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Ulises Castellanos

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October 2, 2020

7:19 El terremoto

Por Ulises Castellanos

Era 1985, la Ciudad de México despertaba con un Terremoto que devastó la Metrópoli.

Aquella mañana salté de la cama en medio de los tronidos de pared, los gritos de mis vecinos, gente rezando en medio del caos. Para cuando pude ponerme los pantalones ya había 10,000 muertos en la ciudad. En cosa de dos minutos habían colapsado más de 200 edificios, el multifamiliar Juárez estaba destruido en un 40% y el edificio Nuevo León de Tlatelolco había colapsado. 

En los primeros minutos de aquella mañana de terror, la antena principal de Televisa Chapultepec ya estaba en el pavimento, los muertos en aquella televisora se contaban por decenas, estaban fuera del aire; la telefonía se cayó por completo. El transporte público se dislocó por completo, la gente caminaba sobre insurgentes y Eje Central en todas direcciones. El Hotel Regis era un escombro. 

Yo era estudiante de fotografía y cursaba el último año de prepa. Tarde tres días en regresar a casa y ese día decidí ser fotoperiodista. En ese contexto de destrucción y dolor colectivos, me quedó claro que hacer foto documental, era lo que quería para registrar y dar testimonio del dolor ajeno y ponerlo en página, cuando ser fotógrafo y estar en medios era relevante. 

En aquella época, las estrellas de la lente ya eran Pedro Valtierra, Marco Antonio Cruz y Francisco Mata entre otros. En aquel tiempo, obvio no había redes, la inmediatez no se imponía a la precisión y hacer las cosas con sensibilidad y profundidad eran valores del periodismo de entonces. Nos movíamos en las primeras horas por rumores, información verbal al bote pronto, derivada de los primeros rescatistas y nos tocó ver nacer la llamada “sociedad civil”.

En aquel año las imágenes del terremoto se veían solo en diarios y revistas. Era otro mundo. Yo incluso como no trabajaba para nadie, mis propias fotos las vi días después, sin embargo en cada disparo poníamos harto esmero y atención. Ahí aprendí el valor de la solidaridad, de la precisión, la síntesis y otros factores relativos al trabajo documental. De ahí se derivó una carrera de poco más de tres décadas que me llevó por el mundo en distintos conflictos sociales y desastres del mundo. 

De ahí la importancia de ese primer momento fundacional en mi persona y mi desarrollo profesional. Mis imágenes, son conocidas y han estado en diferentes exposiciones, desde el primer aniversario, pasando por libros y publicaciones diversas, hasta la última exposición que monté en Tokio, Japón el año pasado. Aquí mismo les comparto algunas de aquellas imágenes que son el reflejo de la mirada de un adolescente de 17 años que recién aprendía a dominar su cámara réflex en una era analógica. 

Este aniversario coincide también con el terremoto de hace tres años que por increíble que parezca, se dió en el mismo día pero de 2017. Las diferencias con el terremoto de hace 35 años, es el número de muertos y edificios dañados, pero fundamentalmente hay muchas diferencias que se contrastan con el contexto de la época y que amerita otro análisis. 

Pero cierto macando algunas divergencias, en un tiempo de redes sociales en el que esperaríamos más y mejor material que en 1985, -salvo los videos- no hubo nada especial de imagen fija en redes. Adicionalmente, los voluntarios de hace tres años, expresamente impidieron que se documentara fotográficamente los diversos sitios del desastre, había letreros que pedían “No hacer foto” por un presunto respeto a las víctimas. Acción que solo generó tensión con los fotógrafos profesionales que andaban trabajando ese día y que no permitió documentar libremente ese desastre. 

Pero en fin. Ese es otro tema. Hace 35 años, hacer foto no representó obstáculo alguno. Pero éramos pocos. Había un puñado de profesionales y era muy raro que la gente hiciera foto en la calle. Ahí están los escasos libros que existen al respecto de lo qué pasó en 1985. Hoy quise recordar este día, que es clave en la memoria colectiva de nuestra ciudad.  

Columna publicada en La Silla Rota (Septiembre, 18, 2020)

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October 2, 2020

La imagen en radio, 100 programas

Por Ulises Castellanos

Esta semana cumplimos 100 emisiones ininterrumpidas de nuestro programa radial en torno a la imagen. Óscar Colorado y quien esto escribe echamos a andar hace cuatro años un programa de radio semanal llamado imagen líquida. Estamos de fiesta pues. 

A lo largo de estos años con esta propuesta al aire, hemos tocado una diversidad de temas fotográficos que al menos ha convocado a unos 70 personajes del mundo de la imagen. En la cabina de Radio en la Universidad Panamericana han charlado con nosotros y presentado sus trabajos o proyectos, infinidad de colegas, entre ellos, por supuesto el querido Eniac Martínez, recientemente fallecido; el talentoso Francisco Mata, Santiago Arau, Daniel Aguilar, Fernando Aceves, especialista en imagen del mundo de la música; la documentalista Gabriela Olmedo; Ivonne Venegas y Juan Carlos Valdéz, el director de la Fototeca Nacional entre muchos, muchos otros. 

En ese programa hemos presentado más de 90 libros sobre fotografía y hemos dado cerca de 300 noticias sobre fotografía. Entre muchos otros contenidos. Por supuesto, nos han acompañado también los ejecutivos de Sony, Nikon y Canon en distintas ocasiones y hemos hablado de redes sociales, fotoperiodismo plagios, trampas y los premios World Press Photo. 

Así las cosas, el pasado miércoles 9 de septiembre en la emisión número 100 del programa tuvimos a gente clave de nuestro programa, el Dr. José Luis Ortiz, académico e investigador destacado de la Panamericana; Aldo el productor de siempre. Luis Beltrán director de la activa de fotografía en Querétaro, Juan Carlos Valdez y Francisco Mata, con quien realizamos la edición correspondiente de aniversario. 

Nada contribuye más al desarrollo y crecimiento del quehacer fotográfico que el debate de las ideas, la investigación, y la suma de esfuerzos; combinando con la amistad y el respeto entre colegas. Vamos por más y agradecemos a la gente que nos escucha gracias a la red, desde España, Francia, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela; es un honor que nos sintonicen en vivo o por Facebook Live. 

Sin embargo, también agradecemos a la gente que sigue el podcast en Spotify o iTunes cuando el,programa se sube a esos servicios. Así las cosas, hoy sólo quiero agradecer a todos los que hacen posible este programa y los invitamos a sintonizarnos,cada semana a las 11 de la mañana, todos los miércoles, ahora desde casa en medio de la pandemia. Un abrazo especial a Óscar Colorado por su amistad, profesionalismo y complicidad para la creación de este programa. 

Nada es lo que era, y la,imagen no está al margen de las nuevas tendencias. No se queden fuera de la conversación y acompáñenos en la aventura semanal, para seguir construyendo comunidad desde los micrófonos de Media Lab de la Universidad Panamericana.

Columna publicada en La Silla Rota (Septiembre, 11, 2020) 

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October 2, 2020

Instagram, una década de locura

Por Ulises Castellanos

En cosa de un mes, para el 6 de octubre de este año, Instagram cumplirá diez años de coexistir entre nosotros. Es buen momento para reflexionar sobre su relevancia y la manera cómo nos ha cambiado en la forma de ver al mundo y vernos a nosotros mismos.

