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Ulises Castellanos

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August 1, 2020

RECLUSOS

Por Ulises Castellanos

Mientras nos preparamos para un “sano retorno” en México, y derivado de lo que hemos vivido en los últimos 130 días, desde la llegada del Coronavirus a nuestro país; un pequeño grupo interdisciplinario nos dimos a la tarea de registrar el confinamiento de nuestros amigos y colegas, en 15 ciudades de 10 países a lo largo de América Latina y Europa para conocer de viva voz sus emociones desde el encierro. 

Así nace nuestro documental “RECLUSOS: HISTORIA EMOCIONAL DE UN CONFINAMIENTO” Un proyecto audiovisual apoyado y financiado por la Fundación Elena Poniatowska, en donde me desempeño como su director académico desde hace dos años. En la presente pandemia, un fenómeno social e inédito se extendió por el planeta, la necesidad del aislamiento, la cuarentena global. 

¿Pero cuáles fueron sus efectos emocionales en todos nosotros? ¿Cómo lo vivieron ustedes? ¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de habernos guardado durante meses? ¿Cuáles serán los efectos psicológicos del confinamiento? ¿Qué sucederá con nuestra estructura psíquica una vez que termine esta anormalidad?, ¿Lo que estamos viviendo nos enfermará emocionalmente hablando?. 

Estas son algunas de las interrogantes que nos hicimos y que quizá con el tiempo, podamos responder. Más allá de salvar vidas y adicionalmente al desastre económico que se viene, existe ya un daño emocional irreversible. Y como lo he planteado en este mismo espacio, en entregas anteriores, los periodistas y productores audiovisuales estamos obligados a diversificarnos y encontrar nuevas herramientas para documentar y dar testimonio de lo vivido. Imagen líquida pues. 

Así, a lo largo del mes de mayo y junio de este año, un grupo diverso, nos enfocamos en documentar el encierro. Es por ello que de la mano de Gustavo Mota, psicólogo y periodista mexicano, se diseñó un breve guión y marco referencial a partir de su conocimiento de la mente humana para detectar las emociones más sentidas y marcadas durante la presente cuarentena. Con orgullo les presentó aquí el avance en exclusiva de nuestro trabajo, para compartir lo recogido en los últimos meses. 

La edición y su realización trae el toque de un colega colombiano radicado en Madrid que le puso ritmo y textura a lo registrado vía zoom. Su nombre es Moisés Cabrera y es un colega que lleva años trabajando en la televisión española dándole forma a reportajes y entrevistas que se difunden en aquella nación. Al final, cerramos le trabajo el 20 de Junio después de levantar 23 testimonios que libremente nos contaron de su vida en confinamientos. Desde Argentina, pasando por Perú y Colombia hasta llegar a México. Mientras que otros amigos periodistas, editores, escritores y cineastas nos hablaron desde el viejo continente, ya fuera encerrados en Milán, Madrid o Reino Unido en medio de la pesadilla. Así pues, desde sus casas y solos frente a sus pantallas, este grupo de personas nos confiesan sus peores miedos, alegrías, tristezas y sorpresa por lo vivido durante el encierro. 

El proyecto final, será un documental presentado en cinco cápsulas fragmentadas de cinco minutos, emoción por emoción. Pero mientras tanto, aquí les adelanto un avance de lo que verán y que por ahora ya colocamos en las redes sociales de la Fundación Poniatowska, estamos convencidos en que es vital apoyar siempre el diálogo, el debate y la creación inteligente que sin duda este documental propone. 

Es por ello, que como productor ejecutivo de este proyecto, hoy les presentamos un avance de este trabajo en el siguiente link https://vimeo.com/436520036 Y si me lo permiten, agrego aquí mismo el texto que nos preparó el psicólogo y periodista Gustavo Mota Leyva que sin duda explica mejor que yo, el laberinto emocional de nuestros protagonistas: Algo murió. Todo cambió. 

Nada es lo de antes y lo de ahora es turbulencia, que lleva el sello de lo descomunal. No entender es el principio para sortear el caos que envuelve una forma en formación. Gritar, temblar, vomitar, huir, llorar, reír o golpear son actos que expresan una emoción. El miedo nos hace temblar; la ira nos hace gritar e incluso golpear; la alegría nos hace reír; el asco, vomitar; la sorpresa, quizá, huir y la tristeza, llorar. Detrás de cada sentimiento late una necesidad, y detrás de cada enfado siempre hay un dolor. Las emociones no son enfermedades, son la respuesta frente a un estímulo. Si se prolongan o profundizan entonces sí, estaríamos frente a psicopatologías. Hoy, debido a la pandemia del Coronavirus, vivimos un espacio existencial único que nos obliga a una re-actualización; nos enfrentamos más que nunca a ese conflicto constante entre el yo ideal y el yo real. 

Parte de la estructura psicótica de la personalidad tiene cabida en el desajuste entre suceso, pensamiento, emoción y conducta, por ello las perturbaciones emocionales provienen siempre de creencias irracionales. El método catártico como poder terapéutico de la palabra ha permitido asociar, liberar y nombrar lo que vamos sintiendo, pensando y haciendo, en medio de éste suceso inusual, inédito y total. De ahí nace y se entiende “Reclusos: historia emocional de un confinamiento”. 

“Reclusos” es un proyecto documental que relata audiovisualmente las seis emociones básicas del ser humano: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, ira y asco. Todas éstas personas corresponden a un nivel socio-económico, cultural y laboral semejante entre sí, equivalentes a la clase media en occidente, con edades que van de los 30 a los 58 años de edad. Recordemos que sentimos lo que pensamos y en situaciones particulares se pueden experimentar pensamientos intrusivos, que conllevan a una distorsión cognitiva que nos hace percibir dichos estímulos de una manera exagerada, porque se presenta una alteración en la energía psíquica debido a una experiencia traumática, que nos puede llevar a generar una conducta disruptiva. Como se podrá comprobar en el corto documental, el Coronavirus ha servido como una suerte de catalizador de procesos neuróticos. 

Encerrados, todo se aumenta y potencia, generando una vida anímica donde se presentan desordenes emocionales como ansiedad, depresión, trastornos del sueño y/o alimenticios, violencia, euforia, o disforia; alteraciones donde la conducta, memoria, percepción, pensamiento, lenguaje, atención, sentimiento y cognición se ven involucrados en el universo psicológico de una persona que compromete, sobre todo, a su sistema límbico, regulador de las emociones. 

La emoción es una respuesta bioquímica, el sentimiento es la interpretación que damos a esos estímulos a través de nuestro aparato senso-perceptual. Interrogantes a las que ha dado lugar este encierro y que se desvelan en este documento audiovisual son: ¿Por qué obedecemos? ¿Cuáles son los riesgos de una adaptación ? ¿Qué se aprende?, ¿Qué cambia?, ¿Qué aumenta?, ¿Qué se descubre?, ¿Qué se reafirma?, ¿Cuánto de algo es capaz de soportar el ser humano? 

La posible experiencia traumática del confinamiento ha estado presente a través de elementos como: Riesgo de contagio/muerte; desilusión de perfección; exposición de la fragilidad humana; interrogación de nuestra existencia; y pulsión de muerte implicada. En algunos casos podremos ser testigos de testimonios que tienen que ver con una visión narcisista, como aquel que cree que no se va a contagiar, o al contrario, aquél que está seguro que se va a infectar y que proyecta su visión paranoica de la existencia. 

El objetivo de este documental es dejar testimonio de lo que hoy en día está viviendo la gente a nivel global, sin pretender juzgar, tan sólo como una muestra de lo acontecido, con la esperanza de que nos ayude a regresar con algún aprendizaje, sabiendo que volvemos a la nueva normalidad distintos, pero no necesariamente, mejores. Hasta aquí, las palabras de Gustavo Mota, espero que este breve trabajo contribuya a entender mejor lo que no ha pasado, y los invitamos a estar pendientes del estreno de la serie más adelante. 

Ahora mismo, por falta de recursos, derivado de la propia crisis sanitaria, le hemos puesto pausa a su desarrollo final y salvo que alguien por aquí quisiera ser nuestro nuevo aliado económico, con gusto estamos abiertos a la posibilidad de aceptar patrocinadores que nos ayuden a terminar con la edición final de este trabajo. 

Aquí la ficha técnica de nuestra producción. Gustavo Mota Leyva. Director. Moisés Cabrera. Realizador. Ulises Castellanos. Productor Ejecutivo. Ciudad de México. Junio 2020. “Reclusos” es un proyecto documental en desarrollo, financiado con el apoyo de la Fundación Elena Poniatowska. Gracias por su confianza.

Columna publicada en La Silla Rota (Julio, 10, 2020)  

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documental reclusos serie zoom

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August 1, 2020

Ser fotoperiodista, el derrumbe y su futuro

Imagen de Ludomil-Sawicki

Por Ulises Castellanos

Decenas de colegas en México han perdido su trabajo en medio de la pandemia, y claramente desde 2018 los medios impresos mexicanos decidieron prescindir de editores visuales y fotoperiodistas en sus redacciones, quedándose con lo mínimo. 

Pero aunque no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, la velocidad con la que se liquidaron plazas en nuestro país es de terror. Sólo en el último mes los diarios Milenio, Reforma y El Heraldo de México, despidieron a 18 colegas; y lo mismo hicieron en los últimos meses, los diarios El Universal y Excélsior entre otros. 

