos enviados a zonas de guerra.
Recuerdo que en 2003, cuando la invasión a Irak, junto con un compañero reportero Pascal Beltrán del Río, mientras esperábamos en Beirut nuestras visas para entrar a Kuwait, decidimos entrevistar a los líderes de Hezbolá en la misma zona que hoy está devastada al sur de esa ciudad.
Aquella tarde, luego de hacer algunos contactos, el taxista nos dejó a unas cuadras del enorme conjunto habitacional donde tenía su sede la cúpula de este grupo armado y, después de varios retenes, logramos la entrevista, las fotos y regresar con vida al hotel. No podíamos dormir de la adrenalina que circulaba en nuestro cuerpo.
Por la noche nos preguntábamos, ¿de dónde surge tal satisfacción profesional? Y concluímos que nuestra principal misión como periodistas era acercar a los lectores a una realidad detrminada, por encima de la integridad física. Debíamos entonces superar el miedo. Cuando la familia o los amigos, te preguntan: ¿a qué vas a la guerra?, ¿estás consciente de que puedes morir? Respondo que eso es precisamente en lo último que pensamos.
Si por un instante antepones tu integridad física a la de tu ejercicio profesional, debes renunciar al periodismo.