Primero que nada, dimensionemos el tamaño de la aplicación, según datos del Observatorio de Cultura Fotográfica de la Universidad Panamericana que coordina el doctor Oscar Colorado, este es el tamaño del monstruo: Instagram cuenta con más de mil millones de usuarios en activo. Diario se suben más de 100 millones de imágenes.

A lo largo de su primer década de existencia se han subido ya 50 mil millones de fotografías. Cada 24 horas se otorgan 4.2 mil millones de “likes”. Los datos son abrumadores. Pero vamos por partes, cuando en 2010, apareció la nueva app bautizada como Instagram, -nombre inspirado en lo instantáneo y el telegrama-. Sumaron 25 mil usuarios nuevos, pero en tres meses llegaron llegar su primer millón. El crecimiento era explosivo. 

Hoy, esos mil millones de personas usan la aplicación con el fin de mostrar las “cosas que les gustan”, sus viajes, sus mascotas, quiénes creen que son y qué desean ser. Han pasado casi diez años y hoy vivimos en la cultura de la “selfie”; y gracias a este fenómeno, Mark Zuckerberg, -el creador y dueño de Facebook- ganó 20 mil millones de dólares solamente en el último año, es decir en 2019 ganó 20 veces lo que le costó originalmente la app, cuando se las compró a Kevin Systrom y Mike Krieger. 

Y agárrense, en 2019 Instagram rompió sus propios récords financieros, superando a YouTube en ganancias por publicidad. Y ¿cómo se explica esto?, fácil, el 60% de los adultos en Estados Unidos tienen una cuenta de Instagram, el 72% de los adolescentes en aquel país usan esa red y el 35% de ellos dicen que Instagram es su red social preferida. 

En Estados Unidos hay 120 millones de cuentas, pero el 89% de los usuarios de esa red están fuera de ese país. Tan sólo en América Latina existen ya 60 millones de usuarios registrados, 28 millones son hombres y 32 son mujeres. A nivel global estos son los porcentajes por género - 56.3% mujeres; y 43.7% hombres. Estos datos permiten establecer que claramente se trata de una red social preferida por ellas. México es el país con más cuentas de toda Latinoamérica, aquí somos 16 millones de usuarios. México ronda pues, el 28% de usuarios en la región. Los usuarios a nivel global pasan un promedio 28 minutos diarios en Instagram, y el tiempo de contemplación por imagen no supera un medio segundo. Instagram cuenta con dos millones de anunciantes a nivel mundial. El usuario más popular del planeta en esta red, es el futbolista Ronaldo Cristiano (@cristiano) con 237 millones de seguidores, casi el 25% de todos los usuarios de la red, 1 de cada 4 pues. Y aquí pueden encontrar aún más datos adicionales Instagram by the Numbers (2020): Stats, Demographics & Fun Facts. (2020, enero 26). https://www.omnicoreagency.com/instagram-statistics/ 

Así las cosas, ¿Cuál creen que ha sido el impacto en nuestra cultura contemporánea? Aquí algunas pistas. Instagram diversificó de los estándares de belleza, hay de todo. Influte en nuestro modo de viajar, más de uno decide un destino después de ver imágenes de ciertos lugares expuestos en esa red. Instagram a modificado nuestra tendencia de consumo, quizá un día supere a Amazón.

Instagram y sus “influencers” se han convertido en un motor de la economía que propulsa el deseo de consumir. ¿Y cómo afecta nuestra mente? En 2020 la Royal Society for Public Health y el Young Health Movement encontraron que, “de entre todas las redes sociales, Instagram es la que menos favorece la salud mental porque afecta de manera importante el sueño, la auto-imagen, el sentido de pertenencia y promueve la ansiedad, depresión y soledad” Así de fuerte, pues. 

A reserva de dejarles al final algunas referencias sobre el tema, les recomiendo el último libro de Sarah Frier, “No Filter” que da muchos más detalles escalofriantes de esta red. Ella comenzó su investigación a partir de una tarde en que fue a comer sushi, se encontró a un hombre tomándole fotos a su plato de comida, y ella ya estaba sorprendida de cómo sus amigos estaban obsesionados con tomarle foto a todos sus alimentos, y a partir de ahí, comenzó su aventura editorial. Búsquenlo en Amazon, por ahora sólo existe en versión en inglés. Zuckerberg, es tremendo a la hora de competir, no sólo compró Instagram, sino que le agregó funciones y la hizo rentable, cuándo quiso comprar Snapchat pero ellos se negaron, Zuckerberg le añadió una nueva función a Instagram, y por eso ustedes hoy pueden subir historias. Lo mismo está pasando actualmente frente a Tok Tok, hoy Instagram compite ahí, con “Reels” videos cortos, con efectos y música de moda. 

En fin, decenas de temas sobre esta red se pueden abordar, (dejaremos pendiente el análisis sobre la influencia y exposición que da para los colegas fotoperiodistas esta red, sus retos, complicaciones y consecuencias) pero por lo pronto, aquí les dejo algunas pistas si les interesa profundizar en el tema y no olviden subir su selfie después de leer esta sencilla columna. 

Por cierto mi cuenta en Instagram es @Ulysses_mmx. Es ampliamente recomendable el libro de Oscar Colorado (2013) Instagram, el ojo del mundo. Editado por la Universidad Panamericana. Adicionalmente pueden consultar Empezar a utilizar Instagram para empresas. (s. f.). Instagram for Business. (2020) de https://business.instagram.com/getting-started?locale=es_ES o Important Instagram stats you need to know for 2020. Sprout Social.https://sproutsocial.com/insights/instagram-stats/ además del libro de Sarah Frier, (2020). No filter: The inside story of Instagram. Editado por Simon & Schuster. 

Imagen Líquida: Murió en Valencia, España, Jürgen Schadeberg a los 89 años de edad, autor de la famosa fotografía de Nelson Mandela viendo desde su celda cuando estaba preso. El fotógrafo alemán vivió años en Sudáfrica, país en el que entabló amistad con Mandela en los primeros años de su lucha contra el ‘apartheid’. Descanse en paz. 

Columna publicada en La Silla Rota (Septiembre, 04, 2020) 

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August 31, 2020

El triste regreso a clases en era covid

Por Ulises Castellanos

Esta fotografía de Alejandro Rodríguez de la agencia Cuartoscuro que dirige el legendario fotoperiodista Pedro Valtierra, sintetiza dramáticamente los retos de igualdad de oportunidades que los mexicanos enfrentan día a día. Más de 30 millones de estudiantes distribuidos en 16 grados escolares, retomaron sus clases de manera virtual, en medio de esta crisis sanitaria que aún no termina. 

Es por ello que el gobierno de México firmó un acuerdo con las cuatro televisoras más importantes del país: Tv Azteca, Televisa, Multimedios e Imagen Televisión para la transmisión de contenidos educativos que apoyen la educación a distancia. Si bien es verdad que la mayoría de estudiantes en zonas urbanas seguramente cuenta con computadora, televisión e internet, hay un enorme rezago en otras zonas del país que esta imagen representa perfecto. 

Esta imagen que hoy les presento aquí refleja con toda crudeza un sector de nuestra sociedad que sigue estando fuera de los avances del país. En este cuarto que debe ser comedor-sala en alguna vivienda de México, vemos de entrada, desde un punto de vista estrictamente denotativo, a una madre orientando a sus hijas siguiendo instrucciones por televisión, dado que claramente no cuentan con computadoras ni internet. 