Apenas el año pasado, en mayo de 2019, yo mismo publiqué en esta columna cuando se publicaba en el Sol de México, un texto sobre las peores profesiones del mundo, y ya entonces la fotografía se encontraba en el sótano de 220 actividades remuneradas en el mundo. 

En aquella columna señalé que “Según un reporte internacional de Careercast, un portal dedicado al estudio de los peores y mejores trabajos en América del Norte, colocó el desempeño del fotógrafo en el sitio 195 de 220 actividades a nivel global.” 

Pues ahora, ese ranking colocó al periodista/fotógrafo tres sitios aún más abajo, ahora en el terrorífico lugar 198 y no es para menos. Resulta que ser fotógrafo sigue siendo uno de los empleos peor pagados y con mayor stress del planeta, tan solo comparable con los chóferes de taxi y a los técnicos de turbinas eólicas por ejemplo. 

Atrás quedaron los momentos de gloria, relevancia y buenos sueldos, cuando ser fotoperiodista, en algunos medios decentes, era equivalente a ser parte esencial y bien pagada de cualquier redacción en México. Hoy el entorno laboral es inestable, peligroso y poco gratificante públicamente. 

Apenas hace dos semanas, hablamos del valioso trabajo que desempeñan las mujeres fotoperiodistas en México, a pesar de los salarios que la mayoría cobra y que no rebasan los 12 mil pesos en promedio, y lo mismo pasa con los colegas varones de la lente. 

A este salario, réstenle los descuentos “covid-19” que en casi todas las redacciones del país se impusieron, reducciones del 30% al 50% de pérdida real del salario, aunque la mayoría dicen que será temporal, veo casi imposible, que los sueldos en general para el desempeño de periodistas recupere lo perdido en esta pandemia. 

¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Por qué los medios despidieron a decenas de colegas de un plumazo? ¿Qué importancia tiene la imagen en los medios contemporáneos? ¿Cuáles son las diferencias entre lo que queda de la industria editorial y lo portales web de noticias? ¿Qué retos enfrenta hoy el fotoperiodista moderno? ¿En dónde se le requiere? 

Vamos por partes. 

Llegamos aquí, porque no se atendieron las alertas, los medios y sus dueños tomaron la iniciativa por razones económicas y porque el costo interno es barato, si nadie reclama. A los directivos y su gente no les importa la imagen, la subestiman y les da lo mismo. ¿Cuáles son las diferencias entre lo que queda de la industria editorial y lo portales web de noticias? El espacio … en los medios tradicionales la pelea son las páginas en lo portales es el contenido. 

Dicho lo anterior, el tema es el contenido, no la foto. 

La foto fija bien compuesta ya no es un valor en si misma. Ahora sumen los minisalarios al desgaste emocional y físico que representa salir a diario a cualquier parte de la ciudad para hacer una foto de pandemia, -y más en tiempo covid-19 y sus riesgos— y además para trabajar en contra del tiempo y en situaciones de alto riesgo. Imposible. 

El mercado laboral en todo el mundo es un reflejo clave de nuestra cultura y nuestras expectativas de consumo. Por ello es clave entender la dinámica de los tipos de desempeño que la sociedad mejor recompensa o castiga, y claramente, ya no premia la imagen como valor de mercado. Por todo lo anterior, el futuro solo será viable para los que se diversifiquen y entiendan que deben incorporar el video y una nueva narrativa como nuevas herramientas para conectar con los consumidores y los dueños de los medios. 

Sólo así.

Columna publicada en La Silla Rota (Julio, 03, 2020)  

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crisis despidos fotoperiodismo

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June 30, 2020

PHotoEspaña 2020, la mirada frente al virus

Imagen de Ana Corrales

Por Ulises Castellanos

Con enorme gusto les comparto la alegría de saber que en estas horas se inaugura la nueva edición de PHotoEspaña XXIII, y es una doble celebración, porque no solo sigue vivo este festival de foto, que desde mi punto de vista es uno de los mejores del mundo, por su diversidad y capacidad de convocatoria, sino que adicionalmente es una señal clara de la recuperación social de nuestros hermanos en España. La vida sigue. 

Conozco ese festival desde hace unos 15 años y he tenido distintas participaciones con ellos en otras ediciones. Claude Bussac su directora es una mujer excepcional, inteligente e incansable que ha logrado consolidar este Festival, sin dementar su calidad año tras año. 

La última vez que anduve por allá en Madrid, fue hace un par de años, en el 2018, donde por cierto coincidimos con la estupenda fotógrafa mexicana Liza Ambrossio, hoy radicada en París y de quien ya les he hablado sobre su trabajo, en este mismo espacio. 

Este Festival celebra, sin duda una de sus ediciones más especiales, derivado de la pandemia global que ha dejado casi 30,000 muertes por Covid-19 en este trágico 2020. 

Obvio el Festival no podía mantenerse ajeno a este tema y por ello abre precisamente con 50 exposiciones en 50 ciudades de la península que dan testimonio de esta pesadilla. 

Las muestras serán al aire libre, “como reivindicación y homenaje al papel que balcones y ventanas han jugado en los últimos meses, llegarán a 50 ciudades de todo el país, poniendo más que nunca de manifiesto el potencial de la fotografía como elemento de comunicación y cohesión social. Miradas anónimas y profesionales sobre el confinamiento confluirán en esta edición”. Así lo describen ellos en su sitio web. 

#PHEdesdemibalcón es el titulo emblemático de esta muestra que recibió más de 63 mil imágenes tan sólo enviadas desde Instagram. Autores en su mayoría anónimos que reflejan la potencia de las redes sociales y la absoluta masificación del quehacer fotográfico en el mundo. 

Las 50 muestras serán al aire libre lo que permitirá verlas con riesgo mínimo de contagio. Aquí les presento una imagen de Ana Corrales, se trata de un Nuño con capa de superman, parado en el pretil de su ventana, en una postal que refleja el encierro y la esperanza al mismo tiempo. Si bien es una imagen sencilla, se trata en su mayoría de ciudadanos que nos son profesionales, y de eso va su Expo principal. 

Estas son algunas de las ciudades donde se podrá ver este trabajo. Barcelona, Cartagena,  Córdoba, Cuenca,  Granada, Ibiza, León, Sevilla, Valencia y Madrid, por supuesto. Imagino que miles se darán cita en estas horas para ver, verse y reflexionar juntos sobre lo que hemos vivido a partir del confinamiento. Sin duda, una propuesta alegre para aliviar el encierro y recordar lo frágil que podemos ser. 

Por supuesto, lo anterior es sólo, la Expo de apertura, el festival se extenderá hasta octubre y contempla múltiples actividades y exposiciones colaterales. Por ejemplo la reflexión visual de los autores de Magnum sobre el cuerpo humano, o lo mejor de la fotografía japonesa de los años 50, entre otras propuestas. 

En la muestra colectiva de Magnum, la emblemática agencia documental que fundó Robert Capa en 1947, incluye la mirada de Philippe Halsman, Susan Meiselas, Antoine d’Agata, y la española Cristina García Rodero entre otros. En Barcelona, se podrá ver la obra de Paul Strand, uno de los impulsores de la “straight photography” que se inaugurará en el nuevo centro de fotografía de aquella ciudad. 

La Casa de América, ahí frente a la rotonda de la Cibeles presentará Antártida negra, de Adriana Lestido, “un trabajo de exploración exterior e interior fruto de la expedición de la fotógrafa a la Antártida en febrero y marzo de 2012”. El trabajo de esta fotógrafa argentina es muy original, no deberían perdérsela si van por allá Además, la mirada cubana también se hará presente a través de los fotógrafos emergentes seleccionados en el pasado revisión de portafolios que se llevó a cabo en isla los días 30 y 31 de octubre de 2019 en la Fototeca de La Habana. 

Por último, entre lo más destacado de esta nueva edición de PHotoEspaña, vale la pena subrayar otro trabajo derivado de la epidemia mundial con la que arrancamos este 2020, se trata de Tiempo detenido, Memoria fotográfica del confinamiento “cuarenta fotógrafos que exploran la experiencia del confinamiento en España a través de diferentes miradas y voces narrativas. Un proyecto colectivo en formato de libro y también en exposición digital, que reunirá en la web del festival estos trabajos”. Asómense para ver el menú completo en https://www.phe.es 

Así las cosas, PHotoEspaña es un buen pretexto para ver lo que significa resiliencia, para salir del encierro de manera virtual o para quién lea esto en España, darse una vuelta por allá y romper con la rutina de la cuarentena para volver a encontrarnos con el otro. “La vida en suspenso ha arrollado nuestras prisas y ha dejado imágenes que pasarán a formar parte de nuestra memoria”. 

Por ello es importante volver a la nueva normalidad con ánimo renovado, valentía y coraje para seguir enfrentando los retos que la vida nos impone. Celebremos la vida pues. 

Nota: No olvido el tema pendiente de nuestra crisis en la industria de medios en México. Retomaré sin falta el tema en la próxima entrega. 

Por hoy, disfruten.  

Columna publicada en La Silla Rota (Junio, 26, 2020)

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June 30, 2020

Mujeres fotoperiodistas en tiempos de covid-19

Imagen de Lucía Flores de El Financiero. Enfermo Covid-19 es bajado de su casa para ser trasladado a un Hospital del Estado de México.

