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Ulises Castellanos

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November 26, 2019

El perro de Evo Morales y las Photo Fake News

Por Ulises Castellanos

Al parecer, la mentira tiene permiso. En distintas entregas anteriores, hemos hablado sobre el cáncer que representan las Fake News difundidas en redes; hoy permítanme enfocarme en las imágenes falsas que circulan impunemente en redes sociales, y que no sólo desvirtúan cualquier debate, sino que adicionalmente envenenan la mente de quién las cree y se construye un mundo colateral a partir de ello. 

Hace unos días, en la ociosidad de un vuelo relámpago, vi pasar un tuit de Rafael Cabrera, periodista de la AP quien alertaba sobre una foto falsa en redes, que mentía sobre la muerte de un perro atribuido en propiedad a Evo Morales y que (falsamente) fue asesinado por militares bolivianos. 

Y cito la nota de Cabrera: 

“LA AFIRMACIÓN: Diversas publicaciones en redes sociales difunden una fotografía que supuestamente prueba que el perro que adoptó el expresidente de Bolivia, Evo Morales, fue asesinado por militares como parte de las protestas que se registran actualmente en el país.” 

“VERIFICACIÓN AP: Falso. La imagen original fue tomada en julio de 2008 y el incidente ocurrió en Chile, en el marco de una serie de protestas estudiantiles.” 

“LOS HECHOS: El pasado 1 de agosto, el expresidente de Bolivia, Evo Morales, publicó un tuit anunciando que adoptaba a un perro, al cual nombró como Ringo” “Pero no es la única prueba de que la foto no es actual, ni de Bolivia” Además existe un video de las protestas estudiantiles en Chile, donde se puede ver cómo ocurre aquel accidente. 

En resumen: la foto que se viralizó en redes, es una mentira que no muestra al perro de Evo Morales atropellado por el Ejército de Bolivia; sino otra imagen que corresponde a lo sucedido en Chile, pero hace más de una década allá por 2008. 

Así las cosas, entonces ¿Quién está detrás de la mentira? ¿Qué persiguen los que inventan información falsa? ¿Por qué tiene tanto éxito en su circulación? ¿Cuánto tiempo circulan y quiénes las detectan? ¿Es posible prevenir su difusión? ¿Existen sanciones para quien miente o las difunde? Nada tiene una respuesta clara. ¿Qué pasará con las nuevas generaciones que solo consumen información en redes? ¿Cómo vacunar a la sociedad frente a tanta basura informativa y visual recorriendo sus dispositivos? No lo sé. Pero algo habría que hacer. 

Inútil buscarle respuesta a todo, pero claramente el fenómeno se mueve entre la inocente broma de un adolescente en redes y la perversidad de un grupo político o empresarial que manda confeccionar las notas a su gusto, en el marco de una guerra comercial o que responde a un proyecto político en específico. 

¿Qué persiguen? Destruir, difamar, confundir; ejemplos sobran. Y ¿quién les da vida? Pues primero, un grupo de creativos malintencionados sin el mayor escrúpulo profesional y bajo las órdenes de un cerebro estratégico que por lo general se queda en el anonimato. Lo increíble, es que después de un empujoncito de bots, la gente frecuentemente lo hace viral de manera orgánica. De ahí que a cada rato, cualquier universitario o gente de la “oficina” diga con total ligereza: ¿Vieron que ayer aterrizó un ovni en el zócalo?, si, lo vi en Twitter; Juan Gabriel no ha muerto, me llegó un whats de un amigo; Brad Pitt es mujer, lo vi en Facebook me cae, y así al infinito. 

A veces hay consecuencias, en la mayoría de los casos, no. Y ¿cuál es el caldo de cultivo que ayuda a germinar la semilla de la mentira? Pues la ignorancia, el dinero, los intereses y el consumo de noticias sin fuentes, gratuitas y sin rigor. ¿Existen sanciones para quien miente o las difunde? Hasta ahora no. Pero sobre todo, porque no hay reglas claras sobre este tema en redes sociales y toda esa basura informativa flota sobre un océano de impunidad global y cibernético, que resulta difícil de regular o controlar. 

Siempre se han filtrado mentiras visuales e informativas en los medios, desde su nacimiento, pero hoy nos toca vivir en el absoluto reinado de las Fake News, -texto e imagen- sin que nadie las detenga. De ahí la importancia de los editores y verificadores profesionales que deben estar siempre alertas frente a lo inverosímil, en un ambiente repleto de intereses y mezquindades. 

Y para muestra un botón, aunque desde la invención de la fotografía siempre se ha buscado manipular la imagen, no es, sino a principios del siglo XXI que con los software de Photoshop y otros derivados, la fotografía se volvió más difícil de diferenciar entre la falsa o verdadera.  

Cómo olvidar una de las primeras de este siglo, después de los ataques en las torres gemelas, aquel 11 de septiembre, cuando se publicó en línea una foto (falsa) que presumía haber sido “tomada” justo un segundo antes de que ocurriera la tragedia, -con un turista en primer plano mientras viene uno de los (presuntos) aviones que se impactaron en las torres gemelas de Manhattan- y sin embargo, la gente rápidamente comenzó a compartirla. Por fortuna no existían ni Twitter ni Facebook, su impacto fue bajo y terminó en un meme infinito, con ese turista atestiguándolo todo, en la historia de la humanidad. 

Arriba se las dejo, para que no olviden el principio de la mentira digital hecha imagen. No crean todo pues. Verifiquen siempre. 

Columna publicada en El Sol de México (Noviembre 24, 2019)

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November 26, 2019

Reflexiones al vuelo

Por Ulises Castellanos

Esta semana se publicó un texto del Maestro Francisco Mata en el portal de “Periodistas de a Pie” que dirige Daniela Pastrana y que recientemente ha incorporado una sección para reflexionar sobre la fotografía y que coordina mi buen amigo Duilio Rodríguez. 

El texto de Mata se titula “Fotografía documental: paradoja de la realidad” y es muy bueno, puntual e inteligente, como su autor. Siempre he considerado Francisco como uno de los mejores fotógrafos de su generación y uno de lo más inteligentes analistas de la imagen que yo conozco. Su texto me dejó con muchas reflexiones sobre la imagen y me parece genial como describe nuestros tiempos modernos. 

Sin embargo, me gustaría responder algunas de sus preguntas, aunque no alcance su nivel de lucidez, para exponer el tema. No pretendo polemizar, y menos con él, a quién además considero ya, un entrañable amigo desde hace muchos años. Veámoslo como un ejercicio de convivencia intelectual. 