La fragilidad que esta imagen proyecta se reafirma con el póster de la Virgen de Guadalupe que apenas se sostiene con un clavito debajo del alambre que recorre la pared sujetado con cinta adhesiva. Los tres personajes de la foto, cuentan con cubrebocas y se les ve concentradas. 

Pero al mismo tiempo, ¿Qué nos dice esta foto desde el punto de vista subjetivo o connotativo de la lectura de la imagen? Obvio se trata de una interpretación absolutamente personalísima y ustedes seguramente tendrán su propia lectura. Sin embargo, vayamos por partes; ¿Qué nos dice esta foto sobre nuestro país? Pues claramente refleja un instante en el que se da testimonio de la enorme desigualdad social con la coexistimos, y la dificultad para un digno desarrollo que algunos mexicanos enfrentan a diario. 

Y así ¿Qué me dice, cómo dialogar con esta imagen sin sentirnos mal por ellas? Imposible no sentir impotencia por ser testigos de un momento que nada tiene que ver con las aspiraciones generales que tenemos como sociedad. Es inadmisible que esto exista en una de las primeras 10 economías del planeta en un país que es miembro del G20 por ejemplo. Simplemente no cuadra y no es justo.  

Esta imagen, que denota una belleza competitiva tan poderosa, está perfectamente bien balanceada, bien iluminada y logra transmitir un momento intimo que se debe repetir de sur a norte y de costa a costa. Es el arranque del ciclo escolar 2020-2021 que muy probablemente se mantenga en esta modalidad a distancia por todo el año lectivo. ¿Cuáles serán sus efectos en este generación? Difícil saberlo hoy, pero seguramente dejará huella en millones de niños que estarán en su casa por más de 300 días viendo una pantalla. 

Es una fotografía que roba el sueño, entristece el alma y nos rompe el corazón. Para eso existe el fotoperiodismo y es por este tipo de imágenes, que el trabajo de los colegas que andan en la calle, que su trabajo debe ser valorado y debidamente remunerado. 

No sé ustedes, pero a mi si inquieta que el país tenga este tipo de rezago social, porque si no resolvemos esto, no podremos resolver nada. 

Así pues, les dejo esta foto de Alejandro Rodríguez para que no olvidemos los demás, que lo que nos hace mejores seres humanos es compartir la indignación que esto genera. Esta pandemia también nos hace conscientes de nuestros privilegios y jerarquiza de otros maneras lo que es verdaderamente importante. Vaya momento que nos ha tocado vivir. 

Por último y como siempre hay muchos temas que tocar y poco espacio, a partir de hoy les dejaré adicionalmente una última reflexión o novedad fotográfica, en una especie de posdata que llamaremos Imagen Líquida al final de cada columna a partir de la presente entrega. 

Imagen Líquida: Hace unas semanas comentamos qué Magnum tuvo que borrar de su sitio web algunas fotografías hechas por David Alan Harvey porque mostraban a menores en situación de abuso al explotárseles sexualmente. Sin embargo, ahora una noticia ha cimbrado al mundo fotográfico, y es la decisión de suspender al fotógrafo Alan Harvey de la agencia. 

Magnum ha verificado con varias fuentes que la suspensión no se debe a las fotos comentadas sino a acusaciones serias sobre la conducta del fotógrafo. El comunicado de Magnum dice textualmente: “En los últimos días se ha hecho una acusación específica en forma confidencial relacionada con la conducta personal de David Alan Harvey. Tal comportamiento representaría una violación del código de conducta de Magnum. Se está llevando a cabo una investigación formal y la membresía de David Alan Harvey ha sido suspendida mientras se lleva a cabo este proceso. Magnum está comprometido con un entorno de trabajo seguro e investigaremos de manera justa y exhaustiva las acusaciones de conducta inapropiada de los fotógrafos o el personal.” Así las cosas, David Alan Harvey podría ser el primer fotógrafo expulsado de Magnum en los 73 años de vida que lleva dicha agencia.  

Columna publicada en La Silla Rota (Agosto, 28, 2020) 

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August 31, 2020

Imagen líquida, ¿apocalipsis o resistencia?

Por Ulises Castellanos

Esta semana he participado en sesiones maratónicas vía zoom, con colegas creadores de imagen y académicos en la materia. 

Admito que es un privilegio contarme entre sus amigos y la cantidad de información que hemos compartido y debatido darían para un buen libro sobre el tema. 

Pero ¿Cómo vivimos la imagen? ¿Y cuál es su presente y futuro? Aquí, algunas reflexiones, captadas al vuelo. Frente a la hiper-digitalización impuesta por la crisis sanitaria global y la nulidad de la presencia física a la que nos ha confinado el Coronavirus, ¿cuáles serán las consecuencias de esta Nueva Normalidad? Y ¿qué va a pasar con la inteligencia artificial, el concepto de intimidad, nuestra memoria colectiva o la gestión informativa a la que estamos expuestos ?

Confieso que tengo más preguntas que respuestas, pero les ruego me permitan brevemente esbozar aquí algunas reflexiones, que en conjunto les aprendi a mis admirados colegas. Apenas la semana pasada, expuse aquí un análisis sobre la generación Z, en esta pandemia, expuse sus retos y desarrollo como futuro colectivo. 

Hoy trataré de darle contexto a este tsunami tecnológico y social que está arrasando con todos los paradigmas preestablecidos. Es obvio que hoy existe una geopolítica tecnológica de la imagen, en alguna medida somos lo que vemos y consumimos en términos de información visual; las redes sociales y sus algoritmos determinan lo que ahora vemos o no vemos, los robots digitales determinan nuestra visión del mundo, y todo depende del país o ciudad en que habitamos. Nuestras preferencias se registran y nos la refuerzan con información recargada de regreso. 

Si en el ensamblaje tradicional de los últimos 180 años de la fotografía, se consolidó una idea de realidad, sobre lo que veíamos y reconocemos como verdad; hace ya tiempo que ese andamiaje se derrumbó. 

De nuestros likes en Facebook o Instagram, se configura un perfil. Hoy la veracidad está en jaque, ya nadie cree en nada, ni en la imagen fija, ni en el video, mucho menos en un audio y hasta la credibilidad de un texto ha sido aplastada por la postverdad. Habitamos una realidad construida. Manipulada por intereses globales que moldean nuestro pensamiento. Mientras 800 millones de habitantes en el mundo están conectados a Tik Tok consumiendo videos de comedia, chistes, o chicas bailando la canción de moda, apenas 350 millones estamos en twitter y unos cuantos más leen portales informativos. El mundo prefiere lo superficial al resto de contenidos. Y es justo lo anterior lo que está definiendo la identidad global y su gestión de memoria. ¿Qué recordaremos del presente que no esté influido por un algoritmo cibernético? 

Hoy no traigo certezas ni datos concretos, pero es claro que, los efectos colaterales de la pandemia sumado a la inteligencia artificial desarrollada en el mundo, dictará nuestro presente inmediato y futuro colectivo. 

¿Qué es hoy una fotografía? ¿Dónde queda la memoria? ¿Qué es un testimonio válido? ¿Quién tiene la razón? La fotografía popular no busca documentar nada, sino reafirmar su existencia, Instagram no denuncia, ratifica la idea narcisista de qué quien hace el registro “existe” y se fotografían a si mismo, para decir: aquí estuve YO y por lo tanto esto soy. ¿A quién le importa el contexto? El chat dejó de ser textual, para ser una comunicación visual. Mandamos más stickers y emoticones de lo que escribimos. 