Por Ulises Castellanos

Nadie estaba preparado, imposible adivinar la dimensión de esta pandemia. 

A 100 días de la emergencia desatada por el primer caso documentado en México, el pasado 28 de febrero, y con 20,000 personas muertas ya por Covid-19 en nuestro territorio, hay un sector de periodistas que no descansa, que no está en cuarentena y que a diario arriesga su vida y la de sus cercanos, para que la sociedad esté informada. 

Son las fotoperiodistas mexicanas. 

Así es, en medio de esta crisis global, provocada por el nuevo virus SARS-Cov2, y derivado de la estrategia mundial que encerró, voluntariamente o no, a muchas personas en casa, hay un grupo de valientes mujeres, que con cámara en mano, han recorrido hospitales, cementerios, hornos crematorios y velatorios para dar testimonio visual de esta pesadilla. 

Hoy quiero referirme a seis de ellas, -con las que pude hablar personalmente- de entre cientos de mujeres valiosas que hoy ejercen el periodismo en todo el país. 

Se trata de Aracely Martínez del diario Ovaciones, Karina Tejada de Excélsior, Andrea Murcia de la agencia Cuartoscuro, Lucia Flores del diario El Financiero y Sashenka Gutiérrez de la agencia española EFE y a Alejandra Leyva con quien trabajé una temporada en la redacción de El Universal. 

Sin entrar todavía en detalles, les cuento que son todas mujeres profesionales que van de los 27 años de edad a los 48, con años de experiencia acumulada en cada mirada, y que trabajan toda la semana por salarios mensuales que van de los $9,500 pesos hasta los $20,000, para capturar el rostro de la muerte y su contexto. 

Aracely Martínez (48) tiene 25 años de experiencia en el medio, 20 de ellos se los ha entregado al diario Ovaciones, del que virtualmente es una sobreviviente, ya que actualmente es la única fotógrafa que queda en esa redacción, de 16 colegas que conformaban ese departamento de fotografía en el año 2000 cuando ella ingresó a ese diario. Martínez estudió comunicación y es egresada de la Facultad de Ciencias Políticas de UNAM, su jornada del pasado miércoles arrancó tempranito en el Politécnico para registrar la aplicación de pruebas Covid a personas sospechosas de estar infectadas, de ahí se fue a la entrega de despensas para luchadores de escasos recursos; terminando de registrar eso se movió al mercado de la Merced en el centro histórico para ver cómo se manejaban los comerciantes y sus clientes con la famosa sana distancia. Terminó su jornada laboral -de un sólo día- buscando historias de pacientes y sus familiares en el Hospital General. 

Aracely gana $13,000 pesos mensuales más vales de despensa, tiene 2 hijos de 12 y 13 años de edad, y no ha dejado de trabajar un sólo día en esta cuarentena; a pesar de todo, dice estar contenta y confiesa que ha llorado un par de veces en medio de esta pandemia, frente al dolor de las familias que han perdido parientes por Covid-19. “Aprendí durante esta cobertura a estar cerca de la muerte, a diario reconozco el aroma de la muerte, me invade la angustia y el sufrimiento”. Tranquila, me narra que antes de esta crisis, su especialidad eran los deportes, se la vivía en los estadios de CU o el Azteca; ahora usa a diario el cubrebocas N95, trae gogles, careta y guantes en la maleta. 

Cuando regresa a casa deja su ropa afuera, y lo sanitiza todo con alcohol y agua oxigenada, porque su mayor temor es contagiar a sus hijos. Al final del día, después de bañarse de nuevo, hace tarea y juega con sus hijos. 

Aún le parece increíble que “la gente no crea” en esta enfermedad. Asómense a su mirada en la cuenta @celyarafoto de Instagram. 

Karina Tejada (43) tiene 22 años con la cámara al hombro y lleva al menos 14 viviendo en la Ciudad de México: trabaja en el periódico Excélsior, donde ya solo quedan siete fotógrafos, y se la pasa entre los hospitales La Raza, el Hospital de México y el INER. Vive con su pareja, el querido Héctor Téllez, hasta hace unos días fotoperiodista del diario Milenio, pero a quien, recientemente, le avisaron que sería liquidado por su empresa junto con otros colegas de aquel diario, derivado de la crisis económica que también está pasando factura en el contexto de esta emergencia sanitaria. 

A Milenio ya sólo le restan unos 6 fotógrafos y Héctor acaba de perder su trabajo en medio de esta crisis. 

A Karina la conozco desde hace más de una década y siempre me ha gustado su trabajo, su actitud y su entrega frente a las asignaciones que cubre, es incansable y siempre está de buen humor. Ella se protege, usa todo: cubrebocas, guantes, y cuando entra a los hospitales se coloca el traje completo para no contagiarse, gana $18,000 mil pesos al mes y, ahora, es el único ingreso seguro de esa familia. 

Me cuenta que vive con temor a estar contagiada y, obvio, no está en contacto con el resto de su familia. Ahora la escuché cansada, tensa. A Karina pueden seguirla en la cuenta @hiedra2012, en Instagram. 

Andrea Murcia (28 años) trabaja para la agencia Cuartoscuro. Viene de Guadalajara y lleva 2 años en Ciudad de México. Es una de las más entusiastas frente a su trabajo: estudió en el ITESO y su trabajo desarrollaba entre conferencias de prensa, marchas, política, deportes y espectáculos, “me gustaba hacer de todo” dice. Su Instagram es @usagii_k y es la autora de una excelente foto que registra el momento de la agresión sobre Melanie, la adolescente lastimada hace unos días por policías de la ciudad en la zacapela de Polanco. 

Andrea es soltera y gana $10,000 pesos al mes, asegura que esta crisis sacó a todos los periodistas de su “zona de confort” y que esto “pone a prueba” nuestra ética y la línea de respeto frente a la gente que sufre. Se la pasa entre cementerios, hospitales y vida cotidiana frente a la pandemia. Sus fotos son espectaculares. 

Lucía Flores (27) es una aguerrida fotoperiodista que trabaja para El Financiero desde hace poco más de dos años y gana $9,500 pesos al mes. Ella produce historias que se publican en la página dos del diario, debajo de la columna de su director, “es de lo más visto del diario” asegura, por ser lo primero que se ve después de la portada y la opinión del periodista Enrique Quintana. 

Me cuenta que se derrumbó emocionalmente en una cobertura en Toluca frente al caso de dos bebés infectados por Covid-19, en el Hospital materno de la capital mexiquense. Considera que ahora tiene una mirada más sensible que antes y asegura que trabaja con “cierto miedo”, sin embargo no se deja vencer por ello. 

Aquí en la columna destaco una de sus fotos que, me parece, sintetiza parte de la tragedia que hoy enfrentamos. Es esta imagen bajan a un enfermo por Covid-19 y, literalmente, lo vuelan un par de pisos desde su cuarto en alguna vivienda de Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Parte de su mirada la pueden encontrar en @lufm_, su perfil de Instagram. 

Sashenka Gutiérrez (40) Se desempeña como fotoperiodista de EFE. Tiene 14 años en el medio y 11 de estos los ha trabajado para la agencia española. Posee una mirada única y un estilo propio, se protege como todas y reconoce que ésta cobertura le quita mucha energía: recorre cementerios, asiste a funerales, ve de cerca la desesperación de las familias y comparte su dolor. Atrás quedaron las alfombras rojas, las entrevistas y lo demás, hoy todo es Covid-19. 

Sashenka no sabe exactamente cómo le va a cambiar la mirada esta crisis, pero admite que ahora es menos “invasiva” que antes y cree que se ha vuelto más respetuosa de los personajes que sufren. Ella desea que esto termine pronto (se le oye cansada para cuando charlamos) y afirma que es un tema muy fuerte: “no somos ajenos al dolor, aquí la muerte se da en soledad, sin despedidas” y eso abruma, dice. Su protección es total, guantes, careta, cubrebocas, todo; vive con su esposo, no tiene hijas o hijos pero se preocupa. 

Hace tiempo que solo ve de lejos a su madre, aunque vive cerca, pero guarda su distancia. Es una profesional de tiempo completo y su salario es el más robusto de esta azarosa selección. Ella gana $20,000 pesos al mes. Sin embargo, el desgaste emocional nadie se lo compensa. En Instagram, podrán ver su talento visual aquí: @Sashe 

Alejandra Leyva (28 años) vive en Guadalajara y aunque durante años se desempeñó como fotoperiodista con un destacado trabajo en su paso por El Universal, en la Ciudad de México, hoy es fotógrafa en la Coordinación Económica del Gobierno del Estado de Jalisco. Su cuarentena es intermitente, porque es madre de una pequeña de tres años y sus oficinas han estado cerradas parcialmente. Sin embargo, ella ha estado documentando su encierro a través de fotos íntimas con su hija. Un testimonio visual de ese trabajo se publicó recientemente en el New York Times. https://www.nytimes.com/es/2020/04/07/espanol/opinion/postales-coronavirus-maternidad.html 

Y aquí parte de su testimonio: “En estas jornadas en las que he sido madre a tiempo completo, mi hija y yo hemos vivido muchas emociones en un día o incluso en una hora, desde felicidad hasta enojo, impotencia, negociaciones, amor y nuevamente conflicto. Una madre que trabaja es puesta a prueba con este encierro. ¿Acaso estoy viviendo en estos días lo que verdaderamente significa ser madre?” Síganla en Instagram en @chinos_rizos. Así las cosas. Me parece que ellas representan lo mejor de nuestra comunidad, se han ganado un lugar indiscutible en los medios y sus agencias. 

