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Shangri - La
Shangri-La, sabe a frío y huele a verde. Su sol no calienta, su cielo azul recorta las montañas rumbo al Himalaya y su noche, además de húmeda, se estrella en un cielo negro e infinito interrumpido, de vez en cuando, por estrellas fugaces.
El monasterio enclavado en la montaña más alta de Shangri-La irrumpe como un lugar que impone devoción.
Se compone de un templo principal que asemeja al Potala, centro ceremonial de la capital tibetana.
Según uno de los monjes del lugar, de los 6.200 monasterios que existían en algún tiempo en el Tíbet, hoy sólo quedan 14. Éste, el de Shangri-La, es uno de los más grandes y mejor conservados.
Los niños rezaban muy concentrados, dándome la espalda. Yo caminaba sigiloso, tratando de no interrumpir, pero después del primer disparo se dieron la vuelta para verme, primero curiosos y después muertos de la risa al ver que yo seguía disparando a cada movimiento.
Entre risas y curiosidad se alternaban para mirarme sin que su maestro lo notara. Yo también reía, y les mostré su imagen en la pequeña pantalla de mi Nikon D2H.
Al final pasé una semana con ellos y fue muy interesante y divertido.
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Miradas
Esta imagen la tomé al tercer día de mi estancia en aquel monasterio y se publicó en Proceso en 2004.
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La hora del té
Shangri La, Tibet 2004
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Sin Demonio
Shangri La, Tibet 2004
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Reencarnación
Shangri La, Tibet 2004
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Monasterio
Shangri La, Tibet 2004
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Contemplación
Shangri La, Tibet 2004