Somos imagen y a diario además nos apuntan cámaras desde todas partes. No hay atraco que no quede registrado en video y ni a los delincuentes les importa ya. Casi lo dan por hecho. La fotografía es el resultado de una visión y materia prima, para sostener argumentos de todo tipo. Vivimos en una narrativa visual, controlada por maquinas que todo lo observan. Recordemos Beirut. Construimos ideas a partir de prejuicios que validamos con un tuit o una foto. 

La selfie supera el autorretrato, porque es más parecido al sms. Aquí estoy, no lo dudes, parecen decir. No pasa nada, pero es clave saberlo, tomar conciencia y no ser sorprendidos en el futuro. Lo más impresionante es que si bien, con el tiempo dejamos atrás la comunicación vertical, “emisor-mensaje-receptor” y nos creímos la ilusión de una comunicación horizontal (vía redes) que todo lo igualaba; la realidad es que hoy vivimos una comunicación peligrosamente diagonal que es determinada por las distintas plataformas o aplicaciones que voluntariamente descargamos en nuestro celular y que con la “ayuda” de sus algoritmos, un influencer en Youtube, lo será sólo y sólo si, la plataforma que lo hospeda lo permite y le conviene, si no desparecerá. Punto. 

Si el consumidor final, no toma control de su contenido, estará sujeto siempre a lo que otros intereses determinen sobre lo que presuntamente le importa o no para su vida. Y él lo creerá sin cuestionamiento alguno -Fake News incluidas-. ¿Estaban preocupados por el poder de la televisión a finales del siglo XX? Esperen a ver lo que se viene. De nosotros depende que el mundo que conocíamos no colapse por completo. 

La resistencia intelectual es nuestro último escudo. No se duerman.  

Columna publicada en La Silla Rota (Agosto, 21, 2020) 

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August 31, 2020

Generación Covid

Por Ulises Castellanos

Son el futuro. Nacieron en el arranque del siglo XXI. Jamás conocieron las Torres Gemelas. 

No ven televisión. La mayoría de ellas y ellos, no tienen credencial del INE. Nunca han votado por un Presidente. Son los verdaderos nativos digitales. Si nosotros y los Millennials aprendimos a usar la tecnología, los Centennials nacieron con ella. Están en el primer año de su carrera profesional. Jamás sabrán lo que era una fiesta de graduación de la preparatoria. Se despidieron de sus compañeros por zoom. Vivieron su último día de prepa, sin sentir qué era el último. 

Acaban de ingresar a la Universidad y no conocen el campus. Vamos, algunos ni siquiera se conocen personalmente entre sí. Yo mismo creo, que quizá nunca llegaré a conocerlos en persona. Para ellos siempre han existido las redes sociales. Facebook es de viejitos. Lo suyo es Instagram y Tik Tok. No leen periódicos. No ven noticieros. No caminan con una revista por la calle. No saben lo que era perderse un capítulo de su serie favorita. No tienen prisa. No están sujetos al horario de un canal. Su desarrollo depende de la tecnología. Dominan tres ó cinco pantallas a la vez. Y de cajón, hablan dos idiomas. 

Algunos ni los 18 han cumplido. 

No imaginan un celular con teclado físico. Nunca les cayó el 20 ni entienden que significa eso. Jamás hicieron fila en la calle para hablar por teléfono desde una caseta de Telmex. No conocieron una agencia de viajes. El 2020 lo han pasado en cuarentena, hace cinco meses que no van a una fiesta. No conocen los antros. No celebraron sus cumpleaños. Quizá estén enamorados de alguien que sólo han visto en la pantalla de su celular. Se levantan de madrugada, se bañan y se visten para conectarse a una computadora. Son la Generación Z. 

Jamás compraron un disco de vinilo. El CD es un recuerdo de sus padres. No saben qué era el Walkman. El iPod es viejo. No conciben la vida sin wifi. Si se va el internet mueren de ansiedad. Todo lo goglean. Son más reservados en redes que los Millennials, aprendieron a no compartirlo todo. No saben por qué existe un maestro. Jamás volverán a ver un pizarrón. Tienen su propio vocabulario. Lo abrevian todo. 

Si los Millennials trabajaban para sobresalir, esta nueva generación estudia sin miedo al éxito. Serán hipercompetitivos, pero también se preocuparán por el planeta. No son pocos, representan ya el 25% de la población mundial. Son los nacidos en el segundo milenio. Son la generación postmillennial o centennial. Pero los marcará el Covid. Ya no se saludarán de beso jamás. No asistirán a conciertos masivos. Para ir al cine necesitarán una prueba negativa de Coronavirus. No podrán sentarse junto a su novia. Quizá no vuelvan a vibrar en un estadio lleno de aficionados. 

No morirán por el Sars-Cov-2, pero este virus ya arrasó con el mundo que conocieron. Volverán al autocinema. Consumirán toneladas de gel antibacterial el resto de su vida. Soñarán con una vacuna. La mayoría de sus futuros trabajos estarán devaluados salarialmente en un 30% después de la era Covid y la crisis económica que apenas se asoma. 

Deverán reinventarlo todo. 

Jamás saludarán de mano a un extraño, o a su nuevo compañero de trabajo. No se subirán con más de dos personas a un elevador. No volverán a tocar un menú impreso en un restaurante. Serán esencialmente autodidactas. Son creativos, maduros y viven en un mundo donde la diversidad es lo natural. Son directos, rápidos y sencillos. La tecnología es omnipresente en sus relaciones personales. 

Las pantallas digitales son ya parte esencial en su vida. Aún no se incorporan al mundo laboral y ese mundo ya no existe. Sus papás trabajan en casa. Ellos no necesitarán una oficina. Su tiempo de contemplación es mínimo. Jamás soportarían un anuncio de 30s. Su realidad es virtual. Usan Uber, no conocen un taxi. Compran por Amazon. 

Se enamoran en Instagram. 

Rompen relaciones por WhatsApp. Mandan su tarea por mail. Se informan por Twitter. Oyen música en Spotify. Ven videos musicales en YouTube. Ligan por Tik Tok. Ven su álbum familiar en el Facebook de sus papás. Su canal favorito es Netflix. Su portal al conocimiento es Google. No conocieron jamás la Guía Roji. Siri es su amiga. No usan reloj de pulsera. No necesitan una cámara. Toman fotos con su celular. No creen que hace tiempo buscabas la hora exacta marcando por un teléfono fijo al 03. Viven bajo un tsunami de información. Jamás harán una tarea basados en una monografía de papelería. Vamos ya ni las pepelerías conocieron. 

Desarrollarán una autodisciplina ejemplar. 

Todo lo podrán hacer desde casa. Perderán habilidades de socialización y el “otro” siempre será incómodo. Se sorprenderán cuando los inviten a su próxima fiesta “presencial”. La revista Time, calcula que para 2022 cerrarán uno de cada cuatro centros comerciales en Estados Unidos, ¿la razón? Esta generación no comprará de manera presencial casi nada. Son hipervisuales. Su lenguaje es visual, la palabra quedará en segundo plano. Anhelan ser más felices que sus padres. No vieron la Pantera Rosa en blanco y negro. 