Se arriesgan a diario para que usted, estimados lectores, vean desde su mirada, el rostro de esta pandemia: enfermos, hospitales, velatorios, hornos crematorios y... la muerte. 

Vaya desde aquí un sincero aplauso por su trabajo y determinación. Son un ejemplo total de entrega, talento y riesgo. 

Todo lo que al final hace de esta profesión, el periodismo, una de la mejores del mundo. El futuro de la industria será con ellas, o no será. 

Al cierre de esta columna, me entero del despido de más de una docena de fotoperiodistas de al menos tres medios: Reforma, Milenio y el Heraldo de México. Esto es reflejo de otra tragedia, la que viene: el desastre económico que deja el Coronavirus y el abandono de los lectores al consumo físico de los medios que sigue. Urge encontrar una solución económica frente al derrumbe inexorable de los medios de cara al cambio tecnológico en medio de esta pandemia. La próxima semana me ocuparé de este tema. Por lo pronto mi solidaridad a todas y todos los colegas que han perdido su trabajo, por la razón que sea, al son de esta pesadilla.

Columna publicada en La Silla Rota (Junio, 19, 2020)


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June 30, 2020

Salvemos la Memoria visual de Notimex

Por Ulises Castellanos

En medio del peor desastre en el que hoy se encuentra Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano, por los 100 días de una huelga que tiene tomadas sus oficinas formales y a raíz de la suspensión de actividades ordenada a su dirección por la Junta de Gobierno, hay algo que me preocupa: el destino de la memoria visual que resguarda en sus instalaciones, su fototeca. 

Son más de tres millones de documentos que no deben perderse. Esto, independientemente del desenlace de todo este conflicto, que bien podría incluir la desaparición definitiva de la agencia. 

Les platico: resulta que el presidente Zedillo, quien decretó el cierre del diario El Nacional en septiembre de 1998, decidió también transferir el archivo fotográfico que reguardaba aquel diario, dividiendo en dos su acervo, una parte se envió al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y, la otra mitad, se la encargaron formal y fisicamente a Notimex, inmediatamente después del cierre del diario. 

Sin embargo, no fue hasta 2014 que internamente -en la administración que encabezaba su director Alejandro Ramos Esquivel, quien fue director fundador del diario El Financiero- se decidió atender el archivo, limpiarlo, clasificarlo y guardarlo como se debía, en una bodega climatizada y comenzar su digitalización. 

Hace unos días, el periodista Gabriel Pérez, ex director editorial de Notimex entre 2013 y 2017, narró cómo lo hicieron en su columna del portal Cuestione (https://cuestione.com/columna/rescaten-la-fototeca-de-notimex-por-favor), con el apoyo de Juan Carlos Valdéz, director de la Fototeca Nacional quien, en todo momento, los acompañó con su equipo de trabajo, asesorándolos por años durante el rescate de dicho acervo. 

Así describe Gabriel Pérez el estado en el que recibieron el acervo: “Las historias que me contaron sobre las fotos eran lúgubres. Que habían estado almacenadas en un baño de una casa que alguna vez también había rentado la agencia, que tenían orines y heces de ratas, que se habían infectado dos trabajadoras de la agencia que tuvieron contacto con el archivo”. 

El convenio original hablaba de una entrega de 300 mil archivos que terminaron siendo exactamente 3,534,437 documentos visuales (negativos o impresiones) con diversos temas, desde la revolución mexicana hasta 1998. Casi todo el siglo XX pues. 

Gabriel nos cuenta: “El rescate inició con un proceso de desinfección. Las historias eran ciertas: el archivo era un foco de contagio. Seis meses se tardaron en limpiar foto por foto, negativo por negativo…” y más adelante puntualiza: “funcionarios de la agencia fueron capacitados por el Sinafo año tras año, a pesar de que muy pocas personas, dentro de la agencia, se entusiasmaron con el proyecto. 

Directores de administración de Notimex fueron y vinieron. Siempre encontraron pretextos para no equipar correctamente la Fototeca Digital de Notimex. 

Pero, finalmente, en 2016 se logró que nos armaran una bodega, se le informó a la Junta de Gobierno los avances del proyecto y se consiguió el apoyo de la máxima autoridad de Notimex.” 

En un video que se encuentra en YouTube con apenas 291 vistas (https://youtu.be/QL6WHQPZRY4) Lorena Flores, Jefa del Departamento de Documentación y Análisis de la agencia, explica los detalles que contiene el acervo y su proceso de resguardo. 

En este específica que la mayoría del material visual abarca hechos documentados durante 30 años, desde 1968 y hasta 1998. Aunque otras fuentes también me indican, que el acervo incluye imágenes de los Casasola levantadas durante la Revolución Mexicana. 

Finalmente este trabajo de rescate se convirtió al final de la última administración en un servicio más en línea que ofrecía la agencia y que hoy lamentablemente con el cambio de página en Notimex, desapareció como servicio para el público. 

Me cuentan que en 2014, cuando arrancó el área de Documentación a cargo de Lorena Flores, contaban con 5 personas trabajando en el archivo, sin embargo, cuando entro la nueva administración en marzo de 2019, comenzaron a desmantelar ese departamento, hasta dejar sola a Lorena en diciembre del año pasado. 

Sin personal, me confirman que de hecho Sanjuana Martínez, hasta hoy directora de la agencia, nunca puso un pie en la fototeca. Lo grave en este momento, es que con las instalaciones cerradas, el sistema de enfriamiento está apagado y nadie checa la humedad que hoy se acumula. No sabemos si esporádicamente alguno de los trabajadores en huelga revisa actualmente esa bodega del tercer piso. 

Aquí las preguntas son: ¿Quién está a cargo del acervo? ¿En estos 100 días de huelga, alguien está al pendiente del estado del acervo? ¿Qué destino le espera a esa memoria visual colectiva en caso de que se desmantele la agencia? 

Ahora mismo este tesoro se encuentra en el tercer piso de la avenida Baja California en el edificio marcado con el número 200 en la Roma Sur.  

Nuestra memoria visual debe ser preservada sin reservas, ningún plan de austeridad debiera afectar esa posibilidad. 

Desde aquí hago un respetuoso llamado a la Junta de Gobierno de Notimex, para que tomen en cuenta este tema: son más de 3 millones de imágenes que nos recuerdan lo que somos como sociedad. 

Sólo hay dos destinos posibles, la Fototeca Nacional en Pachuca, Hidalgo o el Archivo General de la Nación en Ciudad de México. 

Así las cosas, en medio del insólito desgaste que padece la agencia derivado de la pésima gestión de los últimos meses, y ya prácticamente sin clientes que paguen por su servicio. 

Notimex se encuentra además, atrapada en un conflicto laboral que sumado a las graves acusaciones que señalan a la dirección de la agencia, todo indica, que nos acercamos al fin de este esfuerzo informativo que sobrevivió por casi 52 años, y que estaban a punto de celebrar en agosto próximo. Ni hablar.

Columna publicada en La Silla Rota (Junio, 12, 2020)

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notimex

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June 30, 2020

Clicks a la distancia

Liza Ambrossio (Fotógrafa emergente en París)

Por Ulises Castellanos

¿Cómo les fue de cuarentena? 

¿Qué hicieron o qué dejaron de hacer? 

Recuerden que estamos con semáforo en rojo en prácticamente todo el país. No se confíen. Un virus nos amenaza y nos separa. Sin embargo la tecnología de hoy nos acerca. 

Es una oportunidad disruptiva totalmente. Es la exploración del espacio ajeno desde casa. Sin salir pues. Sesiones de foto remotas es la esencia de mi trabajo. La realidad es una suma de realidades diversas. Esto no es periodismo. Esto es el registro de un diario. Les cuento que decidí hacer una pequeña serie de imágenes que primero arrancó como mera terapia ocupacional desde mi celular y después evolucionó como un modesto proyecto personal, para dejar testimonio de nuestro encierro, el de mi familia y amigos a partir de la lista de contactos en la agenda de mi móvil. 

Antes la gente mandaba cartas. Como saben, mi generación arrancó con la fotografía analógica, química y presencial, en un mundo sin redes, ni nada que se pareciera al internet. Vamos, al manicomio nos hubieran mandado si en los ochentas hubiéramos llegado a la redacción diciendo que acababa de tomar una fotografías con mi teléfono. La pura frase sería digna de locura mental. 

Pues bien, hoy lo que nos parece tan normalizado, era imposible de hacer tan sólo hace cinco años. Hay tres factores que tecnológicamente han revolucionado a la fotografía en el mundo, primero el invento de la cámara digital, que había patentado Kodak en los setentas, pero que arrumbó en los sótanos de su empresa por considerarla inviable y peligrosa para la industria del papel y químicos que claramente ellos dominaban. 