Comienzo por citarlo textual : “En el contexto de las nuevas maneras de producir, difundir y leer las imágenes fotográficas, es cada vez mas difícil establecer barreras o fronteras precisas entre los géneros, las técnicas, las interpretaciones, las intenciones o las lecturas de la fotografía. Cuando hablamos del trabajo documental, ¿de qué fotografías estamos dejando de hablar?, ¿una imagen por el solo hecho de ser construida pierde este carácter de documento?, ¿cómo podríamos establecer las características básicas que nos definan a la fotografía documental?, ¿es esta manera de fotografiar un conjunto de certificados de veracidad?, ¿la foto no documental es entonces un montón de mentiras?” Y ahora trataré de responder sus preguntas desde mi óptica. “¿De qué fotografías estamos dejando de hablar?” 

Aunque Paco dice que: “Hablar de foto directa ya no basta para definir al documentalismo” con lo que coincido plenamente, solo agregaría que desafortunadamente el debate sobre la fotografía documental y periodística en nuestro país es muy pobre e intermitente. 

En los ochenta se debatía con mayor pasión y desde distintas plumas, hoy eso no existe, salvo un par de excepciones, quizá esto último se explica derivado de la pérdida de relevancia que hoy le dedican la sociedad y sus medios a la producción fotográfica documental, al menos en México. Es un hecho, que solo por mencionar una categoría, la fotografía periodística está en fuerte recesión, falta de espacio, salarios bajos y una industria que vive su peor momento financiero y de influencia social. Se perdió el monopolio de la información, la palabra y la imagen, frente al embate de las redes sociales. 

En las dos últimas décadas del siglo pasado y quizá la primera de este nuevo siglo, ser fotoperiodista era relevante para los medios y para nuestra sociedad en su conjunto. Había coloquios, encuentros, libros, concursos, suplementos, exposiciones, talleres y una intensa vida fuera de las páginas de los diarios y revistas. Eso se ha esfumado en la última década y son contados los esfuerzos que unos y otros permanentemente hacemos. 

Así que en lo hechos, hoy en día, si se ha dejado de hablar de fotografía documental y periodística, y los jóvenes universitarios ya no retienen ni los nombres de los colegas cuando hacen una buena foto porque la vieron pasar en Twiter en menos de un segundo. Así que de eso, es también, de lo que estamos dejando de hablar. “¿Una imagen por el solo hecho de ser construida pierde este carácter de documento?” 

Aunque Mata plantea una hibridación de distintas categorías y sustenta muy bien lo argumentado, yo creo que sí, que si se pierde ese “carácter de documento” cuando de alguna manera el autor (que se ostenta como fotoperiodista) interviene o construye una realidad alterna al hecho original, dado que se cruza una línea sin retorno, el de la imaginación. Ahí están los célebres casos de Giorgio Viera y Narciso Contreras, uno haciendo pasar su “creación y plagio” como “trabajo documental” y el otro “desagregando” información que le quitaba el “carácter” de exclusividad a su imagen. Y ya sabemos cómo terminaros esas historias. 

Por ello la “construcción” me parece el antagonista más obvio de la fotografía directa o documental. “¿Cómo podríamos establecer las características básicas que nos definan a la fotografía documental?” Sencillo. Apegarse lo humanamente posible a los principios de honestidad y veracidad que al periodismo atañen. Obvio aceptando la subjetividad del autor. Pero sin aceptar mentiras. “¿Es esta manera de fotografiar un conjunto de certificados de veracidad?” No, eso depende de cada imagen y su contexto. Pero la mentira es la mentira, venga de donde venga. 

“¿La foto no documental es entonces un montón de mentiras?” No. Tampoco, tampoco. Insisto, dependería de su contexto y de su intencionalidad. La fotografía “No” documental tiene su narrativa, su espacio y su pertinencia; es el equivalente a una novela, si está bien escrita, felicidades, pero nadie en su sano juicio cree que los hechos narrados en una novela, son hechos “reales” 

Así pues, termino comentando respecto del ejemplo que da Francisco Mata, sobre el trabajo “documental” de Robert Doisneau, que en mi caso, si se detonó una decepción personal al enterarme que eran personas pagadas por el autor, para besarse en la calle, y que hizo pasar por “espontánea”. Tan es así, que descolgué esa foto de mi sala cuando supe aquello. 

Para mí, el valor del trabajo honesto sobre lo fotográfico periodístico o documental, sigue teniendo un valor esencial. Así las cosas, aprovecho para dejarles por aquí el link original del texto de Mata, que es infinitamente más profundo y mejor, que lo que acaban de leer: https://piedepagina.mx/fotografia-documental-paradoja-de-la-realidad/? Gracias Paco, por hacernos reflexionar siempre con inteligencia, sobre nuestro quehacer profesional. 

Columna publicada en El Sol de México (Noviembre 8, 2019)

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November 5, 2019

Balas sobre el Asfalto

Por Ulises Castellanos

Aquel 17 de Octubre todo se descompuso en Culiacán. Las primeras noticias como lo referí aquí mismo, la semana pasada, llegaron por Twitter y aunque la mayoría eran de ciudadanos atrapados en el infierno; el primer periodista que alcanzó a subir un video fue Ernesto Martínez, que por horas quedó atrapado en la primer balacera en la zona de Tres Ríos.

Es curioso, pero Culiacán es en general una ciudad “segura”, prácticamente no hay denuncias por robo, ni secuestro y menos reporte de cobros por “derecho de piso” como le llaman los delincuentes. Es obvio que de alguna manera está “protegida” por el Cártel de Sinaloa, lo que mantiene a la ciudad y su gente en calma; es por ello, que lo desencadenado por el operativo contra Ovidio Guzmán fue tan sorpresivo y desconcertante para sus habitantes.

Así las cosas, en medio del tsunami informativo de aquel día, los fotógrafos locales tardaron en reaccionar y entre el miedo, el deber y las dificultades para moverse en una ciudad sitiada con autos quemados por todos lados, durante las primeras no veíamos nada de los colegas locales. 

Resulta que la foto que hoy les presento es de Enrique Rashide Serrato Frias, chilango avecindado en Culiacán desde hace unos 20 años. Allá vive y ahí arrancó su carrera como fotoperiodista. Empezó en 2008 en el Noroeste de Culiacán, donde trabajó cinco años, para luego convertirse en corresponsal de Cuartoscuro por otros cinco años. Actualmente es freelance y acaba de ganar la beca Jóvenes Creadores del FONCA. A Enrique lo conocí en un taller de Storytelling que fui a dar hace años a Culiacán y desde entonces ya mostraba un talento natural para la composición y las cualidades para este trabajo. 

Aquella tarde, él estaba comiendo con su familia en un restaurante chino cuando comenzaron las balaceras; obvio se asustaron, pero además no traía su equipo, cuando encontró la oportunidad de llegar hasta su casa en medio ya de una ciudad fantasma con el sonido de la metralla de fondo, decidió salir con su cámara a ver que veía. 