El mosaico visual que hoy les presento aquí, representan su mirada, son sus rostros. 

Ellos son mis alumnos de foto en la carrera de comunicación de la Panamericana. Pero representan a millones cómo ellos en cualquier parte del mundo. Esta imagen es una tarea que les pedí. Hacerse un autoretrato con cubrebocas. Sellar un momento histórico. No hacer una selfie “clásica” para presumir una vacación, no. Registrar su tiempo. Congelar una época. Visibilizar nuestra fragilidad frente a un enemigo invisible. Aquí sus nombres, Ana, Andrea, Dafne, Alfredo, Diego, Gloria, Javier, Julia, Karen, María, Nataly, Paola, Rodrigo, Romina y Trinidad. Sobrevivirán al Covid_19 y harán series multimedia sobre la cuarentena, el virus y sus efectos emocionales. Dominarán las nuevas narrativas. Ellos serán esponjas de conocimiento. Transformarán el mundo que les dejamos. Son ya el futuro de nuestra sociedad y harán grandes cosas. Y seguro, lo harán mejor que nosotros. Atentamente, con cariño y respeto, su profesor, sobreviviente de la Generación X.

Columna publicada en La Silla Rota (Agosto, 14, 2020) 

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August 31, 2020

Beirut

Niño con arma de juguete en Beirut, año 2003. Líbano.

Por Ulises Castellanos

Conocí Beirut hace poco más de 15 años. Era el año 2003. 

Recuerdo bien la tarde que por fin nos dieron los salvoconductos necesarios para ver al líder de Hezbolá.  

A Pascal Beltrán del Río y a mí nos envió la revista Proceso, para cubrir la invasión de EU y sus aliados a Irak. En aquel contexto, días antes de la invasión, decidimos buscar a los líderes del grupo político paramilitar más fuerte del Líbano. Volamos de Amann a Beirut en líneas locales. Toda la zona ya era un polvorín de tensión. 

Hezbolá es como un Estado dentro de otro Estado. 

En este caso, una fuerza tremenda dentro del Líbano. Tienen diputados y hombres armados por todo el país. Todo en uno. Ellos inventaron a los “mártires” que se hacían volar en pedazos con chalecos bomba en territorio israelí para ser recompensados en el más allá. Han enfrentado al ejército de Israel por más de 30 años. Las calles en Beirut están plagadas de carteles con los rostros de los mártires que en cualquier parte del mundo se inmolan en nombre de Alá. Hezbolá mantiene a sus familias desde siempre.  

En el Líbano se hablan 3 idiomas: árabe, francés e inglés. Circulan cerca de 40 periódicos al día y tiene un nivel de alfabetización del 99%. Aquí les comparto la foto de un chico jugando en las calles de Beirut en aquellos años. Una noche en esa, la capital de Líbano, cenábamos cerca del hotel cuando, de pronto, estallaron dos centrales eléctricas dejando a oscuras la ciudad. Apenas distinguimos el sonido de los helicópteros que, presuntamente (según fuentes locales), eran del ejército Israelí y que habían entrado a vuelo rasante por mar, para destruir esas plantas de luz y salir en menos de 90 segundos del territorio libanés. Dejaron a buena parte de la ciudad a oscuras por días. 

Al día siguiente amanecíamos con la nota de una explosión en la embajada de Kuwait, donde se suponía que debían tramitar nuestros ingresos a Irak. La volaron por colaborar con Estados Unidos en la invasión de aquel año. Beirut no era una ciudad fácil ni tranquila. Pero sí es una ciudad realmente cosmopolita. El 40% de su población es cristiana. De hecho, es el porcentaje de cristianos más alto de todos los países árabes. El resto es Musulmán. En sus bares se sirve alcohol, algo impensable por ejemplo en Pakistán, Afganistán o en ciertas ciudades de Siria. 

Es una ciudad “liberal” dentro de todo. Con una posición geográfica estratégica. Beirut ha sido destruido y reconstruido muchas veces. Pero esta semana, un presunto accidente en un depósito de químicos provocó una explosión en el puerto de la ciudad. Jamás sabremos si fue un ataque premeditado o si fue, realmente, un accidente. 

Será difícil conocer la verdad porque Hezbolá controla la prensa local y de ellos dependerá la versión al mundo. Obvio, no tengo certeza alguna de lo que pudo pasar por allá y que al corte de esta columna deja como saldo, más de 150 muertos, 4,000 heridos y cerca de 300,000 personas sin casa o desplazadas por los daños causados por la onda expansiva que afectó a la mitad de la capital. 

Los afectados directos son casi la tercera parte de su población urbana, calculada en un millón de habitantes sólo en Beirut. En el resto del país viven unos 5 millones de personas. Y se calcula que, en el mundo, hay unos 10 millones de libaneses en distintos países. Incluida la importante comunidad libanesa que radica en México. Lo que vimos esta semana, según consulté con un par de expertos sobre el tema, es la pérdida de control interno de Hezbolá. Ese almacén solo podría existir bajo su permiso o resguardo indirecto. Nada se mueve allá sin ellos. Nada. 

Por eso, nadie acusará a Israel de este presunto ataque (en caso de que realmente tuvieran algo que ver). Pero nosotros jamás sabremos lo que sucedió. La crisis sanitaria también le ha pegado a su gente en la economía local. A principios de año ya había tensiones políticas. Después llegó el Covid-19. Y ya la gente está harta, al igual que en muchas partes del planeta. Pasada la emergencia habrá más tensión social. 

Regresando a mi experiencia con el líder de Hezbolá, recuerdo bien que nuestra entrevista se desarrolló en árabe, con una chica que nos lo traducía al francés y de ahí Pascal lo reescribió todo en español para el semanario. Para que se comprenda la capacidad de organización de ese grupo político y militar, cuando salimos de la entrevista y regresamos a nuestro hotel ya teníamos, cada uno en nuestras habitaciones, sobre la cama, un dulce árabe y una carta de agradecimiento y saludos de Hezbolá sin que nosotros les hubiésemos dado nuestra ubicación. Nos quejamos en la recepción del hotel y preguntamos quién había entrado a nuestras habitaciones y nadie decía saber nada. Días después, regresamos a Jordania y desde ahí mandamos texto y fotos. 

Ahora Hezbolá está debilitado en casi todo el mundo árabe, por una serie de acciones que los han entrampado por allá. Además, muchos de sus combatientes han muerto y ellos han perdido mucho dinero. La guerra en Siria también los agotó. Si esto fue sólo un accidente, de cualquier manera será un daño económico tremendo para su país y su organización. Si acaso fuera un ataque, entonces tienen enfrente a un enemigo dispuesto a todo. Habrá que esperar. 

Según ciertos analistas, Hezbolá tuvo que involucrarse en una guerra entre musulmanes a favor de Irán y en defensa de Bashar el Assad, lo que inevitablemente le hizo perder prestigio en la zona y sumar enemigos nuevos en la región. Hezbolá nació en 1985 con el objetivo de destruir a Israel. En su origen era una guerrilla chiíta financiada desde Irán, y no tardó casi nada en tomar el control de la política en el Líbano. 

Si ese almacén no era de ellos, es seguro que sepan de quién era e, incluso, porque estaba ahí. Nadie almacena toneladas de nitrato sin que el poder local se entere. Da igual si era un decomiso o un olvido de años. Por supuesto, es imposible que Israel reconozca el ataque (en caso de que haya participado). Y Hezbolá no querrá hacer nada más con esto, porque su situación está ya muy comprometida. 