Es a finales de los noventa y ya entrando al siglo XXI que la cámara digital se abre paso entre los profesionales, yo conocí la primer cámara digital que elaboraron en conjunto Kodak y AP en 1994, costaba casi 100,000 dólares y se la vi a un par de fotógrafos deportivos en el Mundial de Estados Unidos en las canchas de aquel evento. Sin embargo, el resultado aún era pobre, de baja calidad, lento y caro. 

Para el arranque de este siglo las grandes compañías como Canon y Nikon, comenzaron a elaborar modelos mejores y de mayor calidad, sin embargo, su costo calidad todavía no se equiparaba al negativo de 35mm. 

De cualquier manera el invento creció y se instaló en los primero celulares de aquellos años, con baja resolución pero ya portátiles. Y ese fue precisamente el segundo momento en el que la fotografía digital dio otro gran paso. 

Sin embargo, no sería sino hasta la llegada del iPhone de Steve Jobs, que esos dispositivos realmente empezaría a ser competitivos. Buena calidad a la mano de casi cualquiera. 

A partir de ahí, le mercado de Cyber-shot empezaría a caer hasta casi su desaparición hoy en día. Ahora bien, el tercer factor decisivo para el avance de la imagen digital es la combinación de mejores cámaras y sensores, más su disponibilidad masiva sumado a la conectividad móvil, es decir, ya no era necesario ir a la redacción o casa para transmitir lo registrado y eso potenciado por las redes sociales desde el 2010 con la aparición de Instagram volvería todo esto irreversible. Instagram cuenta ya con 1,000,000,000 de usuarios -solo Facebook y YouTube tienen más usuarios que Instagram- y en esta última red diariamente se suben casi 500 millones de imágenes, tan solo en México existen cerca de 20 millones de usuarios y a nivel global Instagram ofrece 58 veces más interacción por seguidor que Facebook y 150 más que Twitter. 

Lo números son ya inabarcables racionalmente. Superan cada mes lo registrado en todo el siglo XX. 

Pues bien, es este contexto de imagen líquida en la palma de la mano, desde mi cuarentena particular, decidí fotografiar vía redes -Facebook o WhatsApp- a 40 de mis amigos y familiares a los que ya extrañaba por el encierro. 

Durante mayo, fotografíe desde mi cel y conectados vía wifi, a mis colegas en México y el extranjero como los queridos Gabriel Pérez desde la Del Valle en Ciudad de México, Ariel Moutsatsos en Washington, Léon Krauze en Los Ángeles; Enrique Hernández desde la Condesa, Peniley Ramírez desde la Del Valle, Sandra Romandía desde el Estado de México, o al incansable David Fuentes de El Universal trabajando en la calle desde el sur de la ciudad; además de los estimados Beto Tavira y Joaquín López Dóriga que amablemente accedieron a ser cómplices de mi proyecto de cuarentena. 

Por supuesto, no podía dejar de lado las querencias personales, como la serie de amigos entrañables que por aquí desfilaron también, Rafael Ocampo, Rolando Guzmán, Gustavo Mota, Juan José Díaz Infante, Óscar Colorado, Pepe Jiménez, Miguel Gleason o Alberto Ramírez, amigos de la vida pues. Mención a parte, merecen las periodistas Fabiola Guarneros de Excélsior y Larisa Montero que además de desempeño profesional son madres de tiempo completo y aquí están con sus hijos haciendo la tarea virtual como millones de madres y padres en le país. 

Se trata de un trabajo absolutamente personal, -que hoy presento integralmente aquí- sin mayor pretensión que el registro de mi cuarentena vía remota. Así pues, desde mi casa, sin peinarme hice un ejercicio imposible hace una década, fotografía líquida pura, imágenes registradas desde Francia, España, Japón o los Estados Unidos. 

Atención, no se trata de un reportaje, mucho menos de una crónica de pandemia ni bada parecido; se trata de un juego, se trata de hacer imagen para no olvidar, es un registro, eso es todo. Es un proyecto el cual ya se imprime un libro digital en Estados Unidos y que espero pronto presentar a la vieja usanza, en una expo para celebrar la vida, y el hecho de estar aquí escribiendo y respirando en medio de esta tragedia. 

Aquí les comparto una docena de estas imágenes, tomadas, editadas y subidas a redes todas desde mi celular. Agradezco enormemente el tiempo que s tomó la maestra Elena Poniatowska para ser parte de esta locura, así como a las admiradas y queridas Adriana Malvido y Veka Duncan que accedieron a posar para mí a la distancia. 

Esta es una exploración personal a distancia donde adicionalmente como nunca se había registrado, de hecho el autor incluso aparece en la imagen mi propio encierro está documentado 

Se trata de un experimento, de un juego, de un registro que nada tiene que ver con lo periodístico pero sí con lo importante para quien esto escribe. 

En el futuro, cuando el Coronavirus se cure con un jarabe, esto sonará insólito. Millones encerrados en el mundo por un enemigo invisible. En este catálogo afortunado de cariños y amistades, también están las escritoras Sandra Becerril y Zaira Eliette Espinosa, sumadas al poeta Aurelio Asían desde Kioto y al escritor Edgardo Bermejo, así como a la queridísima Lizza Ambrossio, fotógrafa mexicana radicada en París. 

Adicionalmente les confieso aquí tres de mis retratos favoritos, el de Álvaro Cueva, critico de televisión, Carlos Aranda fotógrafo especializado en técnicas antiguas y la guapa Fer Chinos, fotógrafa emergente con talento excepcional. 

El libro que ya se encuentra en imprenta incluye un díptico con los dos fotógrafos mexicanos que yo más admiro y quiero Francisco Mata y Rogelio Cuéllar. 

Nada que agregar sobre su trayectoria y talentos. Así las cosas, soy consciente del privilegio de estar vivo y que adicionalmente en lo que tiene que ver con mi entorno personal, no registro hasta hoy, familiares o amigos atacados por este virus implacable. 

Este trabajo sin embargo, no me aleja del implacable peligro del que sé, están expuestos millones de compatriotas que lamentablemente no pueden quedarse en casa. 

Por eso, creo que es momento de valorar y apreciar todo lo que nuestra vida representa.

Columna publicada en La Silla Rota (Junio, 05, 2020)

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June 28, 2020

Covid-19: la inmunidad de rebaño

Por Ulises Castellanos

En las últimas dos semanas desde mi primer columna sobre la visibilidad de las fotografías de mis colegas frente a la presente crisis sanitaria. Muchas cosas han cambiado. Y lo mejor, es el hecho de que han proliferado nuevos enfoques y mejores espacios en medio del tsunami informativo que nos agobia. 

La revista Proceso publicó esta semana un trabajo de Germán Canseco, -fotógrafo del semanario-, desplegando en varias páginas su mirada sobre el triste desenlace de una víctima de Covid-19; el diario El Universal abre en su portada día tras día, con una imagen sobre el tema, a veces de sus fotógrafos y en otras ocasiones con registro de agencias. Y en general varios portales están destacando el trabajo de otros colegas. 

Aquí mismo, se presentó un especial con fotoperiodistas jóvenes: “Sin home office retratamos lo que vemos, esa es la realidad” https://lasillarota.com/especialeslsr/sin-home-office-retratamos-lo-que-vemos-esa-es-la-realidad-covid-19-coronavirus-pandemia-contagios/393511 

Adicionalmente, las redes sociales dan testimonio permanente de su esfuerzo, riesgo y mirada original. Mejor imposible. La reacción frente al riesgo de buen aparte del gremio es protegerse, trabajar en equipo y defender su imagen. Es una especie de inmunidad colectiva que celebro.  

Héctor Vivas, fotógrafo de Getty Images, se sumó al debate con un texto que subió a su blog, que por acá leemos con interés y atención por lo revelador de lo planteado, sobre lo que vive su generación y cómo perciben nuestro trabajo de años anteriores. Enhorabuena. Se abrió la conversación. Aquí el link para que vayan a su texto original : http://hector-vivas.com/blog 

Por acá me ocuparé de los puntos importantes o controversiales en los que creo, tengo algo que aportar; me brinco los calificativos a mi desempeño, agradezco también lo que se me reconoce, pero lo importante es lo siguiente. Héctor señala en su texto : “¿Estoy enojado? Si lo estoy, y desde antes de aceptar esa plática en la Fundación Elena Poniatowska, como lo menciona Ulises en su última columna. Estoy molesto con lo que nos han dejado las generaciones de arriba, con los que han tenido esos puestos de jefatura y poco han hecho por generar bases sólidas que protejan e impulsen a las generaciones de abajo”.  Y me deja helado. 

Está molesto porque considera que mi generación o quienes hemos tenido encargos directivos, -según el- no hemos generado bases sólidas que protejan o impulse a su propia generación. Wow. Todos tenemos necesidad de romper con generaciones anteriores, lo hicimos nosotros, lo hacen ellos; esa posición consolida una identidad y da incentivos para nuevas propuestas. 

En mi caso aclaro, que personalmente yo estoy en paz con la generación de fotoperiodistas que me antecede, es más. Entre ellos cuento con varios amigos a quienes respeto profundamente y ellos saben quienes son. Pero volviendo al texto de Héctor, imagino que lo que ahí expresa es de buena fe y no hay bronca, pero ¿a qué se refiere en ese párrafo? ¿qué se supone que debimos hacer por el futuro? Nuestra generación, los que rondamos los 50 años de edad, fundamos agencias, inventamos suplementos, dignificamos la profesión, peleamos por ello, ganamos y perdimos batallas, los hechos nos respaldan. 