Por primera vez se encontraba en una ciudad desolada, y en riesgo total de que sufriera en carne propia algún daño personal, sin embargo se enfiló hacía la zona de Tres Ríos sobre las 5 de la tarde hora local y aunque reconoce que “sentía miedo” el instinto periodístico lo llevó hasta el punto de la primer balacera. Caía la tarde y circular por aquellas calles era lento y laberíntico, los miembros del cártel tenían cerrados los accesos y era imposible cruzar por donde ellos estuvieran, además, los pistoleros no son especialmente amables con una persona que carga equipo profesional y que se identifica como periodista. 

Al final, eso no lo detuvo, pero sí lo retraso, fue así como llegó a esa calle donde había un par de presuntos sicarios muertos y en medio de ese caos, el registra este detalle. Balas ensangrentadas sobre el asfalto. Aunque obviamente hizo más fotos, esta me parece que sintetiza muy bien el epílogo de aquella tarde de terror. 

La imagen reúne varios atributos semánticos que un “usuario de Twitter” nunca vería. Tiene foco selectivo sobre los casquillos, está tomada a ras de piso; aprovecha la textura líquida de la sangre mezclada con gasolina. Expone correctamente y consigue un ambiente lúgubre gracias a las luces de fondo que rebotan sobre el asfalto. Tiene valores denotativos que resumen la violencia de ese día. 

Es una imagen fuerte que nos permite contemplar el nivel de violencia y descomposición social que tiene sumido a nuestro país en un cementerio. No se necesita más. Sobran los muertos. Los vemos sin verlos. Rashide siguió haciendo foto y envió parte de su material a la Agencia francesa de prensa (AFP); trabajó hasta tarde y regresó a su casa temblando aún. La “guerra” le había tocado en su ciudad, como a Nachtwey en 2001 cuando atacaron las Torres Gemelas en “su” ciudad y no dudó en tomar su cámara registrar el horror. 

Al amanecer, Enrique salió de nuevo de su casa para ver el saldo del desastre, autos quemados, trincheras improvisadas, charcos de sangre, una ciudad sin escuelas, comercios cerrados, sin transporte y que apenas se recuperaba de lo sucedido unas horas antes. Así las cosas, este es un botón de muestra de lo que un profesional puede hacer en medio del caos. 

Enrique Rashide apenas cumplió 35, así que tiene todo para desarrollar su trabajo en la próxima década, afinando la mirada y evolucionando hacia trabajos visuales de largo aliento. No le pierdan la pista. 

Columna publicada en El Sol de México (Noviembre 1, 2019)

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October 28, 2019

Culiacán y el poder de las redes sociales

Por Ulises Castellanos

Lo primero que vimos el pasado 17 de octubre, en el operativo fallido de Culiacán, fue ese video en picada, de una camioneta blanca, con dos sujetos aferrados a una ametralladora Barret en pleno centro de la capital Sinaloense. 

A partir de ahí el “tsunami” de imágenes en video y fotografías de usuarios de las redes, en particular Twitter, inundaron todo nuestro time line. Era imposible abrir la aplicación sin toparse cada dos segundos, con una nueva imagen de lo que pasaba en las calles de Culiacán. 

Así durante horas, en contraste con el silencio gubernamental hasta que salieron por la noche a dar una conferencia de prensa desde la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana. 

Para entonces, ya circulaban en redes, miles de imágenes y cientos de versiones de lo que sucedía en Culiacán, millones de usuarios consumían esa información a la espera de saber a ciencia cierta qué pasaba. 

Las principales imágenes durante las primeras seis horas nunca fueron hechas o realizadas por profesionales, el 99% eran imágenes de gente atrapada en las balaceras, escondida en sus casas, agazapada en sus autos, corriendo sobre las calles y así al infinito. 

Nunca habíamos sido testigos de semejante “cobertura” realizada por el ciudadano de a pie. Un cálculo conservador arroja el breve dato, de que se registraron más de 200 millones de twits al respecto, sólo en el transcurso de las primeras 24hrs.  

Sin embargo, no vimos fotografías o videos de nuestros colegas por allá en las primeras horas, pero en los hechos así fue, sí de casualidad pudieron hacer algo, no se notó en redes. La cosa no estaba nada fácil. Ese sencillo dato nos lleva a preguntarnos sobre el sentido de “oportunidad” que ya ha sido dominado por los usuarios de redes, y tratar de comprender sobre la eficacia o no del periodismo profesional en los primeros minutos de un acontecimiento inesperado. Vamos, ¿quién consultaba portales, mientras todo sucedía en Twitter? 

Pero, analicemos los contrastes. Más allá de los Trending Topics que se posicionaron en México ese día, se calcula que un 33% de los tutis eran negativos, mientras un tímido 12%, defendía la decisión del gobierno, frente a un 55% que permanecía neutral o sólo leyendo sin participar. Según un estudio realizado en Holanda, el 35% de los periodistas cree que las publicaciones de las redes sociales son poco fiables, sin embargo, el 50% de ellos las utiliza como principal fuente de información. 

Teniendo en cuenta esto, es necesario responder a una pregunta: ¿Cómo las redes sociales han cambiado la forma de hacer periodismo?. 

Y de ¿qué manera esto influye en la opinión pública que mayoritariamente sigue información por redes, por la ventaja de ser gratuitas? Hoy no hay manera de llegar primero a una balacera sin que lo difunda primero un tuitero; en cosa de segundos los testigos y víctimas de cualquier evento trágico suben sus videos a la red y es así cómo nos enteramos en principio de cualquier desastre; lo que sigue es verificar, sintetizar y narrar la historias de manera profesional. 

Sin embargo eso también tardó en el caso de Culiacán. El flujo de noticias en la red, es instantáneo y su acceso, prácticamente universal. Cualquier usuario de smartphone puede conocer al instante, qué está ocurriendo en cualquier parte y desde cualquier lugar en donde se encuentre. Los medios estamos llegando tarde ya siempre, y eso es grave. 

El potencial de las redes sociales como medio de comunicación horizontal, instantánea, visual y globalizada está dominando la conversación, sin embargo eso no está reñido con el buen ejercicio del periodismo si se entiende como herramienta seria y que contribuya con información verificada. En minutos, por ejemplo, ese mismo día empezaron a circular imágenes de Siria o las favelas en Brasil como si fueran hechos en Culiacán, hasta que fueron desmentidas. De ahí el cáncer de las Fake News que circulan a la par de información cierta. 

Sin embargo, el usuario final no le da seguimiento a todo lo que consume, ni profundiza, quedándose con versiones falsas y verdaderas en su menú informativo al final del día. De ahí la importancia de que las autoridades sepan reaccionar rápido para llenar esos huecos informativos, cosa que tampoco sucedió aquel jueves fatal. 