Fuentes locales señalan que apenas la semana pasada “un comando de Hezbolá trató de infiltrarse en Israel y los disparos de advertencia del ejército israelí los obligaron a regresar a Líbano”. Hace días, otro comando fue eliminado por Israel en la zona del Golán. La tensión es permanente. Hace meses, “los servicios de inteligencia israelí confirmaron que Hezbolá preparaba un ataque importante en la frontera entre Israel y Líbano”. Luego, en “un ataque israelí a instalaciones militares en Siria, murió gente de Hezbolá que, obvio, prometió vengar”. Y así cada semana. 

Lo que vimos en decenas de videos fueron un par de momentos explosivos, dicen que eso sólo sucede “cuando un depósito de armas es atacado desde afuera”. La primera explosión es provocada. La segunda, la más grave, (la que todos vimos en los videos de celular) desata una explosión en cadena de las armas o químicos que se encuentran en el depósito presuntamente atacado. Dejó un cráter en el piso. 

Así las cosas, esta explosión tiene todo el perfil de ser la destrucción de un depósito de armas o químicos que sólo su dueño sabe lo que contenían. Ahora bien, en ese país, sólo Hezbolá tiene ese nivel de recursos, por lo anterior es que se infiere, que probablemente pudo haber sido un golpe directo contra ellos. 

El contexto internacional de la zona mezcla intereses de todo tipo: religiosos, económicos, culturales, militares y en dónde todos los actores sociales, creen poseer la verdad absoluta. También debo consignar, que según lo que me cuenta una fuente que conoce de inteligencia militar de la zona, todo apunta a que, a pesar de lo que se crea, este no pareciera ser un ataque de Israel, porque ellos siempre han cuidado el tema de daños colaterales y prácticamente nunca realizan operaciones militares que dañen a civiles inocentes. 

Obvio las investigaciones dictaminarán un presunto accidente inadmisible, con funcionarios locales en la cárcel y todo. Insisto, los demás no tenemos manera de saber lo que realmente sucedió. Y quizá nunca lo sepamos. Pero si finalmente se tratara sólo de un lamentable accidente, de cualquier manera las consecuencias sociales aún serán impredecibles para el Líbano en este momento. 

Dicen que Jesucristo hizo su primer milagro justo en territorio libanés, concretamente en la región de Galilea que por aquel entonces llegaba hasta la ciudad de Sidón -hoy con predominio de musulmanes suníes-. Es ahí pues, donde Jesús convirtió el agua en vino en la famosa boda de Caná. Así de importante es Líbano. Ya por último... qué les digo sobre la imagen y su cobertura mediática: todo lo vimos en Twitter. Videos casi en tiempo real y gratis. 

Y luego, se preguntan: ¿por qué la industria de los medios tradicionales está a punto de la quiebra?

Columna publicada en La Silla Rota (Agosto, 07, 2020)  

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hezbolá

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August 7, 2020

Nueva narrativa digital, retos y soluciones

Por Ulises Castellanos

La industria de los medios de comunicación tradicionales está quebrada. La televisión casi desaparece, ha perdido relevancia conducir un noticiario. Los periódicos y las revistas han reducido sus tirajes al mínimo, han devaluado en un 30% el salario de sus colaboradores o empleados y se vienen más recortes. La radio es quien ha librado mejor este momento, pero también arrastra pérdida de ingresos, aunque mantiene buenos niveles de penetración en sus audiencias. 

Es el momento clave de la oferta digital, los portales nativos en red y los portales de los medios convencionales que tienen una buena marca, deben ponerse creativos. El modelo de negocio y su vinculación con el usuario final son la clave. Decenas de colegas han sido despedidos y no encuentran acomodo en ninguna parte, primero porque no hay dinero para contratar y segundo porque no ofrecen nada nuevo. 

Los fotógrafos que no incorporaron el video como oferta profesional, son los primeros que quedaron fuera del juego. Los reporteros que no son capaces de grabar un videito (con calidad en audio e imagen) o mandar en tiempo real a sus redacciones, están quedando relegados. El usuario final, al que le interesa la información, no está dispuesto a pagar por nada, tiene una sobre oferta de noticias que incluso no sabe gestionar o distinguir en calidad o seriedad. Las audiencias están fragmentadas y son multilectores, ya no siguen a un sólo medio, vamos, a veces no saben ni dónde están leyendo lo que leen. 

Entonces, frente a este panorama, ¿Qué hacemos? ¿Cómo sobrevivir en una industria que se encuentra en crisis, sin dinero de publicidad, ni pública ni privada, sin apoyo del lector de siempre y con gastos enormes? ¿Qué ofrecer a las nuevas redacciones digitales? ¿Cómo generar contenido de alto impacto o relevante? ¿Cómo distinguirse? Bueno, aquí propongo algo breve y sencillo, urge capacitar a los que quedan en los medios para que dominen nuevas técnicas o para que incorporen diferentes herramientas, mientras que al mismo tiempo, los portales deben ser más visuales, sencillos y claros en la manera de presentar su menú informativo. 

Adicionalmente, me parece que llegó el momento de poner muros que cobren por nivel de información disponible, cobros bajos pero que personalicen la experiencia del usuario que además exige mejores contenidos. 

La nuevas narrativas digitales, que integran video, audio, foto, texto y gráficos son el presente y el futuro de los medios informativos, ejemplos destacados son lo que ofrecen hoy por ejemplo los portales de El País o el New York Times en sus sitios web, cobran un dólar por semana en promedio. Lamentablemente en México no puedo señalar a ninguno como ejemplo de propuesta integral; hicieron de sus sitios una réplica de sus periódicos o revistas y compiten con twitter. La mayoría dan flojera. 

El Storytelling o nuevas narrativas digitales, ya tienen más de una década de existir y hoy son más sencillas de producir que antes, se trata de una herramienta creativa para contar historias. Ahí se utiliza todo tipo de enfoques multidisciplinarios para detonar opinión, información y construir experiencias o difundir diversos puntos de vista. El reto es ser creativos. 

Los seres humanos estamos construidos de memoria, historias y experiencias que moldean nuestro pensamiento individual o colectivo. La información debe ser abordada desde todos los ángulos creativos posibles y necesarios. Entrevistas en video, foto, datos, la voz de los protagonistas y referencias permanentes, para que el usuario navegue, se informe y se quede. 

Desde hace siglos la narración es la forma más vieja de enseñanza y transmisión de conocimientos, de hecho las primeras comunidades humanas ya la utilizaban para responder a las preguntas básicas sobre la creación, la vida, la muerte o el más allá. Prueba de ello, son las pinturas rupestres en las cuevas donde se han encontrado esas historias no verbales. 

Ahora mismo, en el contexto de esta crisis sanitaria globalizada por el Coronavirus, la sociedad se hiperdigitalizó; atrás están quedando los modelos analógicos y la comodidad híbrida en la que nos movíamos hasta ahora. Ante la inevitable evolución de nuestra sociedad es necesario volver a los orígenes y revalorar la narración de historias como una herramienta indispensable en la transmisión de información. 

Volvamos a lo simple, pero hagámoslo divertido, entretenido y útil para todos La National Storytelling Association plantea que la narración “es el arte del uso del lenguaje, la comunicación, la emotividad, la vocalización, la psicología del movimiento y la construcción abstracta de elementos e imágenes de una historia en particular para un público específico.” 