Raúl Ortega, editó y mantuvo un suplemento bellísimo en el diario La Jornada en los últimos años del siglo XX, un espacio privilegiado que publicó a los mejores fotógrafos de aquel momento, desde Sebastián Salgado hasta Duilio Rodriguez por mencionar un par; en el 2000 Milenio hizo lo propio cuando Víctor Mendiola era coeditor en aquel diario; y nosotros en Proceso, publicamos especiales, calendarios y montamos una exposición anual que arrancó en el Centro de la Imagen en el año 2000, y que hacía referencia a lo mejor de nuestros compañeros fotoperiodistas. 

Entre 2007 y 2008, el diario El Centro que dirigía Salvador Camarena, le dio vida al último suplemento semanal de fotografía a todo color que salía cada semana con ocho páginas dedicadas a la imagen. Ahí le publicamos a Jorge Silva, Mónica González, Ernesto Ramírez, Gregory Colbert, Francisco Mata, Eduardo Jiménez y Karina Tejada entre muchos otros. 

Desde ahí y hasta la fecha no ha habido nada nuevo en ese sentido y con ese formato. 

¿Qué fue lo que no consolidamos? ¿Su permanencia? ¿Su visibilidad? ¿El futuro de esos proyectos? Y continua Héctor en su relato : “Mi enojo es con la estructura inexistente que nos han dejado a quienes trabajamos hoy en día dentro del fotoperiodismo en cualquiera de sus ramas. Mi enojo es que sus defensas a los juicios que se les hacen se basan en su trayectoria y logros personales, y no en herencias sólidas de organización y de estructuras que nos hagan el camino más fácil en momentos tan críticos que se viven para el fotoperiodismo a nivel mundial. Ojo, sé que los intentos se han hecho y he participado en los inicios de una par de estos intentos, sin ningún resultado positivo”. ¿Ningún resultado? Quizá él tenga razón, pero, ¿es nuestra responsabilidad, en serio? No sé qué decir. Ese será tema de otro debate sin duda. 

Juro que quiero entender, ¿qué nos faltó? Y sigue Héctor : “Estoy enojado con esos dueños de agencias que no se hablan, que se pelean los clientes regalando el trabajo y que nunca se han dignado a proteger al gremio. Estoy enojado con esos fotógrafos que haciendo trampa y manipulando imágenes nos cierran espacios en las agencias internacionales y en donde el fotógrafo mexicano se ha ganado mala fama, y estoy enojado con los que siguen documentando con photoshop. También me enoja la crítica que no suma, la crítica que no propone, tal como lo hace la columna “Covid-19 Zona Cero” de Ulises Castellanos”.  Tomo aire y respondo: ¿Crítica que no suma? ¿Crítica que no propone? Caray, creo que los resultados, twits y publicaciones hablan por sí mismas. Fuera de las estridencias, no hay mucho que agregar. 

El debate se abrió y de alguna manera se notaron las repercusiones. El buen Héctor Vivas continua : “Todos los esfuerzos que se hicieron en el pasado, Manuales de Fotoperiodismo, reestructuraciones de departamentos de fotografía, pelear por mejores espacios para las imágenes, son algunas de las grandes aportaciones que Ulises Castellanos que ha hecho al fotoperiodismo en México, sin embargo la situación laboral y económica del fotoperiodismo en México está peor que nunca. Y es ahí donde tenemos que ponernos a pensar qué falló, qué no se hizo, porqué ninguno de estos esfuerzos tuvo una repercusión concreta en el futuro. Y ese es el punto que no me cuadra. Criticar sin voltear a la autocrítica”.  

En buena parte de este último párrafo Héctor tiene toda la razón, sin embargo, no sé qué más pudimos haber hecho para anclar esos avances. Esa sí es ya, una responsabilidad de quienes nos han relevado en ciertas posiciones. Y claramente en distintos casos, nuestros relevos han dejado perder lo alcanzado. 

Desconozco las razones, pero claramente son otros los que han perdido los espacios y se han achicado por la razón que sea. Pero bueno, nosotros hicimos lo que pudimos, hasta donde nuestras fuerzas llegaron, pero de ahí a transformar la industria, bueno, pues si, no nos alcanzó. Pero lo intentamos. Al final Héctor Vivas hace un señalamiento clave, interesante y preciso: “Esos tiempos de  grandes fotografías solitarias que espera Ulises Castellanos parecen haber acabado dando pie a los trabajos colectivos. 

Los premios comienzan a migrar hacia reconocer equipos de trabajo durante coberturas específicas, como los premios Pulitzer de los últimos años que reconocen a equipos de staff completos. Las coberturas ya no son de un fotógrafo en específico, sino de grupos de fotógrafos trabajando un mismo tema, como lo que nos muestra El Pais en “Los días que pasan”.  Y eso da esperanza. 

Da esperanza a que comencemos a contar historias en comunidad. Comenzar a reconocernos entre el gremio como una maquinaria que trabajando en conjunto va a lograr el objetivo final de esto, que es contar la historia en imágenes”. Es la inmunidad de rebaño. Trabajos en grupo, propuestas colectivas, solidaridad y propuestas originales. Trabajo en conjunto pues. Esa fue la clásica escuela de los “onces” (nota roja); pero hoy les toca a ustedes demostrar de qué están hechos. Ya lo saben, dicen por ahí que toda crisis es una nueva oportunidad. Aprovéchenla. 

Así las cosas, estimado Héctor, como te lo dije en Twitter, te leí con atención, te respeto, te escucho y te aplaudo. Ojalá más adelante podamos coincidir. No somos adversarios. Al contrario. El fotoperiodismo necesita más profesionales como tú, personajes que sepan debatir ideas, inteligentes y propositivos, los caminos para llegar al mismo puerto, son lo de menos. Bienvenidos a la Nueva Normalidad. 

Abramos la conversación. 

Columna publicada en La Silla Rota (Mayo, 29, 2020)

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héctor vivas

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June 28, 2020

Covid-19: furia en las redes

Foto: Pepe Jiménez

Por Ulises Castellanos

La semana pasada publiqué en este mismo espacio, la que resultó ser mi columna más leída en redes de lo que va del año, gracias en buena medida a la polémica que despertó su contenido. 

Pero, ¿qué es exactamente lo que leyeron en esa última entrega? Con enorme sorpresa, me desperté el domingo pasado cuando mi celular empezó a vibrar con decenas de notificaciones que reflejaban los comentarios, menciones e interpretaciones en Twitter, derivadas de algunas de mis afirmaciones, combinado con la confusión que generó una sola foto de las cinco que se usaron para su difusión. 

Por WhatsApp un buen amigo me escribió: “ya volviste a incendiar las redes, ¿pues ahora qué dijiste?”. Me preguntó divertido. Pues bien, el centro de mi planteamiento anterior era destacar el hecho, de que en las primeras semanas de esta crisis sanitaria, lo que más circulaba eran las imágenes y videos de familiares o médicos que se encontraban en la “zona cero” de la tragedia. Y que de inmediato compartían en redes, llegando hasta los medios y viralizando la crudeza de esta crisis. Pero vamos por partes. 

En síntesis, mi columna anterior planteaba la escasa publicación que yo veía al navegar en la cotidiana revisión de medios en nuestro país que hago a diario. Expresé mi desilusión por lo que publicó el New York Times y en términos generales ponía sobre la mesa la provocadora pregunta sobre la ausencia de imágenes que se veía destacada en portales. Incluso, pedí que si alguien sabía de trabajos valiosos, me los compartieran para conocerlos, y afortunadamente, buena parte de los lectores de este espacio me hicieron llegar distintos trabajos que no había visto y que vale la pena destacar. 

Algunos colegas me invitaron a revisar Instagram y de ahí me señalaron -entre otros- el trabajo de Oswaldo Ramírez, miembro del programa para fotógrafos de Fujifilm México, y debo reconocer que me gusto mucho su estilo en blanco y negro señalando los estragos cotidianos de esta pandemia, sus fotografías retratan al ciudadano común, con cubrebocas, caminando en medio de la noche, la soledad, espacios vacíos, cerrados y claramente sintetizando lo que el propio Oswaldo define como “tiempos raros”. Vale la pena que lo vean en su cuenta de Instagram: @waldor 

Así las cosas, justo en esos días también se publicó también un trabajo en @piedepagina de Duilio Rodríguez sobre una serie de inhumaciones que se realizaron en el panteón civil de San Lorenzo Tezonco, aquí en la Ciudad de México, concretamente en la alcaldía de Iztapalapa. Allí entierran los cuerpos de personas que fallecieron por Covid19. Y las fotos reflejan el drama del último adiós con sepultureros que parecen astronautas. Le llamé de inmediato a Duilio (@duiliorodriguez ) y me contó sobre la manera como lo hizo y las precauciones que tomó para ese trabajo, me habló incluso de cómo al regresar a su casa se va directo a la regadera para quitarse todo y la ropa ingresa de inmediato a la lavadora. Trabaja con precaución, pero también con miedo. También pude ver lo que hizo en Iztapalapa durante la semana santa y es muy bueno. Asómense en www.piedepagina.mx para que vean de qué les hablo. 