Pero, ¿cuáles son las ventajas y desventajas de la información en redes? Inmediatez frente a precisión, el falso dilema. Primero, la cobertura de la información se da en tiempo real, nadie puede competir con ello. La información se genera desde cualquier punto del caos y está al alcance de nuestra mano. Incluye la posibilidad de añadir localización del hecho y eso es invaluable. 

Las redes suman la ventaja de incluir links, fotos, videos o documentos, y el ciudadano puede informarse, denunciar o contrastar inmediatamente lo que está recibiendo. Y es, en este último tramo, donde el ciudadano se siente con una función de contrapeso que nunca antes experimentó y le fascina. Por eso la adicción a las redes. Todo esto, a pesar de que el flujo de información es inabarcable. 

Sin embargo, éstas son sus desventajas: las fuentes de Twitter, son en su mayoría anónimas o desconocidas, lo cual se presta a propaganda o mentiras sin consecuencias para el emisor, generando también una falta de credibilidad en términos generales, de ahí la importancia de que la información sea corroborada por periodistas o medios acreditados; la velocidad de los acontecimientos evita contar con tiempo para contrastar la noticia o los hechos referidos, la gente primero consume, difunde y después verifica; esto también derivado, de una falta total de rigor periodístico que al final afecta a la sociedad en su conjunto y perjudica a los involucrados; en redes es imposible profundizar, matizar o contextualizar, de ahí que se pierdan valores añadidos y la información al final sea una mezcla de “mentiras verdaderas” que solo generan confusión, incertidumbre y desinformación. 

Esto nos lleva a reflexionar sobre el objetivo actual del fotoperiodismo, antes, nuestra tarea era la de difundir: “así fue”; pero hoy se trata de verificar, de investigar y compartir el: “así lo ví” y con esa perspectiva, contar las historias de sus protagonistas y compartir datos verificados. Así las cosas, derivado de los hechos en Sinaloa y más allá de los errores operativos o de comunicación oficial. 

Lo que pasó en Culiacán, es un buen ejemplo de los tiempos que vivimos y el resultado de una cadena de errores que no deben repetirse nunca más. ¿Y al final, por qué no vimos fotografías de los fotógrafos profesionales radicados en Culiacán? Eso, se los contaré la próxima semana. Hoy por lo pronto, les dejo una foto tomada de Twitter.  

Columna publicada en El Sol de México (Octubre 27, 2019)

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October 20, 2019

Huyendo hacia ninguna parte

Por Ulises Castellanos

Son décadas del éxodo de migrantes hacia el Norte, sólo que ahora es ya insostenible. Huyen de la violencia, de la miseria, de familias destrozadas, huyen de la desesperanza. Son los migrantes centroamericanos que cruzan por nuestro país con la esperanza de un mejor futuro. Meta, a la que en realidad, muy pocos llegan. 

Lo que no saben, es que su viacrucis estará plagado de peligros, tragedia, abandono, muerte y un muro infranqueable, la soledad del migrante frente a su destino. 

Esta semana se inauguró la exposición de fotografía “Huyendo hacia ninguna parte” de la documentalista Christina Simons, y hace unos días tuve la oportunidad de visitar la exposición en el Museo de Arte de Guanajuato, en la ciudad de León. La expo y su montaje me dejaron helado. 

La propia Christina narra como arrancó su proyecto como una asignación de Médicos Sin Fronteras, y que el tema evolucionó hasta completar toda la ruta de los migrantes desde los países expulsores hasta los Estados Unidos, Christina trabajó a detalle las historias con cada familia o individuos durante cinco años de trabajo. Desde Honduras hasta Texas, pasando obviamente por México. 

La imágenes en blanco y negro que se exponen en el Museo, recogen los rostros y las historias de cientos de migrantes que le confían a Simons, el detonador de su salida y la pesadilla de sus vidas en el presente, mujeres que salieron con cinco hijos y regresan con dos, o parejas que se pierden en el camino y personajes que terminan mutilados en el viaje. 

Las fotografías son desgarradoras, los retratos crudos y directos; la expo incluye audios y videos de su peregrinar junto a los migrantes que terminan siendo refugiados al final de su aventura. Llegar a los Estados Unidos, la verdad, ya resulta casi imposible. 

Christina Simons es una reconocida fotógrafa documental especializada en derechos humanos y libertades civiles. Vino personalmente a México a inaugurar su expo y es claramente una mujer sensible, que aunque sabe que no podrá cambiar el mundo, al menos confía en crear conciencia. 

Hacía mucho que no veía un trabajo documental tan coherente, limpio y contundente como este. Las fotos son muy buenas, excelente impresión y cada una contiene una historia de horror. 

La verdad, sale uno muy desesperanzado. 

La pesadilla de la pobreza, las pandillas de los maras, las familias rotas, las historias de violación y asesinatos como cosa de todos los días en Honduras o El Salvador, son una espiral al infierno. 

Por supuesto México y sus infiernitos no se quedan atrás. En la foto que aquí les presento de Christina, los migrantes viajan por "La Bestia”: un tren de carga que atraviesa México desde la frontera sur hasta el norte de nuestro país, -y que ahora es ya muy difícil de abordar-. Sin embargo, el viaje está lleno de peligros, sobre todo por caerse y lesionarse en las vías. 

Además el tren también es atacado constantemente por cárteles, delincuencia común y todos los que quieren explotar a los migrantes. La foto sintetiza la esperanza en sus rostros. Al final, todos ellos son gente que busca sólo una mejor oportunidad de vida, el problema es que a nadie parece importarles. Ni a nuestra sociedad, y mucho menos a los gobiernos involucrados. 

Todos ellos parecen estar en un limbo que pertenece a la dimensión desconocida. Y sólo gracias a estos trabajos, se logra visibilizar un pedacito del infierno. El trabajo de Christina se ha presentado en Australia, (donde radica) en Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, España y ahora en México. Su página es www.christinasimons.com y la expo se presenta en el marco de la edición número 47 del Festival Internacional Cervantino que cada año se presenta en Guanajuato. 

La expo puede visitarse en calzada de los Héroes 308, en León, Guanajuato; de martes a viernes desde las 10 y hasta las 17 hrs., sábados y domingos de 11 a 18 hrs y la entrada general para exposiciones temporales cuesta apenas $20.00 No se la pierdan. 

Por cierto, el próximo mes andaremos por allá en León, para impartir un taller exclusivo en México, Storytelling: “el arte de contar historias” en la Activa de Fotografía (del 20 al 24 de noviembre) en la Escuela que dirige mi colega Gerardo Dueñas. Para los interesados en inscribirse al taller de cuatro días por allá, sólo escriban al siguiente correo y mencionen esta columna, para que les hagan un bonito descuento, apúntense en leon@eaf.edu.mx y por allá charlamos. 

