2018. Un debate renovado.
Lo bueno, lo malo y lo feo del debate presidencial
Por Ulises Castellanos
Dicen que la idea original de armar el primer debate presidencial fue de Colosio.
A lo largo de nuestra historia, hasta antes del 2018; solo se habían realizado ocho debates presidenciales. Dos por año electoral en disputa por la Presidencia: 1994, 2000, 2006 y en 2012. Para 2018, la novedad son los formatos y el número de encuentros, esta vez serán tres y con un concepto absolutamente renovado.
El de ayer fue el décimo debate presidencial en casi un cuarto de siglo. Debo decir, que los he visto todos. Nuestro país se estrenó en los debates apenas hace 24 años.
Fue en 1994 cuando por primera vez debatieron Cuauhtémoc Cárdenas, Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Ceballos. Aquel debate fue moderado por Mayté Noriega sin más encargo que dar la palabra a cada uno, sin intervención personal alguna.
Aunque el 11 de mayo del 94 hubo un mini debate previo con candidatos sin oportunidad reales de ganar, fue el 12 de mayo de 1994 el primero que se televisó en vivo y fue un debate totalmente acartonado, con un montón de restricciones y que finalmente ganó el Jefe Diego por su estilo y contundencia, sin embargo eso no le dió la victoria electoral ese año.
Para el año 2000 vino la siguiente oportunidad, Fox, Labastida, Cárdenas, Manuel Camacho, Muñoz Ledo y Rincón Gallardo fueron los protagonistas. No quedó claro quién ganó aquel encuentro, apenas recordamos la queja de Labastida por que lo habían llamado “mariquita” y otras cosas, pero si sabemos que al final ganó Fox la Presidencia inaugurando la alternancia electoral en México.
Para abril de 2006, López Obrador, el puntero de entonces se ausentó del primer debate, dejando solos a Calderón, Roberto Madrazo, Campa Cifrián y Patricia Mercado. Fue un debate más bien aburrido y que al final le costó mucho a la campaña de Obrador, ese año Calderón le ganó por nada al tabasqueño.
Para el 2012, justo el 6 de mayo de aquel año, debaten Josefina Vázquez Mota, Gabriel Quadri, Peña Nieto, y López Obrador, sin embargo, lo único que recordamos de aquel encuentro es a una espectacular edecán -Julia Orayen- quién robó cámara durante el arranque del debate. Lo demás es historia.
Ahora observamos este segundo debate en Tijuana y ya sin Margarita en el panel, derivado de su renuncia a la candidatura independiente.
Así las cosas, este debate entre cuatro, vuelve a centrar la atención sobre todas las ofertas políticas para gobernar nuestro país. Ahora tenemos a Andrés Manuel López Obrador arriba en todas las encuestas, a Ricardo Anaya y José Antonio Meade luchando por el segundo lugar y al único candidatos independiente que queda, al Bronco en el sótano de las preferencias electorales.
Hay que reconocer, que después de 24 años años algo han mejorado las cosas, el INE mejoró el formato, público en el foro, periodistas nuevos y un formato más ágil.
Ahora además, la gran novedad es que la televisión perdió el monopolio de la audiencia, ahora los debates se ven en Periscope, Facebook, en nuestros dispositivos y si acaso en la tele que queda en casa. Esto les da la oportunidad a los equipo de campaña de contrarrestar golpes en redes o potenciar los éxitos que de ahí se deriven.
Pero ¿cómo les fue en manejo de imagen? Empezaron fríos, y el formato del debate los tomó desorientados. León Krauze excelente.
La dinámica intensa, todo bien, la gente, el manejo de cámaras y el concepto general, mucho mejor que cualquier modelo anterior. Quizá hemos presenciado el mejor debate de todos los tiempos, este concepto nos permitió conocerlos un poco más, ver quien presenta generalidades, quién trae datos y quién es capaz de confrontar.