Por supuesto, me puse a buscar otras propuestas visuales y encontré cosas muy buenas en el portal del diario El País, donde confirmé el talento de Gladys Serrano y Mónica González, en el equipo que comanda el querido Héctor Guerrero en aquella redacción; revisé el trabajo de Cuartoscuro y otras agencias, encontrándome efectivamente con propuestas visuales interesantes, arriesgadas y valiosas que están produciendo distintos fotoperiodistas en este país. 

Por ahí vi también el interesante trabajo de Sahenka de la agencia EFE en donde se aprecia una fotografía en el panteón de Xilotepec, cuando un par de camilleros llevan un cuerpo al horno de cremación publicada en esa red el 8 de mayo pasado en su cuenta de Instagram (@Sashe). Y se los digo sin problema, me dio mucho gusto, que me sacaran de mi error, efectivamente, sí hay trabajo bueno y de calidad en espacios diversos, que aún cuentan con fotógrafos profesionales. Y buena parte de ese menú visual se observa en redes sociales. 

Sin embargo, es precisamente derivado de esa dispersión de propuestas, redes, portales, y oferta ilimitada la que al mismo tiempo hace difícil su seguimiento y su impacto. Para empezar hacen falta editores arriesgados en los medios fuertes para hacer más visible ese esfuerzo. 

Me explico. Si el trabajo lo están haciendo bajo un riesgo enorme, ¿por qué no ponen a toda plana en los principales diarios y sus portales las imágenes de la pandemia? ¿Porqué no destacan ese esfuerzo? ¿Acaso no entienden que la imagen es el ancla principal? ¿Qué aporta una foto diaria de la conferencia de Palacio? Nada. Siempre será mejor conocer las historias y sus rostros a ras de suelo. 

Es sencillo, colegas editores, (donde aún queden), destaquen la mirada de sus fotógrafos, en todas partes, todo el tiempo. Es simple. Marquen diferencia a través de la imagen, las cifras de muertos las traen todos y las conocemos en vivo. El rostro de la tragedia se da a diario. 

Como muestra de que si se puede, aquí va un botón, la foto (hasta hoy inédita) que encabeza esta columna es de Pepe Jiménez, -estupendo fotoperiodista que trabajó en una de las mejores etapas de Proceso en lo visual, entre los años de 1999 al 2005 en aquella revista- esta fotografía da testimonio de le tragedia y le pone fuerza a los números, se tomó el pasado miércoles 19 de mayo en un hospital del IMSS aquí en la Ciudad de México. 

Es el momento preciso en el que un camillero, perfectamente cubierto, transporta un cadáver fallecido por Covid-19 en esa bolsa gris rumbo a la morgue del nosocomio para después incinerar el cuerpo. Y me cuenta Pepe, que eso sucede todo el día a todas horas. De eso se trata, de registrar el corazón de la tragedia, sin amarillismo pero con contundencia. 

Ojo, la furia de quien se sintió lastimado por mi columna la semana pasada, esta justificada, trabajan con salarios ofensivos, no les dan equipo de protección mínimo, les publican casi nada y luego les bajan el salario hasta en un 30% o 40% mientras cubren esta pesadilla. Es Increíble. 

Entiendo perfecto su enojo. No sólo no se refleja su chamba en la páginas del medio, publican más en su cuenta de Instagram que en su empresa, arriesgan la vida en cada cobertura, los accesos son casi imposibles, muchos trabajan sin sueldo y encima de todo, viene un columnista obsesionado con la fotografía y escribe desde su compu, que ¿dónde están las imágenes de los fotógrafos mexicanos? No mameishon !!!!! Pues obvio estallan en cólera y tienen razón. Ya sólo eso les faltaba. 

Ahora bien, también urge analizar esto, con una visión más profunda, menos inmediatista. Cuando vi a un sector de fotógrafos criticando mi texto, todo iba bien, hasta que la ira los dominó, mucho de lo que expresaron rebasaba el tema de mi columna. Varios contestaban al bote pronto y me atacaron en lo personal o lo profesional. Varios tuits ni siquiera merecen respuesta. Pero al menos un par sí, porque entiendo que lo hicieron de buen fe, enojados, pero manteniendo la conversación. 

Por supuesto que aprecio su lectura y la atención a este humilde territorio de reflexión, pero Twitter no es precisamente el mejor lugar para debatir con serenidad, por ello decidí ocuparme hasta hoy de algunos de los comentarios que ameritaban respuesta. Discúlpenme si no puedo referirme a todos y cada uno de los que externaron su opinión por lo aquí expresado. Honestamente a la varios no los conozco y obviamente ustedes quizá menos a mí, pero confío en que hacen lo que dicen en sus perfiles. 

Entiendo la frustración y rabia que hoy puede generar ser fotoperiodista en medio de una crisis profunda en los medios de comunicación. Varios han perdido su trabajo en el último año, y a otros les han reducido el sueldo, mientras que la mayoría no encuentra cómo hacer rentable esta bella profesión. 

Sin embargo considero, que no es a tuitazos cómo van a defender su posición. Un fotógrafo habla con su trabajo, y eso debería ser suficiente. Así lo demuestran muchos de ustedes. Por ejemplo, leí con atención lo que me plantea Guillermo Arias, fotoperiodista de primera línea, premiado por World Press Photo y quien tiene años arriesgando el pellejo en Tijuana, primero con coberturas de crimen organizado y ahora en medio de la pandemia, Guillermo es un fotógrafo a quien respeto desde hace mucho; el puso esto en Twitter al saber de mi columna: “Me parece que tu visión de la pandemia es limitada. En la imagen completa a futuro, las fotos de intubados y muertos seran las menos y quisiera pensar que lo sabes. Hacer crítica simplista y corta de visión no va con alguien que se presenta cómo experto”. 

Ok, estimado Guillermo, es cierto, mi visión pudo reflejar alguna limitación, pero también es cierto, que si para cuando lo escribí, no tenía en la mente ninguna imagen en especial, es porque no se ve claro en medio del tsunami visual que nos agobia; no vi, lo que ahora veo. No se, si las fotos de intubados sean lo de menos, pero al menos habría que ver un par; lo se y estoy seguro, no creo haber hecho una crítica simplista, tan no lo fue, que causó debate y me llegaron varios mensajes respecto al tema, y aclaro una última cosa, ni soy experto ni me presento como tal. 

Soy un periodista que ha estado en esta industria al menos 30 años desde mi ingreso al semanario Proceso de Scherer y antes en la revista Mira de Granados Chapa desde 1990. No soy nuevo en esto, los conozco a casi todos. 

Sé de sus historias y conozco su capacidad, por eso los extrañaba en esta cobertura. Por ahí, vi también a Héctor Vives, espectacular fotógrafo deportivo a quien no solo respeto por su trabajo, sino que independientemente de sus comentarios, lo recuerdo con aprecio, sobre todo por la última vez que lo vi, cuando aceptó nuestra invitación a la Fundación Elena Poniatowska el año pasado, cuando fue a dar una charla a nuestras instalaciones. En aquel entonces, no lo recuerdo tan enojado como ahora lo leí. Comprendo que en este momento los ánimos están a tope. Y quizá hay que esperar que la pandemia y sus consecuencias bajen. 

Siempre estoy y estaré abierto al debate inteligente, profesional, documentado y plural. No pasa nada. No estoy buscando notoriedad ni seguidores en mis redes, porque no vivo de eso ni lo necesito. Quiero un mejor espacio para todos, más y mejores foto en los medios. 

Sobran referencias en mi trayectoria que dan fe de eso. He sacrificado mi “zona de confort” defendiendo colegas y espacios. No hay bronca. Mil gracias por sus comentarios, críticas y sugerencias, la verdad me hacen muy feliz, porque desde hace cerca de 15 años que tengo esta columna, eso he buscado siempre, reflexionar sobre nuestro trabajo. Y eso lo seguiré haciendo. Cómo decía Vicente Leñero en Proceso frente a ciertos comentarios: “Sigo pensando lo mismo”. 

Por cierto, ya casi para cerrar mi columna, veo pasar un twitt -otra vez las redes- donde Lucía Flores (@lu_fm) nos comparte su trabajo visual publicado en El Financiero; a Lucía la conozco hace algunos años y la he visto crecer profesionalmente, bien por ese diario que le da media plana para su ensayo y bien por ella que nos cuenta de viva voz, con cinco imágenes del personal médico en Atizapán como enfrentan los médicos la primer línea de batalla contra el Covid-19. Así debiera ser, buenas fotos, buen espacio, bien presentadas en sus medios y tan tan. 

Por último, leí con sorpresa los tuits de Alfredo Estrella, quien se sintió aludido en lo personal, porque mis colegas de aquí en La Silla Rota, descargaron de la red y al azar una fotografía donde aparece él, para promover la columna en Twitter; les cuento: esa foto apareció de la búsqueda al azar en Google con la frase “fotógrafo mascarilla” y apareció 10 veces esa imagen, me comentan que no tenía derechos exclusivos y la usaron para ilustrar la columna, nada más, ni el nombre de Alfredo se consignó porque quien lo hizo ni lo conocía ni lo registró. 