Columna publicada en El Sol de México (Octubre 20, 2019)

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October 14, 2019

Editar es jerarquizar

Por Ulises Castellanos

Derivado del debate de las últimas semanas sobre plagio o manipulación, permítanme retomar algunas consideraciones que ya hemos comentado en otras ocasiones, sobre la responsabilidad en la edición fotográfica informativa, y que no se puede tomar a la ligera.

Hacer una fotografía es sólo el arranque de un largo y complejo proceso que debe transitar toda imagen, antes de llegar a su destino final, que es la mirada de nuestro lector. Usted pues. 

La pregunta planteada hace tiempo desde que publicamos en 2015, un libro en la Universidad Panamericana sobre este tema, fue: ¿Editamos igual para medios digitales que para los medios impresos? Y la respuesta obvia es no. Porque los espacios son diferentes. El territorio de lo digital es casi ilimitado y mucho más interactivo, mientras que en los diarios o revistas es acotado y eso lo cambia todo. La clave está en saber ver. 

Pero, ¿Quién define esa última escala? ¿Quién es el editor de fotografía? ¿Cómo se construye un discurso visual? ¿Qué elementos deben ser tomados en cuenta? ¿Cómo se jerarquiza lo visual? Lo he dicho antes, pero parece que se olvida, ahora más que nunca, el rol del editor de fotografía es clave en todo medio informativo profesional, (digital o impreso) y éste debe trabajar en equipo siempre; le toca revisar el material de los fotógrafos; pero también el de las agencias y adicionalmente la “basura” visual que hay en redes, y al mismo tiempo estar pendiente de las perlas negras que el océano digital proporciona. 

Perdonen que insista pero “La imagen periodística como información, es sagrada y debe ser respaldada siempre por nuestra credibilidad, fuerza informativa y calidad estética”. Y por supuesto siempre estar atentos para detectar y denunciar las mentiras o imágenes manipuladas que rebotan en redes, pero que parecen creíbles y oportunas. 

Hoy, la responsabilidad en la edición fotográfica, se enfrenta a nuevos paradigmas, y el reto consiste en comprender el lenguaje visual de manera profesional y certera. Además de contar con reflejos para reaccionar en el momento oportuno. 

El editor de fotografía de un medio informativo, debe contar con cultura visual sólida, conocer y saber de otros fotógrafos, medios y corrientes contemporáneas. Debe ser un profesional a cabalidad en el manejo de imagen y gestión de equipos de trabajo. 

La narrativa visual informativa de hoy en día, transita en tiempo real, a través de las redes y en un contexto de competencia incluso internacional. El fotoperiodista trabaja en el terreno y sintetiza con su mirada un hecho inesperado o una historia humana, pero el editor debe potenciar lo que el periodista visual encontró en la calle y presentarlo de una manera atractiva, en colaboración estrecha con el equipo de diseño y el área editorial. 

Así lo publicamos en nuestro libro: “Editar es jerarquizar, ordenar y proponer lo mejor de la oferta visual disponible, partiendo del supuesto de que sabemos ver con base en una experiencia profesional”. La edición no consiste en eliminar sólo lo que no sirve, se trata de encontrar la imagen que comunica mejor lo que de otra manera no puede ser contado. 

Así las cosas, la idea es que en toda redacción profesional, el papel del editor de fotografía sea respetado y atendido. 

No sólo debe ser un distribuidor de asignaciones, debe tener capacidad de propuesta, ser un líder y contar con la agilidad mental para evitar que en su redacción caiga un autogol derivado de las “Fake News” que invaden las redes y que cada día retan la inteligencia de todos los editores que hoy están en los medios. Editar es jerarquizar, pues. 

Columna publicada en El Sol de México (Octubre 13, 2019)

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edición editor fake manipulación news plagio

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October 7, 2019

Imagen Líquida, ¿Plagio o Manipulación?

Por Ulises Castellanos

No confundamos conceptos. En días recientes, derivado de la fotografía manipulada de Santiago Arau el 15 de Septiembre pasado, la discusión entre colegas se polarizó y se rebotaron argumentos en favor o en contra, que nada tienen que ver, con lo estrictamente expuesto en esta columna y otros espacios. Vamos por partes.

Como lo referí aquí mismo la semana pasada, nuestra hoja de ruta como periodistas visuales, consiste en acatar la máxima regla del periodismo que indica que no debemos tergiversar la información de la que disponemos para su difusión. Nada de trucos, nada de mentiras. Bien, pero en tiempos de Fake News, ¿cuál es la diferencia entre “plagio’ y/o “manipulación”? Sencillo. El primero es una copia y el segundo es una mentira. 

Pero las dos, son faltas graves a la ética profesional del ideal que nos cobija. Respecto del plagio, la Real Academia española es clara, el plagio es: “una idea u obra literaria, artística o científica de un autor, que se presenta como si fuera propia”. Y esto incluye a la fotografía. Ejemplo contundente: el viejo caso de Giorgio Viera que le copió una serie documental al fotógrafo de la Agencia Magnum Chien Chi Chan y que fue ampliamente documentada en 2005, cuando el propio Giorgio tuvo que renunciar a su premio mal habido en la bienal de fotoperiodismo, que adicionalmente quedó en la ruina. 

Y con respecto a la “manipulación”, esto dice el diccioanrio: “Respecto a la norma periodística del “no mentirás” -la manipulación- contiene la condena de toda forma de propaganda ilegítima o de mentira respecto de la información” Esto derivado de agregar o desagregar datos a la pieza informativa presentada. Ejemplos muchos. Recientes, Narciso Contreras y Santiago Arau. 

Así las cosas, no debe confundirse el “robo” de una idea con la tentación de mentir “manipulando” nuestras propias imágenes. Todo esto viene a cuento, porque parece que las nuevas generaciones no entienden ciertos parámetros de conducta profesional que deben ser respetados, y sobre todo no comprenden la implicaciones a futuro que de su conducta puede repercutir en sus respectivas carreras dentro del periodismo profesional. 

Entendido esto, ¿Cuáles son los retos de la nueva narrativa visual de cara al siglo XXI? Pues comencemos por dejar atrás el mito de la objetividad en el periodismo global. Es verdad que bajo esa premisa crecimos y así trabajamos en el siglo XX. Sin embargo hoy la idea de objetividad en el ejercicio periodístico está rebasada por el valor de honestidad profesional que debe regirnos a todos los periodistas. 

Es probable que en estos tiempos, sigamos produciendo imagen fija con perspectiva documental, siempre buscando rostros e historias que trastoquen, comuniquen y vinculen a nuestra sociedad. Pero debemos poner por delante la responsabilidad social de comunicar con veracidad. Muchas cosas han cambiado en el medio ambiente mediático. Las audiencias se fragmentan. La mentira tiene permiso informal y la sociedad se polariza. 

