Esta semana Time anunció su portada para el próximo 24 de febrero. Trae un buen retrato del Presidente Enrique Peña Nieto tomada por el fotógrafo Peter Hapak, quien a retratado a distintos personajes de la cultura y la política internacional e incluso cuenta con una serie de retratos a refugiados sirios muy recomendable. La entrevista la hace el estupendo reportero Michael Crowley.
El retrato de Peter Hapak a diferencia de la primer portada que le dedicaron a Peña Nieto en la misma revista en 2012, refleja un cambio cualitativo en el rostro y su mirada. Pasa de ser un candidato en blanco y negro con mirada frontal, a un personaje en colores elegantes, suaves, pero con ángulo en contrapicada; lo que inevitablemente subraya una nueva narrativa visual desde el Poder.
Todo es percepción y ese es el tema, un Presidente en cualquier parte del mundo, encarna el Poder y eso hay que describirlo con luz, con composición, con encuadre, con la sonrisa, con la mirada y el semblante. Todo esto sintetiza Time.
Esta portada transita del Poder de la Imagen a la Imagen del Poder. En poco más de año y medio entre un retrato y el otro, se nota la consolidación de un estilo, se percibe el orgullo de lo conseguido y se busca contagiar confianza. Se trata de marcar rumbo, de señalar un destino.
Esa es la esencia de la Imagen del Poder. Y eso es este retrato.
Toda imagen contiene mensajes implícitos. Aquí claramente se trata de visibilizar el Poder de un Presidente joven, cercano a la gente y que busca renovar el quehacer político. Pasa de un retrato en primer plano en busca del voto, a un retrato ya con los hilos del Poder en la mano. Y son precisamente esos hilos los que transforman el rostro y la mirada del Presidente.
Se trata de capturar un “instante” y convertirlo en ”eternidad”. Esa es la fuerza de la fotografía. Eso lo sabían los editores de Time y en eso se enfocaron. Así las cosas, podría haber sido una portada más en el concierto mediático. Pero no fue así, tal parece que la Imagen del Poder en un país tan polarizado como el nuestro, desató todo tipo de pasiones.
Si para el Poder siempre ha sido clave un buen manejo de imagen; para los que hoy se sienten activistas o revolucionarios en redes sociales, los agravios del pasado, son hoy combustible ideológico para sentirse “indignados” por la decisión editorial de un grupo de periodistas en Nueva York.
Así pues, resulta que esa “memoria colectiva” del pasado histórico, no propone nada, sólo se desahoga en chistes o insultos. No cabe duda que en México, su gente, sus instituciones y su desarrollo político corren a distintas velocidades. Hoy el país tiene más y mejores instrumentos para empoderar a la ciudadanía en general y con más “dientes” para acotar el Ejercicio del Poder. Hemos cruzado ya la alternancia política, incluso dos veces. Hoy existen medios más plurales y diversos en todo tipo de plataformas. Todo mundo tuiteá o dice lo que se la da la gana y no pasa nada. ¿No es suficiente? Quizá no, pero cada tanto, mediante lo instrumentos disponibles en la arena política de nuestro país, hemos venido avanzando.
¿No es demasiado atribuirle exclusivamente a la figura Presidencial, todos los males de la Nación o todas sus virtudes? Pocas Presidencias en México han sido tan profesionales y cuidadosas con la proyección y construcción de una nueva narrativa visual desde el Poder, como lo ha sido hasta hoy el equipo que acompaña al Presidente Peña Nieto.
Y hay que decirlo como es, además ha resultado exitosa. Es claro que todos queremos un mejor país, mejores políticos, mejores periodistas, más y mejores estudiantes de calidad, una mejor economía y si me apuran; en una de esas, hasta ganar el Mundial en Brasil, pero calma.
Esto es México y todo eso va, pero va a su ritmo. Así que serenidad y punto