Si usted no ha visto la serie, no siga leyendo. Una fotografía viral, el robo de un poema y una fiesta en la que Hannah Baker es violada, son parte de los motivos por los que nuestro personaje se quita la vida. Jay Asher es el autor de 13 razones, la novela para adolescentes que se publicó originalmente en 2007 y que hace algunas semanas Netflix estrenó a nivel mundial.
Asher nació en 1975 y tiene una hija que ahora ronda los 17. Su libro es Best Seller con más de 3 millones de copias vendidas en los Estado Unidos. Todo comienza con un primer beso y una foto casual capturada con celular. Es precisamente esta última imagen la que desata una espiral de pesadilla para el personaje de Hannah. Justin, el autor de esa foto la muestra a sus amigos y éstos la viralizan. Casete uno, lado A.
La narrativa de esta serie es fascinante, las razones de Hannah Baker las graba ella misma en siete cintas, que son la clave para descubrir por qué decide suicidarse.
Más allá de la polémica que plantea la serie. Creo que quien produce y comunica historias, debe tener un alto sentido ético y de responsabilidad; todo creativo debiera imponerse a los paradigmas del dinero fácil, darle la vuelta al mercado que apela a las preferencias más básicas de la audiencia.
Un creativo no debería pervertir su talento produciendo narco series, como las que hoy inundan la televisión latinoamericana. En dicho sentido, el guión de esta serie es un alivio. 13 razones, es una historia original que condensa inocencia, acoso, burla, bullyng, prejuicios, soledad y abuso en un espacio estudiantil. Ambiente en el que nadie parece notar que cada pequeña acción u omisión, afecta a todos y llevará a la protagonista a cortarse las venas.
Aunque la serie no es una gran producción, ni tiene una fotografía memorable, el recurso narrativo que contextualiza la historia, es genial. La paleta de colores en tiempo presente, es de un gris invernal, que se yuxtapone con lo que se refiere al pasado inmediato, bajo una cromática que cambia a colores más vivos, mucho más cercanos a la primavera o al verano que a ninguna otra temporada, y ambos tiempos narrativos se mezclan a la perfección.
Adicionalmente mientras ocurre la metanoia de Clay Jensen, (el chico que escucha las cintas); él camina por los pasillos donde aparece Hannah a través de un recurso visual muy original. La serie puede que arranque lenta, pero sube de tono y atrapa.
Si no somos conscientes de la responsabilidad social de quienes estamos en medios profesionales, no podemos quejarnos de la sociedad en la que vivimos.
Las nuevas tecnologías y su alcance global, deben ser vistos como enormes ventanas de oportunidad para producir contenido que mejore nuestro entendimiento del mundo. Las series de televisión o el cine no deben ser concebidos como simples pretextos para el negocio, deben aportar y buscar una mejor visión del mundo.
Así lo apuntó hace tiempo el cineasta británico David Puttnam: “Los nuevos medios son mucho más que entretenimiento”, “sirven para reforzar o socavar la mayoría de los valores más extendidos de la sociedad”.
Esta serie deja una fuerte reflexión para todos aquellos que piensan que sus acciones son triviales, inofensivas o que no afectan a nadie; grave error, todo cuenta. Puttnam sentencia: “Si fracasamos en el uso responsable y creativo de estos medios, si los tratamos banalmente como industrias de consumo, más que como complejos fenómenos culturales que son, es muy probable, que estemos dañando de manera irreversible la salud y vitalidad de nuestra sociedad”.
El éxito de esta serie, confirma que si aceptamos el compromiso de enfrentar los retos de nuestro tiempo, no sólo ganaremos en el terreno comercial, sino que adicionalmente estaremos contribuyendo a construir una mejor sociedad; y en eso radica también, el poder de la imagen y sus nuevas narrativas. Si usted tiene hijos adolescentes, no se la pierda