Asistimos a un momento de transformación total de la hegemonía de ciertos medios. La televisión casi desaparece, los diarios son más leídos de manera digital que impresa y la radio la puedes escuchar cuando quieras sin necesidad de seguir un horario. Las redes dominan la conversación. 

Todo ha cambiado. 

A esto, sumen a la crisis del modelo de negocio actual. Lo de hoy es la convergencia, alianzas entre medios y un periodismo de investigación, libre, oportuno y multimedia. Pero siempre basado en la honestidad y credibilidad de quién firma. La hibridación es hoy una oportunidad enorme para los medios serios y con prestigio. 

Aunque en la última década han surgido innumerables sitios de divulgación informativa digital, en realidad son los medios fuertes, con historia y credibilidad los que pueden aportar más a la selva informativa. 

Hoy las fronteras entre la información profesional y las “FakeNews” son porosas y fáciles de confundir por el “gran público”, sobre todo ese, que no quiere pagar por informarse y que consume cualquier cosa que le suene atractiva, sin reparar en las fuentes o firmas de quién las produce. Por ello combatir el plagio y la manipulación son fundamentales. 

Los géneros informativos se mezclan y nuestras herramientas también deben expandirse, pero basadas en la ética. Hoy es vital que un fotoperiodista sepa hacer video, editar e incluso escribir, y esto aplica también para los colegas de la pluma. Ya no somos unidades únicas de producción. 

Donde antes “sólo” hacíamos una cosa y punto. Eso no es rentable ni aporta mucho al periodismo de hoy. Debemos diversificarnos. Aprender nuevos lenguajes, capacitarnos siempre, y no perder nuestra capacidad de sorpresa e innovación es fundamental. La base es la honestidad. Sin ella estamos perdidos. No se confundan.


Columna publicada en El Sol de México (Octubre 06, 2019)

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September 30, 2019

Santiago, la imagen del Grito y su resbalón

Por Ulises Castellanos

Santiago Arau es uno de los mejores fotógrafos de su generación. Incansable, experto en manejo y composición visual con uso de Drone, inteligente y creativo. Sin embargo, el pasado 15 de septiembre cometió un error, cruzó una frontera peligrosa y sus redes ardieron. Agregó contenido inexistente en la toma original. Se le hizo fácil sumarle más pirotecnia y clonó un par de explosiones extras, además de las que había registrado originalmente. 

Así es. La noche del grito de independencia en el Zócalo capitalino, Santiago se preparó desde la terraza de su departamento en el Centro Histórico para registrar los detalles de la fiesta nacional. 

Horas antes había hecho pruebas con el Drone y tenía todo listo. La ruta, el encuadre y la hora. Se preparó bien para su foto de ese día. Pero no contaba con dos cosas que lo sorprenderían para ese momento. 

Primero, el aviso de una restricción de vuelo por parte de control aéreo, que bloquearía señales sobre el Zócalo y segundo, una llamada clave, en donde le solicitaban una primer foto de volada para su difusión nacional. 

Así la cosas, arrancó con presión de tiempo en el momento de los fuegos artificiales, y apenas pasado el último “Viva México” del Presidente Obrador comenzó a tomar sus imágenes. Ya en pleno vuelo, la pesadilla de todo piloto de drones: entre la restricción electrónica y la saturación de señales sobre la plancha del Centro Histórico; lo peor, el Drone comenzó a desestabilizarse y ya no le respondía con precisión a su dueño. 

Santiago entró en pánico, (pensó que también se le podía caer el Drone) y perdió concentración, en síntesis tomó malas fotos. Sin horizonte claro, sin composición, y con dificultades para estabilizar su aparato derivado de la inestabilidad de la señal, sin claridad de lo que veía en su monitor, no pudo trabajar bien. 

En un instante se acabó la pirotecnia y regreso su aparato. Todo mal. Fotos mediocres, y simples que no reflejaban lo que él mismo había visto desde su terraza. La pesadilla de todo profesional. Frente a sus imágenes, y con la presión de enviar al menos una buena foto para su difusión. Tomó una decisión disparatada. Compensar las fallas en la toma original con un ingrediente venenoso para todo documentalista. El uso indiscriminado del Photoshop a contra reloj. 

Así. En ese contexto, frente a la presión de tiempo y las imágenes que no correspondían a lo que vio o imaginó. Se desesperó y les metió mano, porque sentía que algo le faltaba: más explosiones y colorido en el cielo. Fue entonces cuando clonó una combinación de luces que en dos minutos le “resolvió” la imagen. Luego click y ciao, su foto a las redes. 

Una hora más tarde, su celular estallaba en notificaciones derivadas del ojo entrenado de algunos fotoperiodistas que le descubrieron el truco y él ya dormido, fue demolido virtualmente en twitter hasta el amanecer. 

¿La foto se veía espectacular? Sí, yo mismo al bote pronto hasta lo felicité por Twitter. No me percaté de la clonación respectiva. Pero enseguida, por DM, otros colegas empezaron a enviarme los detalles de la imagen y de lo que ellos encontraban en el cielo nocturno de esta imagen; obvio, preguntándome sobre qué pensaba de la presunta manipulación digital que hasta ese momento le imputaban a Santiago. Por fortuna me agarraron cansado y preferí esperar hasta el día siguiente para ver bien la imagen. Y efectivamente, la clonación era obvia. 

En lo personal, sigo el trabajo de Santiago desde hace unos tres años, cuando lo conocí y publiqué sus imágenes del terremoto de 2017 en El Universal; admiro mucho su trabajo por el estilo que maneja. Pero jamás lo vi alterar contenido propio. 

Entonces ¿La decisión de Santiago fue un error? Sí, una grave decisión para un documentalista que trabaja con la “realidad” como materia prima. Hay fronteras que no pueden cruzarse. Son reglas básicas del periodismo. Vamos, ni siquiera entran a debate. No se hace, punto. 

Hace unos días conversamos Santiago y yo sobre el tema en la Biblioteca de la Fundación Poniatowska y sin reservas derivado de la confianza que nos tenemos, aceptó que se había equivocado. “Me ganó la emoción de lo que vi, frente a lo que tenía en mi dispositivo” - Me dijo claramente Santiago. Y así fue, efectivamente le dio una manita a su propia foto y multiplicó los destellos en el cielo de manera burda y descuidada. 

Obvio, en ese instante no comprendió la magnitud de su desliz; algo similar le pasó a Narciso Contreras cuando envió su foto manipulada a la agencia AP hace unos 5 años y así le fue. Acá en descargo de Santiago diría que derivado de su falta de experiencia como periodista visual y dado que jamás ha trabajado para un medio informativo, se le hizo fácil “mejorar” su toma original por la exigencia personal de hacer siempre algo espectacular. El problema es que no lo consiguió de origen. 