Sin embargo le aclaro a Alfredo, que no debe sentirse señalado por un detalle como ese. Fue un error, derivado del trabajo colectivo en modalidad Homme Oficce y se corrigió en cuanto se detectó, ese tuit fue bajado ese mismo fin de semana. Pero nunca fue nuestra intención referirnos a él en esa entrega, porque ni venia al caso, y mucho menos se trataba de mandar mensaje oculto alguno. Fue una casualidad que a la postre resultó incómoda para Estrella, sus alumnos y sus amigos. Pero nada más. Así de sencillo. 

Pero bueno, volviendo a lo importante, agradezco su interés en este espacio y aprovecho para compartir el texto de Maria Fernanda Ruiz, estudiante de periodismo en la Septién y fotógrafa que escribió hace unos días en Pie de Página, sobre una entrevista con fotógrafos que se publicó en El Universal y que también es parte del ambiente que hoy nos rodea: https://piedepagina.mx/fotografos-un-dia-mas-de-la-no-reconocida-no-cuarentena/ por cierto, me enteré de la iniciativa que publicó ese mismo diario 48hrs después de nuestra columna, bien por ese nuevo espacio que dará cuenta de lo mejor que están haciendo los fotoperiodistas en México con referencia a esta crisis sanitaria y en especial por buscar hoy, resaltar lo mejor de aquella redacción en donde todavía quedan varios profesionales de la lente que ahora nos contarán como hacen, lo mejor que saben hacer, que es ser testigos de nuestro tiempo, a través de su mirada. Enhorabuena. 

Columna publicada en La Silla Rota (Mayo, 22, 2020)

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June 28, 2020

Covid-19 Zona Cero

Por Ulises Castellanos

Cadáveres en los pasillos, enfermos recostados en el suelo sobre una colchoneta, pacientes luchando por su vida con un respirador, enfermeros corriendo en los sótanos de un hospital; familiares de pacientes dando portazo en hospitales, fosas y ataúdes en los cementerios; así son las postales del epicentro de la pandemia en México y ninguna imagen antes descrita, ninguna, la tomó un solo profesional de la lente. Ninguna. 

Así es, las imágenes de la pandemia en nuestro país, son el resultado del sentido de oportunidad que otorga estar cerca de estos eventos, y contar con un celular en la mano, material registrado por familiares de enfermos o personal médico en zona Covid; la mayoría son videos y son realizadas por civiles furiosos que ven en ello una oportunidad de denunciar y hacerlo viral por la razón que sea. Y la pregunta aquí es, ¿y en dónde están los fotoperiodistas profesionales?, ¿qué andan haciendo?, ¿cuál es su agenda?, ¿su estrategia?, ¿dónde están, pues? 

Los veo en las conferencias de Palacio, pero no veo su mirada destacada en los medios. 

La semana pasada, en el contexto de una nota muy extraña del New York Times sobre la epidemia en México, el trabajo del corresponsal fue acompañado por una mirada de lujo, la del multipremiado Daniel Berehulak, ganador del Pulitzer y varios premios World Press Photo, entre muchos otros reconocimientos. 

Su foto de portada en el Times, fue la de una pila de ataúdes tomada en el sur de la ciudad de México, presuntamente usados por cadáveres de Covid-19. Thats it. Nada espectacular, pues. Las otras imágenes de Daniel que vi en el portal, eran de pacientes afuera de hospitales, en camillas o silla de ruedas, pero ni un enfermo conectado a un respirador. 

Daniel Berehulak es uno de lo mejores fotoperiodistas del mundo, ha estado en más de 50 países trabajando en zonas de alto riesgo, vamos, mejor entrenamiento no podía tener y sin embargo, no logró una sola imagen con fuerza, ni tampoco encontró cadáveres apilados en un clóset o cadáveres quemándose en Insurgentes. Nada. 

Así pues, si un gran fotógrafo no logra hacer una gran foto, el tema está en el enfoque, la estrategia y los accesos; obvio no digo que sea fácil, el problema es que frente a su tremendo esfuerzo, está el ciudadano de a pie, que si está en la Zona Cero de la pandemia y lo registra todo; claramente los periodistas van un paso a atrás de este fenómeno. 

Hace tiempo que el reportero perdió el monopolio de la información. Si usted, amigo lector, ha visto alguna imagen reveladora o interesante sobre la crisis sanitaria en México, en los medios nacionales o extranjeros, por favor, hágamelo saber. 

Sé de un par de colegas que están haciendo trabajo documental de largo aliento, pero no puedo comentarlo aún hasta eu lo publiquen. Tengo que agregar, que los pocos profesionales que quedan, no han conseguido sorprendernos y entonces el registro de la crisis, será narrado por jugadores anónimos, que lo hacen gratis y que además no ofrecen mayor contenido visual de calidad que un video oportuno, borroso, vibrado y mal editado pero que la gente consume de manera masiva. 

Es una pena, pero así va esto del registro visual en medio de la peor crisis sanitaria derivada del virus Covid-19 en nuestro país. Ojalá sea sólo un bache temporal, y pronto nos sorprendan los colegas de la lente, que a diario arriesgan su vida, para ver las entrañas de la tragedia. Ojalá. 

Columna publicada en La Silla Rota (Mayo, 15, 2020)

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June 28, 2020

Volver al Futuro

Foto: Willian Justen de Vasconcellos

Por Ulises Castellanos 

Dice Juan Villoro, que no cree que regresemos a la normalidad, como mejores personas que antes y yo coincido. 

Si bien nada será igual, para cuando se levante la cuarentena, nada indica que hayamos aprendido a ser mejores en medio de esta crisis. 

El crimen organizado continúa azotando al país y le lleva la delantera en el número de muertos al Coronavirus, hoy incluso atracan puntos de distribución de cerveza a mano armada, para revenderla al triple de su precio mientras regalan despensas. 

Los homicidios dolosos se mantienen estables aún sin gente en la calle; la violencia intrafamiliar se disparó a niveles nunca vistos; las agresiones al personal médico se mantiene esporádico, pero se mantiene; los médicos están al borde de un ataque de nervios, al límite de sus capacidades físicas y emocionales, y los hospitales a punto de la saturación; eso si, la curva se ve aplanada y México está en el lugar número 16 del ranking de países con más muertos de Covid_19, mientras la economía se va en picada y nuestro país suma ya casi medio millón de nuevos desempleados. 

No parece que venga un mejor regreso después de este encierro, si acaso y con mucha suerte, a nuestra sociedad le quede claro que la arrogancia con la que hemos vivido solo lleva al precipicio, debemos comprender y aceptar nuestra enorme vulnerabilidad de cara a lo inesperado, incluso frente a lo invisible. Construiremos quizá una nueva forma de organizarnos, sobre la ceniza de nuestros muertos, pero no será mucho mejor que lo que hoy tenemos. Nada será igual en muchos aspectos, quizá no volvamos a un concierto masivo y mucho menos a un estadio de futbol en el clásico capitalino. ¿Quién volverá a saludar a un compañero de trabajo con beso en la mejilla?, ¿Cómo serán las clases presenciales en las universidades, o preparatorias del país?, ¿Qué pasará con los profesores de 65 años o más que aún dan clases? 

Es obvio que no estamos diseñados para vivir en cuarentena, el encierro también mata. Somos seres y sociedades interdependientes, aislados somos más débiles, por ello, los brotes de solidaridad que surgen en este contexto, también son acciones orientadas a nuestra propia supervivencia, y por eso, una vez superada la crisis, se vuelve al egoísmo colectivo que nos caracteriza; un ejemplo reciente en México es el último terremoto, la solidaridad mostrada entonces se diluyó con el paso del tiempo y todo mundo volvió a lo suyo, así puede ser el regreso a la “normalidad” en el futuro inmediato. 

En las próximas semanas México volverá de manera escalonada a reabrir sus actividades sociales, comerciales y de entretenimiento, porque la vida sigue, y con o sin vacuna, tendemos que aprender a vivir con el Coronavirus. Aprenderemos a revisar la lista de muertos diarios, como quien revisa el clima; tomaremos algunas precauciones y morirá gente cercana a nuestro entorno o incluso nosotros mismos; al final todos nos enfrentaremos al virus de una u otra forma. 

Tarde o temprano así será, pero lo importante es tratar de rescatar el aprendizaje mientras se acerca el olvido. 

En estos días, poco más de la mitad de los mexicanos, hemos estado más o menos encerados, haciendo home oficce, hablando con nuestros amigos y familiares por zoom, bebiendo solos mientras el insomnio crece y las horas parecen estar detenidas. 

Estar con nosotros mismos puede ser agobiante, por eso extrañamos la sonrisa del ser amado o el abrazo de los amigos, extrañamos otras voces y otros olores, porque regresaremos a un mundo con miedo, con sana distancia permanente, filas controladas y acceso al cine o los aviones con extremas medidas de seguridad sanitaria, al menos por una década más, hasta el próximo susto. Y claramente el próximo reto será el económico, la fuerza de trabajo se ha devaluado al menos un 30%, pocos regresarán a sus salarios o ingresos de antes; y el tema no mejorará en lo que resta del año, vendrás semanas y meses difíciles, un posible rebrote viral en invierno y restricciones de movilidad intermitentes. 

Así las cosas, volver al futuro se parecerá más, a un ambiente de post guerra que a cualquier otra cosa, nuestra batalla no ha terminado y tampoco hemos ganado nada.

Columna publicada en La Silla Rota (Mayo, 08, 2020)

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