Este formato permite ver el talante, la capacidad de reacción de cada uno y sin duda permite valorar o reflexionar la idea de por quién votará cada mexicano en esta nueva oportunidad electoral. Sin duda Andrés Manuel fue el más atacado y es lógico, Anaya y Meade empataron en intercambios y el Bronco fue el único ignorado.
En este formato Ricardo Anaya como pez en el agua, sin alterarse, manejando muy bien los tiempos y con un traje a la medida; sin mover un músculo y con la dificultad de siempre para ser sintético, eso si, Anaya decidió atacar claramente a Obrador como en su video imitando a Rocky Balboa.
José Antonio Meade vino de menos a más, pero le faltó contundencia, todavía no se desprende de ese rol de secretario de Estado que ha ejercido durante años. Pero sin duda, es un personaje que está informado y el que mejor dominaba los datos sobe la marcha.
Andrés Manuel presentó 20 propuestas y replicó al menos una docena de veces a quién lo atacó. En algún momento casi se engancha, por fortuna para él, se contuvo.
La imagen donde Anaya confronta a López Obrador fue fuerte y a cuadro se veían los dos, enorme novedad contra lo visto antes en cualquier debate, fue cuando el Peje sacó a relucir lo de la cartera.
El Bronco aprovechó también el formato, pero creo que no vale la pena ocuparse de un candidato sin oportunidad alguna. El Bronco es una vergüenza nacional, punto.
En twitter a los 45 minutos llego al millón de usuarios, pero hacía el final se revisaron los 2 millones 400 mil tuits sobre el debate usando el Hashtag #DebateINE otra novedad, los memes y reflexiones en redes sociales. Hay que decirlo,
Anaya mostró en todo momento seguridad y dominio total del escenario, remataba siempre justo al final de cada segundo asignado; Meade de manera cómoda ese fue moviendo en el escenario, y Andrés Manuel López Obrador a ratos se notaba incómodo, mientras el Bronco de risa loca, solo planteaba ocurrencias.
El escenario, en esta ocasión fue una cancha de basquetbol en la UABC, mucho mejor iluminado que el anterior debate en Mineria, con mejor color y movimientos de cámara. Ahora si los chicos que organizaron esto o hicieron mejor.
Sin duda este formato nos descubrió de otra manera a cada uno de los candidatos. Más cercanos a lo humano y en dónde el control y autocontrol eran claves.
Quizá este debate mueva en algo los números, sobretodo entre quienes disputan el segundo lugar.
León Krauze sorprendió mostrando la imagen de un dreamer para formular una de sus preguntas. También innovando en la moderación, incisivo y preciso. Ricardo Anaya aprovecha bien el tiempo y el poder de la imagen, fue contundente al presentar una imagen de cuando se encontraron el presidente Peña y el candidato Trump en los Pinos.
Pero lo más divertido fue cuando a las 23:05 López Obrador saca la portada del semanario Proceso del día, que le dedican a Anaya y entonces Ricardo le revira presentado dos portadas, una que le dedicaron a Meade y otra a López Obrador, en ediciones viejas, es decir, cada uno con su portada favorita de Proceso. O dicho de otro modo, cada uno con la portada que le conviene.
Por lo demás, los cuatro formales, trajeados y serenos, quizá los dos más pasionales sean AMLO y Anaya. Habrá que ver como se mueven ahora las encuestas.
Eso si, los temas pactados no eran el Top Ten de nuestros problemas en México, y claramente a la mayoría de ellos, salvo Meade, esos temas los tienen relegados a un segundo plano. Sin embargo, fue relevante escucharlos sobre fronteras, migración, TLC y Trump.
Lo bueno, el formato y la dinámica. León Krauze excelente. Lo malo, la demagogia de todos, nunca dicen exactamente lo que piensan. Lo feo, la falta de propuestas concretas y el rígido manejo de los tiempos para ciertos temas.
Pero fuera de esto, estupendo debate con tensión renovada a 40 días de la elección. Y para ustedes ¿quién ganó este debate?