¿Qué debió hacer? En principio, solo escoger la mejor toma y enviarla, pero si nada valía la pena, debió cerrar su compu e irse a dormir, con la frustración que todos alguna vez hemos vivido, cuando no sale la foto que esperamos y ya. Dos, si la presión por subir algo esa noche era imperativa y no quería quedarse fuera de la “nota” pudo meterle el Photoshop que quisiera, experimentar, contar su frustración del día, y compartir con todos, lo que decidió hacer: “retocar” su imagen, y dejar en claro que estaba manipulada por decisión propia, pero sin la intención de engañar a nadie y tan, tan. 

Pero no. En ese instante minimizó el hecho, le dio flojera explicarlo, la mandó al ciberespacio, el Gobierno de México la subió a sus redes y Santiago recibió el primer golpe furioso de los internautas que sueñan siempre con atrapar a un profesional en algún descuido, y Santiago les regaló la imagen perfecta para ello. 

¿Cometió Santiago Arau un error ético en el marco del fotoperiodismo convencional? Sí. Sin duda. 

Nunca se manipula una toma, nunca debe agregarse o desagregar contenidos a tu foto. Él lo hizo y ahora lo reconoce. En la charla que sostuvimos en la semana, aunque él no se asume cómo fotoperiodista, -porque en realidad no lo es- y por lo tanto, no se sentía sujeto a esas reglas. 

Reconoció que cometió un error, y lo acepta con sencillez. 

Y que no haya duda, su actividad como fotógrafo documental sí lo compromete a respetar el principio de honestidad que a todo profesional del ramo nos corresponde honrar. Esa es la base de nuestra credibilidad, que es nuestro mejor patrimonio. 

Sin embargo, Santiago no lo hizo; pero al menos salió a dar la cara y hoy con la confianza de Arau, se los cuento tal como él me lo platicó. En esa plática, reconoció que se equivocó y asegura que no volverá a caer en esa tentación. 

¿Aquí acaba la carrera de Santiago Arau? No. Para nada. Todos nos equivocamos, el tema es aceptarlo, asumirlo y no repetirlo jamás. Y eso es exactamente lo que me confió Santiago antes de emprender un nuevo viaje para seguir haciendo lo que mejor hace, foto. 

Columna publicada en El Sol de México (Septiembre 29, 2019)

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September 16, 2019

Nuestros Soldados

Imagen de José Manuel Jiménez

Por Ulises Castellanos

Este 15 de septiembre celebramos a la Patria. ¿Y qué es la Patria? ¿Qué somos los mexicanos? ¿Qué significa ser mexicano? Esta imagen de cinco soldados en un desfile militar en el Zócalo, resume nuestra realidad. Vivimos en un territorio en guerra, guerra sorda, pero guerra al fin.

La imagen es de José Manuel Jiménez uno de los mejores fotógrafos que tuvo Proceso entre los años  2000 y 2005. Profesional, detallista, con una mirada educada, sensible a los ritmos que la geometría visual otorga. Y un periodista a cabalidad me da pie para esta columna. Ahora celebramos los 209 años de la Independencia y de lo que llamamos México. 

Pero, ¿estamos orgullosos de nuestra sociedad? Yo en lo personal no del todo. Nos falta disciplina, solidaridad, visión de futuro, equidad, honestidad, orden. Y la última frontera que sostiene al Estado hoy en día, para bien o para mal son los soldados mexicanos. Por eso me duele que los humillen o que los agredan. Tenemos nuestros traumas sociales por supuesto, el 68 le pegó muy fuerte a la imagen del ejército a pesar de que su participación fue forzada y hasta cierto punto manipulada por los políticos de entonces. Léase Díaz Ordaz o Echeverría. 

Pero en términos generales no tenemos un ejército genocida, más bien al contrario. 

El ejército ha demostrado su lealtad claramente en buen aparte del siglo XX, pero con puntualidad a partir de este siglo, con la transición fallida de Fox y compañía, donde sus generales cada año han aceptado y adoptado las nuevas reglas del Presidente en turno. Hoy son un ejemplo claro de la nueva política incluso con la creación de la Guardia Nacional y la desaparición nominal del Estado Mayor Presidencial. Disciplina pura, pues. 

En la mirada de estos cinco soldados se resumen muchos de los anhelos y metas del ser mexicano, aquí se denota la esperanza, la duda, los sueños de una generación que espera del hombre que sale cada año al balcón presidencial, una línea o una meta nacional. Nuestros soldados por lo general vienen de barrios y comunidades populares, el ser soldado les da estatus y una responsabilidad tremenda. Hoy sencillamente se encargan de la seguridad nacional, de la reacción a desastres, y hasta de la construcción de infraestructura. 

Es una de las instituciones todavía mejor evaluadas y apreciadas por la sociedad, sólo después de la Iglesia. “Un soldado en cada hijo te dió”, dice el himno nacional. Nuestro ejército se formaliza después de la Revolución y de eso ya han pasado 109 años. Mañana saldrán a las calles a demostrar músculo, y los niños se tomarán fotos con ellos. 

En todos los países del mundo se aprecia a sus ejércitos, aquí no deberíamos tener diferencias. Mientras respeten derechos humanos, usen su fuerza proporcional a la amenaza que enfrentan, nadie debería preocuparse porque anden en las calles. 

El tema no son ellos, es nuestra sociedad incapaz de auto regularse, miles de ciudadanos son corresponsables de la inseguridad porque son parte de los beneficiarios, por eso respaldan al crimen organizado o apalean soldados en Puebla. 

José Manuel, el autor de esta foto, nació en Oaxaca en 1972, fue mi alumno hace 20 años en 1999. Somos amigos de mucho tiempo, trabajamos juntos por 6 años en el staff de la revista Proceso y a partir del 2006 se ha desempeñado como freelance colaborando con distintos medios y agencias internacionales cubriendo ampliamente temas sociales y de violencia en México y el extranjero. 

Pepe ha realizado coberturas en África, Palestina, Israel, Haití y México. En 2016 colaboró con el Grupo de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para el esclarecimiento de la desaparición de los de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, hoy quiero refrendarle mi respeto por su trabajo y reconocimiento por su amistad. 

A lo largo de mi carrera he conocido militares de Guatemala, Cuba, Colombia, Bosnia, Pakistán, India, Libano y Jordania entre muchos otros, y créanme, el nuestro es de primer nivel, a pesar de todo, sé que el contexto no ayuda, pero eso es lo que pienso. 

Esta imagen resume la mirada de José Manuel y sus preocupaciones, no se trata de hacer una apología del Ejército, nada más alejado de ello, pero en tiempos de videos virales que los humillan, yo si quiero hacer un reconocimiento explícito al Ejército Mexicano, por su lealtad, profesionalismo y tenacidad. Nos son perfectos, pero nadie lo es en este país. Viva México pues. 