Hoy todo comunicador tiene a la mano múltiples herramientas para potenciar su trabajo, el celular es muy poderoso, graba, edita, envía y te conecta con las redes sociales. Sin embargo la mayoría lo usa solo para revisar su WhatsApp. Un aspecto clave de las nuevas narrativas, es su capacidad de retroalimentación o conexión con la audiencia, para informar sobre un suceso noticioso de manera horizontal y que puede brindar detalles de una historia informativa de formas más creativas. 

Hoy el nuevo periodista debe dominar la imagen fija, entender el video, saber escribir y grabar con calidad sus audios, claro, es más chamba y no a todos les gusta incorporar nuevas herramientas o resolverlo todo. Pero atrás quedaron los tiempos de la especialización, donde el que grababa video, sólo grababa video o el que reporteaba, sólo escribía. Eso ya no tiene valor de mercado. La importancia del Storytelling crece y se consolida día con día por su flexibilidad y potencial aplicación en diversos campos. Los portales, las apps y las redes sociales son lo de hoy, quien no lo entienda perderá dinero, audiencias y relevancia. 

Ofrecer información relevante es el objetivo, el Storytelling permite ampliar la experiencia de las audiencias. Aprovechemos la tecnología y el uso de distintas disciplinas profesionales para innovar en la comunicación que demanda el siglo XXI. Ya sea para medios informativos, publicidad o comunicación institucional, el Storytelling se adapta a las expectativas del nuevo usuario, no olviden que debemos enfocarnos en construir un lazo emocional, reflexivo, informativo y eficaz con nuestro público meta. 

Y es justo a partir de los objetivos que cada grupo de comunicación se planteé, que su información debe conectar, cautivar e informar con audacia; en cada historia deben implementarse nuevas metas. Consideración de la historia a contar. Modelos para ejecutar con eficacia la transmisión escrita o visual. Eficacia en los materiales usados para exponer un tema y propuesta integral para que la experiencia del usuario final sea completa. Uso inteligente de las redes sociales. Portales atractivos. Así también llegarán los anunciantes. 

En fin, no puedo desarrollar aquí todos los elementos a considerar, pero si eventualmente alguien está interesado en profundizar en el tema, aprovecho este espacio para invitarlos a formar parte del próximo taller en línea que daremos en la Fundación Elena Poniatowska y que arrancaremos el próximo lunes vía remota. 

Los interesados pueden escribir al correo contacto@fepa.org.mx y con sólo mencionar esta columna tendrán un atractivo descuento para formar parte del próximo grupo. Serán cuatro sesiones, una por semana, y esto puede ayudarles a mejorar su desempeño profesional. Depende de ustedes. 

Columna publicada en La Silla Rota (Julio, 31, 2020)  

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August 7, 2020

Úsenlo, no pasa nada

Imagen de Pepe Jiménez

Por Ulises Castellanos 

Seré breve. 

La imagen con la que se recordará la crisis sanitaria del 2020 a nivel global, será la postal del rostro humano con mascarilla. Aunque coincido con el Dr. Gatell sobre el hecho concreto de que su uso, genera una “falsa sensación de seguridad” también le sumo a esa idea la ventaja de usarlo frente a la necedad de no hacerlo. Es decir, no garantiza nada, pero no estorba. De hecho, hasta aquí podría terminar mi comentario, y tan tan. 

Sin embargo, lo que me impacta y por lo que hoy les quiero hablar de este objeto, es que me parece increíble la manera como se ha polarizado el tema en redes sociales, a partir de la falsa creencia conservadora de que usarlo es sinónimo del “buen ciudadano” y no usarlo es casi casi, representativo de "criminales irresponsables”. Y ambos extremos son absurdos. El dato más remoto sobre su uso, son los dibujos medievales que nos recuerdan la peste negra y de ahí, esos retratos de hombres y mujeres que parecen pájaros gigantes caminando por las calles de la Europa medieval. 

Así pues, el uso del cubrebocas, no debería siquiera de ser tema. Debe usarse y punto, pero no tiene porque ser aprovechado por la politiquería ramplona del momento. Si el Dr López-Gatell no es promotor de ello pero tampoco se opone, ¿cuál es el problema? 

Úsenlo, no necesitan permiso de nadie. Y si el Presidente, por la razón que sea no quiere usarlo, pues allá él, ¿desde cuándo ustedes queridos lectores, hacen exactamente lo que les sugiere o no un Presidente de la República? Lo que no resisto es que ahora usar el cubrebocas sea sinónimo de: responsabilidad, fidelidad, persona ejemplar, buen padre, mujer inteligente y en general mexicanos de primera; no, esa no puede ser la nueva etiqueta social. 

Y para los que no lo usan, -que honestamente son muy pocos- pues tampoco se vale meterlos a la cárcel, bañarlos en el ácido twittero, burlarse o despreciarlos. No. Cada quién su vida pues. Respeto, punto. 

Los 40 mil muertos que tiene nuestro país, son el resultado de una pandemia tremenda, ninguna diferencia a gran escala harían los cubrebocas por si solos, quizá su uso generalizado contribuya a evitar algunos contagios temporales, pero recuerden que todos terminaremos tarde o temprano contagiados por el coronavirus. 

La vacuna va lenta, no se confíen. Las gotas de nuestra saliva, alcanzan máximo un metro al hablar en voz baja, buena parte de eso puede quedarse en la mascarilla, pero eso es todo, es una contención, dentro de muchas que deben tomarse en cuenta. Las gotas miden diez micras, es decir diez millonésimas partes de un metro. Por lo tanto, quizá la mitad atraviesa el cubrebocas convencional, ese que venden afuera del metro; tema aparte es la mascarilla N95 para uso médico. Si bien los médicos operan con cubrebocas -desde 1927 es obligatorio en la medicina- en un ambiente absolutamente estéril, sobran las historias de infecciones que se propagan en hospitales. Así que nunca ha sido suficiente la mascarilla. 

Y saben ¿qué desplazó al cubrebocas a mediados del siglo XX?, pues los antibióticos, porque ya casi nada de lo que saliera por la boca era mortal, hasta que apareció el H1N1 hace poco más de una década y este nuevo coronavirus. Así pues, el uso del cubrebocas, sólo es efectivo si se combina, con sana distancia, lavado frecuente de manos y otras medidas sanitarias. Además, sólo el cubrebocas N95 que tiene poros de 0.3 micras es efectivo contra las dichosas gotas del ser humano y no es barato. 

En fin, obvio no soy experto ni mucho menos. Les cuento sobre lo que he aprendido en este año sobre el tema y punto. Lo curioso es que las imágenes de nosotros con cubrebocas llegaron para quedarse. El fenómeno es interesante, dime que cubrebocas usas y te diré quien eres, están los de diseño, los médicos, los hechizos y los mal puestos. 

La mitad de la personas con las que hoy hablamos son un misterio emocional para nosotros, ya que no le puedes leer la mitad del rostro y por ende, se corta la expresión emocional de un rostro feliz, triste, enojado o aburrido. Así las cosas, úsenlo pues, no estorba, no pasa nada. Recuerden que no es garantía de inmunidad, que no remplaza otras medidas, que debe usarse bien y no permitan que los etiqueten por ello. Todos tenemos derechos y obligaciones, si queremos estar en sociedad. Así que al igual que yo, pónganselo, cuídenlo, úsenlo y sálvense. 

