Templarios

En medio de un podrido conflicto criminal y plagado de corrupción en buena parte de Michoacán, mientras los Templarios queman camiones, las autodefensas toman pueblos y el gobierno Federal interviene; cientos de periodistas de todo el mundo se movilizan a la zona para “cubrir” lo que venga. 

Lo que nadie sabía, es que desde hace varias semanas, un discreto fotógrafo francés ya había llegado y trabajaba en territorio hostil a lado de las autodefensas locales. 

Su nombre es Jérôme Sessini, de 45 años años y miembro de la agencia Magnum. Las imágenes de este destacado fotógrafo ya le dieron la vuelta al mundo una vez publicadas por la revista TIME. 

En su serie sorprende el “acercamiento” con miembros de las autodefensas. Trabaja pegado a ellos, como si de su sombra se tratara, con discreción y respeto. Sin duda un trabajo excepcional. Sus fotos muestran la miseria de todo conflicto armado, allí están los “punteros”, los enfrentamientos, los tráilers quemados y la muerte. 

Pero además, nos regala una imagen gloriosa: la sala de Enrique Plancarte Solís, uno de los Jefes Templarios más buscados. Una residencia llena de lujos, pantalla plana, acabados de primera como si estuviera fincada en Miami, pero tan solo se trata de una “casita” en Nueva Italia, Michoacán. 

Esta imagen es el reflejo tangible del dinero sucio proveniente del narcotráfico, de las extorsiones, del derecho de piso, secuestro, venta de hierro ilegal y la danza de millones de dólares de aquí para allá. Nada refleja mejor el Poder del Crimen que su vulgar lujo en medio de la miseria colectiva y por eso trafican, matan y están dispuestos a morir. 

Las fotografías de Jérôme son implacables, están tomadas sin piedad. Retrata perfecto el apocalipsis de esa zona, en tan solo un par de semanas. Es un trabajo intachable y pulcro. Jérôme empezó su carrera en París allá por 1998 cuando la agencia Gamma le dio la oportunidad de cubrir Kosovo; desde entonces ha estado en Somalia, Irak, Haití, Palestina y Líbano entre otras zonas de conflicto. 

Lleva más de 15 años viendo la muerte de cerca, de ahí su serenidad y ojo para abordar este tema. Este fotógrafo francés conoce bien nuestro territorio desde 2008, cuando decidió trabajar en el norte de México, se trata de una aproximación a la guerra de los cárteles. 

Con este trabajo obtuvo una beca de Getty y acaba de publicar el año pasado el libro “The Wrong Side”. Ahora bien, no puedo dejar de preguntarme entonces por nuestros respetados colegas mexicanos. ¿Por qué nadie había logrado entrar a la zona antes de que fuera nota de hoy? ¿En dónde están los fotógrafos mexicanos que dicen que sólo necesitan una oportunidad? ¿Por qué hablan tanto y fotografían tan poco? 

Ahora mismo, mientras usted me lee, hay decenas de fotógrafos de todo el país en la zona y sin embargo sus fotos dejan mucho que desear. 

Este conflicto es una gran oportunidad para los nuevos fotoperiodistas mexicanos, o al menos así deberían de verlo. De todo lo que ha circulado en estos días destacaría el trabajo de Jorge Serratos del diario El Universal, Miguel Tovar de Getty, Jorge Dan López de Reuters y Rodrigo Cruz que colabora para el New York Times

Muero por ver más adelante las fotos de Héctor Guerrero de la AFP y Eduardo Jiménez de Excélsior. Quizá solo es cuestión de paciencia. 

Fuera de eso, no veo el trabajo de los demás, ¿por qué? No lo sé. 

Dirán que los editores, que el espacio y que las mangas del muerto, pero en los hechos, no se ve nada espectacular. Vuelvo a revisar las imágenes de Jérôme Sessini de Magnum y confirmo que la preparación, el ojo, la tenacidad del fotógrafo, y la visión de los editores de foto en el extranjero más sus recursos económicos son parte de la respuesta. 

¿Cuándo veremos en México trabajos como éste, hechos por nuestros connacionales y publicados ampliamente en nuestros medios? ¿Cuándo?