Como lo adelanté la semana pasada, en estos días se dieron a conocer dos premios nacionales que incluyen a la fotografía como principal factor de comunicación. Hoy nos enfocaremos en uno de ellos.
El martes pasado presentamos en el sur de la ciudad la convocatoria para la décimo tercer edición de Rostros de la Discriminación, certamen que organiza el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, que hoy dirige la maestra Alejandra Haas, y que cuenta con el apoyo de importantes instituciones como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Nacional Electoral y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, entre muchas otras.
Si somos francos, -ya lo he dicho antes- la existencia de este premio es una contradicción, en esencia no deberíamos premiar historias que no tendrían que existir, sin embargo, resulta que en un país como el nuestro, este tipo de certamen es al mismo tiempo vital, si lo que queremos, es visibilizar un problema endémico enraizado en nuestra sociedad.
Vamos para 13 años convocando y evaluando materiales de colegas que participan en diversos géneros y seguimos viendo lo mismo: miseria, machismo, marginación, abandono, migrantes y discriminación; el rostro de la desesperanza pues.
Claramente los efectos de la discriminación en la vida de las personas son negativos, porque vulneran a los más desprotegidos. Sus consecuencias son devastadoras, porque derivan en la pérdida de derechos y acentúan la desigualdad social.
Y en casos extremos, esta conducta orilla al aislamiento de quien lo padece, arrincona a las mujeres a ser víctimas de violencia machista y que incluso en muchos casos, les arrebata la vida. Es por ello que la pertinencia de este premio es crucial si queremos vivir en una mejor sociedad, este reconocimiento y sus categorías, están orientadas especialmente a los colegas del interior del país, para que se animen a contar esas historias que solo ellos conocen.
El premio crece y hoy se reciben tres veces más piezas de lo que hace una década enviaba, y vamos por más. Colegas fotógrafos, periodistas, gente de radio, televisión y transmedia, no se queden fuera de la conversación, envíen sus trabajos, este certamen es suyo y está abierto a todas aquellas personas que se dedican a labores periodísticas cuyos trabajos hayan sido publicados entre el 14 de julio de 2016 y el 13 de junio de este año.
La convocatoria cierra en un mes y en esencia sus piezas deben hacer referencia a alguno de los siguientes grupos de población: mujeres, niñas, niños, adolescentes y jóvenes; pueblos y comunidades indígenas; personas de talla pequeña, LGBTTTI, personas adultas mayores o con discapacidad, víctimas de trata, migrantes, refugiados y otros grupos en situación de discriminación.
Se trata de una bella oportunidad no solo para ser reconocido por sus pares, sino para potenciar su mensaje y compartir esas historias que debemos conocer para no repetirlas.