Aquí les dejo este retrato que me hizo el buen Pepe Jiménez hace un mes para que vean que sí lo uso. Cuídense mucho. Ya falta menos.

Columna publicada en La Silla Rota (Julio, 24, 2020)  

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August 1, 2020

Pablo

Por Ulises Castellanos

Nació entre guerras, ya cumplió 18. 

Pablo es mi hijo y en esta imagen de 2008 el me acompaña en París para una exposición que presenté en aquel año, celebrando mis 40 de edad, mientras él cruzaba apenas, los cinco añitos cumplidos. El poder de la fotografía justo radica en esto, en la huella de la memoria que le imprime a nuestra resbaladiza galería de recuerdos, un dato concreto.

Sin la imagen fija, nuestra memoria empieza a confundir fechas, lugares o personas. Pero para fortuna de todos, cuando alguien toma una imagen, congela para siempre un lugar y un momento irrepetible. La memoria se alimenta de nuestra capacidad para recordar, y su combustible son los rostros y los paisajes. Nuestro cerebro es capaz de almacenar y codificar datos a una velocidad impresionante. La capacidad de recordar es lo que nos permite mantener vínculos personales y profesionales con toda naturalidad. La memoria es la que hace posible regresar a casa cada día. Sin ella, estaríamos perdidos. 

Pero la memoria es caprichosa, mientras yo tengo fresco el recuerdo de aquel viaje a París con mi hijo, el dice que apenas lo recuerda, y que sólo por esta imagen más otras que tomamos en aquel viaje, él alcanza a recordar o cree recordar que estuvo en París aquel año. Tiene un vago recuerdo de cuando subimos a la Torre Eiffel, pero nada más. 

Pero en mi caso al ver esta foto, lo recuerdo todo. 

Pablo nació en julio de 2002, fue concebido aproximadamente en noviembre de 2001 justo cuando yo regresaba de la cobertura en Nueva York de los ataques a las torres gemelas que me llevó a medio oriente y de regreso en cosa de un mes. Para mi vuelta, y después de estar en contacto de nuevo con la muerte, a su madre y a mí nos quedó claro que queríamos un hijo. Llevábamos casi tres años de casados y cinco de conocernos. Cuando nació Pablo se inauguraba el mundial en Japón y más o menos aquel año transcurrió con tranquilidad. 

La llegada de Pablo fue una alegría enorme en la casa y yo me recuerdo muy divertido jugando con él o dejándolo dormir en mi pecho hasta que los dos caíamos de sueño. Pero en 2003 la vida, las coberturas y otra vez la guerra nos separaron por un tiempo. En 2003 Estados Unidos invadió Irak nos lanzamos a su cobertura en un recorrido por medio oriente que nos llevó a cuatro o cinco países de la zona, para hacer la crónica de aquella invasión. María se angustiaba siempre que veía los noticieros y me reclamaba mi afición por correr siempre a esa coberturas. ¿Acaso no hay más fotógrafos en la revista? Me decía, antes de irme al aeropuerto. 

Poquito después cuando Pablo cumplía su primer año de vida, yo estaba en Guayaquil haciendo foto con Susan Meiselas gracias a una beca de la Fundación Gabriel García Márquez. Si, me perdí aquel pastel y mi único bálsamo de paz, era mi absurdo argumento que le daba a su madre, sobre la el hecho de que él no recordaría jamás mi ausencia de ese día. 

Sin embargo, las fotos de aquel cumpleaños con su mami, mis padres y el resto de la familia son evidencia clara y permanente de que no estuve. Así de fuerte es el testimonio de una fotografia casera. El álbum familiar clásico -hoy remplazado por el facebook- era el mejor ejemplo de una tarea familiar de edición y ajuste de recuerdos. Ahí están los nacimientos, las bodas, las vacaciones y los momentos felices de una familia. Lo curioso es que siempre se edita o se borra la tragedia. Nadie tiene en su álbum su primer borrachera al borde del vómito, nadie sube las fotos al face de una discusión de pareja mientras vuelan los platos. Cualquiera que revise un álbum familiar, solo verá felicidad, logros y sonrisas. Porque eso, si que nos gusta recordar. Es más, nos encanta. 

Hoy en día en la era de las redes sociales, solo tienen que asomarse a Instagram o al Facebook de sus amigos, para ver lo felices que son o cómo desaparece la pareja que ayer, era el amor de su vida. Por eso, Pablo para mí es el recuerdo permanente de una responsabilidad hermosa, sobra decir que lo amo y que se trata de un amor único, irrepetible, incondicional y para siempre. A Pablo me lo llevé alguna vez de fin de semana a Nueva York para que practicara su inglés en 2010 y cuándo monté otra Exposición de foto en Londres por allá de septiembre de 2012, también me lo llevé aquella semana para que conociera la tierra de Churchill. Ël sólo me pidió ir a Liverpool para conocer la ciudad de Los Beatles, fuimos y estuvimos en aquel primer bar donde ellos tocaron. Afortunadamente este último viaje lo recuerda con mayor claridad. Para entonces él ya contaba con 10 años de edad. 

Pablo es hoy un joven, que ahora mismo ha dejado una etapa detrás suyo, para empezar a construir sus sueños, ama la música y tiene ya nueve años tocando la guitarra. Le gusta el box y hace mucho ejercicio. Representa una generación que ya no conoció la televisión. Y que no vive estresado por el horario de un programa equis. Sus 18 de vida, son nuestros 18 como papá. Y obvio, claramente no soy el mejor padre del mundo, pero es el que le tocó; aprendí con él a cambiar pañales y hacer su leche en polvo. De él he aprendido a ser paciente, sereno, responsable y hasta donde he podido, aconsejarlo de vez en cuando. 

Pablo lleva en sus apellidos, el talento de dos periodistas únicos, el carácter de su abuelo paterno, Bulmaro Castellanos Loza, mejor conocido en el barrio como el monero Magú, del diario La Jornada y por el lado de su madre, su otro abuelo, Julio Scherer García el enorme periodista de excepción que no requiere mayor presentación. María y yo nos conocimos en la redacción de Proceso en 1996 y sin saberlo entonces, ese encuentro fue la chispa que seis años adelante le daría vida a Pablo. 

Esta semana lo celebramos en un restaurante japonés del sur de la ciudad en plena pandemia, prácticamente éramos los únicos en esta terraza de San Ángel, comimos bebimos y recordamos juntos una vida. María me compartió un montón de fotos ya digitalizadas que yo no tenía. La pasamos muy bien y escuchamos sus intereses y sueños a futuro. Aún falta. Esta chamba de ser padre o madre no acaba nunca. Dicen que la memoria sensorial, es muy breve y que su duración oscila entre los 200 y los 300 milisegundos. 

Es por ello, que frente a la realidad de que un día quien esto escribe muera o pierda la memoria, que también es un poco otra manera de morir, dejo aquí constancia de lo que amo a mi chamaco, más tres pinceladas de los recuerdos que tengo con él, derivados por supuesto de la foto que hoy les presenté. 

Por cierto, esta imagen la tomó en París, Julia Cuéllar, pero esa, esa es otra historia. 

Columna publicada en La Silla Rota (Julio, 17, 2020)  

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e hijo pablo padre

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