PD. Y consciente de que vivimos en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, aprovecho este espacio para compartirles que Jose Manuel Jiménez dará la próxima semana un taller de seguridad para periodistas en la Fundación Poniatowska. En un contexto donde los actos violentos en contra de periodistas son más frecuentes y de consecuencias fatales para muchos colegas de los medios. Tenemos que aprender a cuidarnos. Por ello el objetivo de este nuevo taller es enseñar a periodistas las herramientas para desarrollar un protocolo de seguridad y ofrecer distintas estrategias durante el trabajo de campo. Ojo. Este taller es idealmente apropiado para periodistas en activo y estudiantes de periodismo. No se queden fuera, arranca esta semana en la Ciudad de México. 

Columna publicada en El Sol de México (Septiembre 15, 2019)

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September 9, 2019

Héroes en Tokyo

Por Ulises Castellanos

Viajé 14 horas en avión,, crucé los 11,000 kilómetros que separan a a la Ciudad de México del centro de Tokio. El objetivo exponer una serie fotográfica sobre el terremoto de 1985 a 34 años de aquel desastre. En dos minutos de distracción lo perdí todo en el metro de Tokio. 

Había volado con las piezas de mi exposición en la mano y las protegí de casi todo, menos de mí mismo. Dos días después de mi llegada, salí con Misha, director del Festival México-Japón y nuestro anfitrión en la ciudad japonesa para montar la expo en al Embajada Mexicana. Tomamos el metro rumbo a la Embajada para el montaje, eran las 9 de la mañana. 

Sólo haríamos un transbordo de línea y listo. 

El metro de Tokio comenzó a construirse en 1925 y su primera línea abrió en 1927, hoy cuenta con 13 líneas y un sistema paralelo de trenes que van a larga distancia y te permiten cruzar la zona metropolitana más grande del mundo en minutos. El metro acá cuenta con 282 estaciones y mueve a casi 10 millones de habitantes por día. 

A diferencia de nuestro metro mexicano, este es limpio y ordenado, nada se deja al azar. No hay vendedores ambulantes ni cantantes de ocasión. Tiene clima y todo está señalizado a la perfección. Moviliza gente en una zona metropolitana de más de 35 millones de habitantes. Pues bien, todo iba perfecto, hasta que cambiamos de línea y por error al bajar con mi equipo olvidé el portafolio con mi exposición completa en el último vagón de la estación Jimbocho de la línea Z. Me di cuenta tres minutos después de que me faltaba algo, obvio el convoy ya se había ido. Mis fotos viajaban con rumbo desconocido en medio de millones de japoneses. 

Empecé a sudar frío, venía a Tokio exclusivamente a inaugurar esa expo y todo el viaje acababa de derrumbarse ahí, empezamos a buscar la oficina de objetos perdidos, pero nuestro japonés no es que sea limitado, es nulo, y a diferencia de lo que podría pensarse aquí casi nadie habla inglés en las calles. 

Sin embargo, la diferencia es la sociedad local, en cuanto una mujer nos vio preguntando y mentando madres, nos habló milagrosamente en perfecto inglés y nos llevo a la oficina en cuestión. 

A los oficiales de la estación les describí el portafolio y su contenido, no se les movía un músculo, preguntaron tamaño, estación, hora, etcétera etcétera, eran las 10 de la mañana y ya deberíamos estar montando. Inaugurábamos a las 19 horas en punto. 

El oficial tomó nota y serio fue a hacer un par de llamadas en su escritorio, regreso y dijo que esperáramos ahí 10 minutos; por supuesto, no lo creí, la mente latina comenzó a trabajar en mi contra, con sus prejuicios locales y claro que supuse que estaría en esa oficina al menos 5 horas antes de que me dijeran que no había nada y que regresara en un mes. Las di por perdidas, me sentía un imbécil y me preocupaba el compromiso con la Embajada y los invitados para esa noche. 

Sudaba frío. 

Pensé en plan B y le llamé a Pepe, quien tardó una semana en México para imprimir ese material en alta calidad y que ahora vagaba por el laberinto del subterráneo, le pedí que me enviara los archivo con la idea de buscar donde imprimir en Tokio, y salvar la noche. 

No podía creer mi mala suerte, cuando a los 10 minutos exactos, nos llama el oficial y ya sin traductora de por medio, y nos dice algo imposible de interpretar, su cara tampoco mostraba alegría ni sorpresa alguna. El sonido que salía de su rostro podía decir igual, “lo sentimos joven, nadie ha visto nada, regrese mañana”, o “para qué lo pierde, es usted un extranjero idiota e irresponsable, largo”… al ver que no entendíamos nada, sacó un mapa del metro y marcó una estación que parecía estar indicando donde presuntamente habían encontraron el portafolio, pero ya estaba fuera de Tokio y corría por trenes que ya no controlaba el sistema de metro local. Sin embargo entendimos que “algo” parecido fue reportado por allá, y nos dió una ubicación a 30 kilómetros de donde estábamos. Me parecía insólito. 

Fuimos a la Embajada a dejar los equipos y un compatriota que ese día se estrenaba trabajando en la misión diplomática, con tres años de residencia en Japón y que hablaba perfecto el idioma local, se ofreció a acompañarme a buscar ese material. Su nombre Fernando Ornelas y era originario de Nayarit. Durante el trayecto, Fernando tampoco me tranquilizó en nada, decía no te preocupes, pero con la serenidad de un Buda. 

Finalmente nos lanzamos, cruzamos Tokio, salimos de la ciudad y llegamos a una estación chiquita en algún pueblito ya lejano. Buscamos la oficina, salieron dos oficiales y con el mismo rostro inexpresivo, preguntaban sobre los detalles del objeto y entre ellos ponían cara de no saber ni de qué les hablábamos. 

Después de dos minutos de interrogatorio, uno de ellos se metió a una bodega, que aunque solo tardó 20 segundos en regresar, a mí me pareció una hora. Y lo insólito, traía el portafolio, me lo enseñó y después de pedirme una identificación y firmar unos papeles, se disculpó por los inconvenientes que me habían causado “ellos” al tardar en encontrarlo. Increíble. Yo los quería abrazar, saqué el iPhone y les tomé foto, es esta que muestro arriba, son mis héroes en Tokio. 

Regresamos en friega a la Embajada, era medio día, la humedad, el calor y el sonido de las cigarras me acompañó durante el montaje. Al final inauguramos en tiempo y forma y por la noche pudimos tomaron un sake sin remordimientos. Gracias Tokio, pero en especial gracias a us gente. 

Moraleja, cuando una sociedad es honesta y ordenada se puede todo, un usuario lo reportó, un policía recogió y entregó y con una llamada de 10 minutos, localizaron con precisión ese maletín con mi fotos del terremoto de hace mil años. Pff.

Columna publicada en El Sol de México (Septiembre 08, 2019)

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